El 20 de diciembre se conmemora el Día Internacional de la Solidaridad Humana, con la finalidad de promover la solidaridad como valor universal fundamental para la cooperación y el bienestar de los pueblos.
El objetivo de esta efeméride es el de reafirmar el compromiso por parte de las naciones del mundo en la construcción de un espacio de solidaridad y de paz, así como la aplicación de iniciativas para la erradicación de la pobreza y sensibilizar a la opinión pública acerca de la importancia de la solidaridad como valor.
La solidaridad es uno de los valores fundamentales y universales en que deberían basarse las relaciones entre los pueblos en el siglo XXI. Por ese motivo, la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió proclamar el 20 de diciembre de cada año Día Internacional de la Solidaridad Humana, que se celebra desde 2006.
Además, con el objetivo de erradicar la pobreza y promover el desarrollo humano y social en los países menos industrializados, en particular entre los segmentos más pobres de sus poblaciones, la Asamblea General creó el Fondo Mundial de Solidaridad.
Más allá de estas importantes señales del máximo organismo internacional, son las millones de acciones cotidianas de personas, colectivos y de instituciones públicas, las que dan sustento y realidad a este valor, acciones que suelen ser menospreciadas o poco difundidas.
Más allá de la mezquindad a la que pretende empujarnos el sistema, la solidaridad crece y se expande.
A diario, en cada esquina, en cada barrio del planeta, hay una mano que da, que ayuda, que colabora, hay un oido que escucha, hay una voz que aconseja, para que otro/a pueda sobreponerse a alguna dificultad.
Sobre esos pequeños ladrillos habrá de construirse el nuevo mundo.