La película ‘180 grados’ se estrenó en Netflix el 18 de noviembre. En menos de 24 horas había desaparecido de la plataforma. Su director, Javier Ríos, explica cómo le comunicaron que la cancelación se debía a motivos políticos.
Por Sara Babiker
En 2020, en pleno confinamiento, Javier Ríos filmaba junto a su equipo, ayudándose con Zoom o con Skype, atravesando enormes dificultades técnicas fruto del momento que la sociedad atravesaba, el documental 180 grados. El proyecto intentaba poner algo de luz sobre el rol del neoliberalismo en una realidad atravesada por la urgencia de la pandemia, de la mano de diversas pensadoras. Allí estaban Yayo Herrero, Sol Sánchez, Ildefonso Hernández o Adolfo Rodríguez.
La película, que es el tercer trabajo de Ríos tras Reset (2011) y Return (2017), de alguna manera supone una continuación de esta última —un largometraje que era ya, en palabras de su director “una denuncia sanitaria y sistémica”, también de la mano de Yayo Herrero. “180 grados se estrenó en el Teatro del Barrio y en los cines Embajadores. También entró en Filmin, pero no tuvo gran difusión. Y de golpe, cuando nos dicen a principios de año que lo había adquirido Netflix, fue como ¡guau!, hemos colado el mensaje, hemos colado nuestro punto de vista”.
Aunque ‘180 grados’ iba a estrenarse en abril de 2022 en la plataforma, al final la fecha se retrasó hasta el 18 de noviembre. El filme llegó a estar presente en todos los países europeos a través de Netflix, pero menos de 24 horas después, desapareció de su oferta
Tras el anuncio tuvieron que contener la ilusión, aunque la película iba a estrenarse en abril de 2022 en la plataforma, al final la fecha se retrasó hasta el pasado 18 de noviembre cuando se estrenó a las 00:00 para todo el continente. El filme llegó a estar presente en todos los países europeos a través de Netflix, pero menos de 24 horas después, desapareció de su oferta. Tras comprobar con diversas personas en distintos países europeos, Ríos constataba que la película ya no estaba disponible. Sintió, explica a El Salto, una mezcla de cabreo y frustración, pues el hecho de aparecer ante el gran público les aportaba, después de diez años haciendo este tipo de documentales, “un colofón, una pequeña victoria por haber encontrado esa grieta en el mundo comercial. Pero la grieta duró 17 horas”.
Las explicaciones tardaron en llegar por parte de la distribuidora, y lo hicieron en dos momentos distintos. Un par de semanas después del fallido estreno, a Ríos se le comunicaba que Netflix había tenido problemas con los subtítulos. Al director la explicación no acababa de convencerle: después de todo habían tenido meses para dedicar a esa labor. La segunda vez fue Netflix USA quien dio una explicación a la distribuidora, el pasado jueves 15 de diciembre, las razones aducidas fueron políticas.
Ríos piensa que una de las razones por las que la disponibilidad en la plataforma haya resultado tan efímera puede tener que ver con el hecho de que fuera comprada por Netflix desde Países Bajos. Sospecha que el problema comenzó cuando la película se vio en España. “Es incómoda porque hablamos de la pandemia, hablamos de los triajes, de lo sucedido, de por qué no se puso la sanidad privada al servicio de la pública en un momento tan delicado, del colapso”. Además, apunta, también se habla de la solidaridad global, de la necesidad de organizarse, reforzar los movimientos sociales y explorar la desobediencia civil. Un discurso, reflexiona Ríos, que difícilmente tiene cabida en los medios comerciales. Al director le apena que estos debates no puedan llegar a públicos más amplios, o que no empiece a tomar forma una auténtica agenda decrecentista.
La propia Herrero encuentra vergonzante que el documental haya corrido esa suerte en la plataforma. Para ella, esta decisión “muestra de una forma clara cómo algunas de las cuestiones que aborda este documental, que son cruciales para la vida de la gente, que tienen que ver con la sanidad, con el futuro, con los servicios públicos, con la reivindicación de una política que ponga en el centro la vida de las personas, lejos de formar parte de lo que entra en los medios de comunicación masivos, quedan fuera”.
“Me parece extraordinariamente grave que a golpe de teléfono o a golpe de decreto se pueda decidir que una película que había sido admitida para ser proyectada en una plataforma de repente desaparezca”, opina Yayo Herrero
Para Herrero, el documental invita a pensar por qué este tipo de cuestiones son condenadas a la invisibilidad por parte de los grandes medios. “Me parece extraordinariamente grave que a golpe de teléfono o a golpe de decreto se pueda decidir que una película que había sido admitida para ser proyectada en una plataforma de repente desaparezca”.
Respecto al rol de la distribuidora, quien se ocupó también de otros dos documentales firmados por Ríos, el ya mencionado Return y Aquí Estamos (2021) —ambos disponibles en Filmin, mientras que sus otros trabajos Reset y Rompiendo el Muro (2021) se pueden ver en Youtube—, Ríos comenta que ahora, con la confirmación de que no se emitirá la película, la empresa se movilizará jurídicamente emprendiendo acciones legales. También están a la espera de un documento formal que respalde lo comunicado por teléfono.
Pero no todo el balance es negativo, desde la perspectiva que defiende en su trabajo, que denuncia que los grandes medios no dan cabida a sus discursos, han hecho mostrar a Netflix sus contradicciones. “En ese sentido también es como una especie de victoria. Decir joder, pues mira, no sé cómo nos hemos colado en Netflix, a través de un comercial o un agregador de Netflix en Holanda que le habrá gustado. Lo ha metido ahí y ahora es casi como si hubiéramos hackeado al propio Netflix”. Un paso más sería, reflexiona Ríos, que 180 grados pudiera verse en la televisión pública, alcanzando a más gente con interrogantes y urgencias que nos afectan a toda la sociedad.