Si se ve el debate sobre el clima como algo centrado exclusivamente en las emisiones de carbono, da la impresión de que las medidas climáticas previstas por los gobiernos no tardarán mucho en perjudicar a la industria de los combustibles fósiles. Pero centrarse únicamente en el CO2 es una opción que el propio sector petrolero ha tomado como el menor de los males. El comercio internacional de carbono puede corromperse para crear otra fuente de beneficios, y es una distracción perfecta de los otros inconvenientes de los combustibles fósiles, que sin cesar siguen destruyendo hábitats y medios de vida.
Los combustibles fósiles, como el petróleo crudo o el gas natural, no se «descubren» sin más, ni se extraen con una simpática plataforma de perforación para ser transportados milagrosamente hasta el surtidor de gasolina o nuestro depósito de calefacción. No existe un buen «hada del petróleo», sino una enorme y compleja infraestructura, y es cualquier cosa menos «limpia» en cada una de sus secciones.
Veamos los otros tres aspectos destructivos de la industria petrolera que nunca deberían olvidarse en cualquier debate sobre los gases de efecto invernadero (CO2, metano, óxido nitroso N2O y gases fluorados).
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Exploración
Los problemas creados por los combustibles fósiles comienzan ya con los buscadores, y su financiación. El «descubrimiento» de yacimientos puede sonar noble y pionero, pero es un enorme negocio en sí mismo, en el que las compañías petroleras y los bancos, pero sobre todo los gobiernos, invierten miles de millones. Los gobiernos del G20, por ejemplo, gastan unos 88 mil millones de dólares al año en subvencionar la exploración de yacimientos de petróleo. *(1)
«Invertir» es el término correcto para las corporaciones energéticas y financieras, porque recuperarán muchas veces sus gastos como beneficios. Pero para los gobiernos y los contribuyentes, «invertir en combustibles fósiles» significa lo contrario: los gobiernos dan a las corporaciones dinero de los impuestos que nunca vuelven a ver y, por supuesto, lo que los gigantes fósiles luego «recuperan» en beneficios sale directamente de los bolsillos de la gente de a pie.
No importa. Lo principal es hacer subir el producto nacional bruto y el crecimiento económico, porque esa es la religión disfrazada de nuestro tiempo.
Después de «inversión», «exploración» es el siguiente eufemismo. Ya la exploración sísmica de nuevos yacimientos de petróleo y gas bajo el lecho marino revela toda la brutalidad y vileza que encierra nuestra economía extractivista:
«Los cañones neumáticos (cañones de aire) y los explosivos crean sonidos de baja frecuencia (por debajo de los 100 Hz) para generar impulsos únicos o barridos continuos de energía que generan ondas sísmicas para sondear el fondo marino. Los cañones de aire, con hasta 250 decibelios son unas mil veces más ruidosos que el motor de un barco, y destrozan todo lo que hay cerca. En el Ártico, la exploración sísmica en busca de petróleo y gas es incesante. Y si un yacimiento da resultados positivos, la llegada de la plataforma petrolífera supondrá una contaminación acústica permanente para las poblaciones marinas». (Hageneder 2021, Healthy Planet) https://www.johnhuntpublishing.com/moon-books/our-books/earth-spirit-healthy-planet
Solo el sonar militar, que provoca varamientos masivos de ballenas y delfines, tiene un impacto más drástico.
El ruido constante de las plataformas petrolíferas, los buques de suministro y los barcos petroleros es una tortura para innumerables criaturas marinas, la mayoría de las cuales tienen un oído muy sensible. Por ejemplo, hoy momentos en que las focas quedan prácticamente ensordecidas por el ruido de las vías marítimas. Además, sus bigotes son sensores táctiles que ayudan a los animales a «ver», bucear y cazar incluso en la oscuridad. Vibran a frecuencias de 100-300 Hz, banda que hoy en día está muy ahogada por el ruido de los motores de los barcos y las plataformas petrolíferas.
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Destrucción de hábitats y medios de vida
Luego viene la siguiente fase, la «extracción» (al menos este término es honesto). Como ya he dicho, no funciona con una monada como en el cómic de Lucky Luke. La megamáquina de nuestra economía extractivista avanza como si colonizara un planeta recién descubierto. En primer lugar, los organismos gubernamentales locales respectivos -en los países del sur global, a menudo también el ejército y/o escuadrones de limpieza criminal contratados a través de empresas ficticias- pueden expulsar a los lugareños y destruir la flora y la fauna de la zona.
Entonces comienza la incautación propiamente dicha. Tal vez nadie haya descrito esto de forma más vívida que Alex Perry en su obra literaria sobre Mozambique (el antaño idílico país de la costa oriental de África, frente a Madagascar). La provincia de Cabo Delgado, en el norte del país, se caracterizaba por sus cientos de kilómetros de bosques, playas y aldeas con cabañas de barro apenas conectadas con el mundo. Entonces llegó el punto de inflexión:
“Pero en 2010, un grupo de buscadores de Texas anunció que había encontrado uno de los mayores yacimientos de gas natural del mundo en alta mar, y en 2019, TotalEnergies, el gigante francés del petróleo y el gas, y Exxon-Mobil revelaron sus planes para gastar entre 20.000 y 30.000 millones de dólares respectivamente en su desarrollo, lo que convertiría a Palma en el lugar de la mayor inversión extranjera en África. El proyecto se desarrollaría en dos fases. En primer lugar, se limpiarían 16.370 acres de la península de Afungi, al sur de Palma, de granjas y aldeas, y luego se encerrarían en dos vallas paralelas de 12 pies de altura, dentro de las cuales los contratistas construirían un puerto, un aeropuerto, una red de calles, una central eléctrica y una planta de agua, junto con una sala de urgencias, una cafetería, un bar, un gimnasio y cientos de cabañas con baño para los directivos de Total, dispuestas en hileras, conectadas por pasarelas cubiertas y con farolas. A continuación, grandes extensiones de terreno en las afueras de Afungi se transformarían en media docena de campamentos gigantes de trabajadores -miles de cabañas de cuatro camas, además de lavabos y comedores comunes- para alojar a una mano de obra de 15.000 personas.”
Perry prosigue:
“En un lugar con una carretera asfaltada, una torre de telefonía móvil, un mercado, unos cuantos sitios de atención de salud básica, casi sin electricidad y un puñado de albergues para mochileros, eso significaba construir una ciudad nueva desde cero.”
En todo el país, contratistas, transportistas y muchos otros bribones vieron el «proyecto» como una gallina de los huevos de oro. 50 mil millones de dólares para «desarrollo» en un país pobre desataron un infierno de competencia, sobornos y conflictos sociales. Estimados lectores, no crean ni por un momento que la era del colonialismo y la esclavitud ha terminado.
Perry:
“Pero la maldición de los recursos también perdura hoy en día en los acuerdos entre las industrias extractivas y muchos de los regímenes más represivos y corruptos del mundo, en virtud de los cuales las empresas pagan miles de millones a los gobiernos, o a ministros individuales, para explotar la riqueza natural de una tierra, pero recompensan a las personas que viven por encima de ella con puestos de trabajo y seguridad de 200 dólares al mes, si es que ofrecen algo.”
La resistencia de la población local ha sido asumida por un grupo militante islamista. Curiosamente, la entrada de la Wikipedia en inglés sobre Cabo Delgado sólo menciona el terrorismo de los «extremistas islamistas», pero no dice ni una palabra sobre la industria petrolera de la zona.
Lea el artículo completo de Alex Perry aquí (en inglés).*(2)
- Contaminación
La múltiple y grave contaminación de la ecosfera de nuestro planeta comienza no sólo con la combustión, sino ya con la «extracción» de crudo y gas natural. Pero aparte de las supercatástrofes -como la ocurrida recientemente en la plataforma Deepwater Horizon de BP en el Golfo de México-, que son prácticamente las únicas que llegan a los titulares, apenas oímos hablar de estas catástrofes locales y regionales.
El número de accidentes y fugas en la extracción, transporte y procesamiento de combustibles fósiles es gigantesco. Y no sólo en la Unión Soviética, como los medios de comunicación occidentales subrayaban reiteradamente de forma programada durante la Guerra Fría, sino también en la patria de la manía petrolera, Estados Unidos.
Según Statista, en 2020 se produjeron más de 43.000 «incidentes» en los oleoductos estadounidenses,*(3) Reuters habla de 4 mil millones de dólares en daños y 122 muertes (en ese orden) en 11 años (2010-2021),*(4) y el Centro para la Diversidad Biológica revela que en EE.UU. desde 1986 «los derrames de oleoductos han alcanzado una media de 76.000 barriles al año, o más de 3 millones de galones. Esto equivale a 200 barriles por día».*(5) (200 barriles son más de 32.000 litros).
No es de extrañar que las protestas contra los oleoductos Keystone XL y Dakota Access hayan perseverado con tanta firmeza durante años. Pero, esperen, ¿qué estoy diciendo? ¡Las protestas de Standing Rock*(6) apenas han tenido repercusión en los medios de comunicación de algunos otros países (por ejemplo, Alemania)! Para saber sobre ellas, hay que buscar en The Guardian o en ciertos medios de comunicación estadounidenses.*(7)
Video: Los peligrosos oleoductos de Estados Unidos (en inglés)
Video animado sobre los accidentes de oleoductos registrados en Estados Unidos entre 1986 y 2013
¡Y esto es lo que ocurre en nuestro propio país! Lejos, donde nadie mira, las cosas son mucho peores: por ejemplo en Nigeria. El Instituto de Estudios de Seguridad lo resume: «El Delta del Níger, en el sur de Nigeria, es uno de los lugares más contaminados de la Tierra. Décadas de vertidos procedentes de más de 50 años de operaciones petrolíferas siguen erosionando la salud, el bienestar y los medios de vida de las comunidades locales».*(8) Los datos muestran que «de los casi 6.000 vertidos de crudo confirmados registrados en estos estados desde 2006, el 32% se produjeron después de 2016.»
Aunque gran parte de esto se debe a grupos militantes y al crimen organizado, este caos civil sólo surgió después de que las grandes petroleras destruyeran el tejido social, medioambiental y económico de la región. Por fin ha llegado el momento de que las empresas rindan cuentas por el ecocidio (más sobre esto en la Parte 1). El 29 de enero de 2021, el Tribunal de Apelaciones de La Haya dictaminó que la filial nigeriana de Shell había violado los derechos humanos y medioambientales y era responsable de las consecuencias de dos vertidos de petróleo en Nigeria.*(9)
Otro ejemplo de infierno es Kuwait. Cuando la invasión iraquí incendió los pozos de petróleo, los equipos de expertos tardaron meses en volver a apagarlos. La columna de humo inicial se extendió a lo largo de 800 millas. 11 millones de barriles de crudo se vertieron en el Golfo Pérsico y crearon una mancha de 15 kilómetros de largo. Se formaron casi 300 lagos de petróleo en el suelo del desierto. Y ahora, 30 años después, Kuwait sigue sin saber quién debe limpiar los 19 millones de metros cúbicos de arena contaminada.*(10)
E incluso cuando las sustancias volátiles se almacenan de forma segura y silenciosa en refinerías o tanques y fuera de las zonas de crisis, los contenedores supuestamente bien sellados tienen fugas y dejan escapar grandes cantidades de metano, un gas que es más de 80 veces más dañino para el clima que el CO2. El New York Times ha publicado un asombroso reportaje gráfico al respecto.*(11)
Otro problema es la radiactividad. Año tras año, la industria fósil libera más contaminación radiactiva que la energía nuclear.
El petróleo y sus productos y residuos son una de las fuentes más importantes de sustancias radiactivas naturales que se traen de las profundidades. La fracturación (o «fracking») de la roca de esquisto en el subsuelo, en particular, deja un desastre radiactivo.*(12)
La mayoría de los pozos petrolíferos producen una cantidad mucho mayor de un líquido salado tóxico llamado salmuera que de petróleo o gas real, hasta diez veces más. Y la salmuera es radiactiva en diversos grados. A menudo no se informa a los trabajadores de la industria sobre el peligro radiactivo, y más pronto que tarde en sus vidas estos sufren cáncer o úlceras y lesiones en la piel.*(13)
Para frenar la oleada de residuos tóxicos, gran parte de la salmuera se inyecta en la tierra a través de pozos de inyección. El resto se esparce deliberadamente por las carreteras del país. La industria vende la salmuera radiactiva a municipios rurales ignorantes, que utilizan la solución salada como descongelante en invierno y para aglutinar el polvo en los caminos de tierra en verano. Incluso se esparce regularmente en las carreteras que bordean los campos de maíz, los pastos de las vacas o los árboles de los que se extrae el jarabe de arce.*(14)
Otros residuos radiactivos que la industria fósil genera permanentemente son los recortes de perforación, el agua de reflujo, las incrustaciones de las tuberías, los lodos, los sedimentos y los filtros.
Incluso los productos acabados, antes y durante la combustión, no siempre están libres de radiactividad. Pero las autoridades sanitarias no ven ningún peligro para los consumidores por los bajos niveles de radiación. ¿O es que los límites se han fijado tan altos, como en la tecnología de los teléfonos móviles, que sirven a la industria y no a la salud de las personas? Porque, al fin y al cabo, el crecimiento económico es el objetivo al que debe subordinarse todo lo demás.
En la Parte 5 se analiza lo despiadada que puede llegar a ser nuestra economía extractiva y el «libre mercado», y cómo esto amenaza ahora la democracia e incluso el futuro de la humanidad.
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Fuentes (en inglés y alemán)
1 https://www.heise.de/tp/features/Oel-und-Kohle-Subventionen-ohne-Ende-4879159.html?seite=all
3 https://www.statista.com/statistics/1271787/us-oil-pipeline-spillage/
5 https://www.biologicaldiversity.org/campaigns/americas_dangerous_pipelines/
7 https://www.theguardian.com/us-news/gallery/2016/aug/25/north-dakota-pipeline-protest-pictures
8 https://issafrica.org/iss-today/endless-oil-spills-blacken-ogonilands-prospects
11 https://www.nytimes.com/interactive/2019/12/12/climate/texas-methane-super-emitters.html
La lucha por recuperar nuestro planeta
- Parte 1: Las desconcertantes estrategias de la industria de los combustibles fósiles
- Parte 2: Las desconcertantes estrategias de la industria de los combustibles fósiles (continuación)
- Part 3: Una advertencia urgente sobre el objetivo de las «Cero emisiones netas para 2050”
- Parte 4: Petróleo sucio: ¡no se trata solo del carbono!
- Parte 5: Los gigantes fósiles, el libre comercio y la guerra
- Parte 6: Cómo la red de extrema derecha gobierna el debate en torno al clima (entre otras cosas)
- Parte 7: El impactante alcance de la red de influencia de la extrema derecha
- Parte 8: Crisis climática, coronavirus y teorías conspirativas
- Parte 9: Cómo las teorías conspirativas solo sirven a un amo
- Parte 10: El «Gran Reinicio» y el totalitarismo frente a la verdadera revolución verde
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Fred Hageneder es autor del libro “Healthy Planet – Global Meltdown or Global Healing” (Planeta sano: colapso global o sanación global)
Traducido del inglés por David Meléndez Tormen