Chilenas y chilenos tenemos una deuda con Gabriela Mistral. Se le reconoce por ser, hasta hoy, la única mujer de habla hispana en recibir el Premio Nobel de Literatura (1945) y por su origen humilde y su formación como profesora normalista.
Gabriela Mistral fue mucho más. Fue una humanista universal con especial compromiso con niñas, niños y mujeres. La poesía, la educación y el activismo fueron sus armas para luchar contra las injusticias, la miseria y la discriminación. Siempre estuvo al lado de las personas señalando que “es importante ver un rostro humano”.
Nos hemos ido deshumanizando y ya no se habla de la persona humana ni de su dignidad. Simplemente se dice sin corazón ni sentimiento alguno: “es importante tener calle”. La calle se camina y se mira, pero no necesariamente se ve. Para ver el rostro de una persona se requiere humanidad, respeto y amor.
En educación sucede lo mismo. La labor docente se ha deshumanizado. Está convertida en una actividad de instrucción y labores administrativas en vez de formación. Los apoderados se ven a sí mismos y a sus hijas e hijas como clientes más que como miembros de una comunidad educativa. Esta realidad es una de las causas de que Chile tenga una de las tasas más altas de abandono docente de las aulas que alcanza a aproximadamente un 40% durante los primeros cinco años de ejercicio profesional (Ávalos & Valenzuela, 2016).
Esta realidad es altamente ineficiente en el uso de los recursos del Estado, pero por sobre todo en la afectación sobre la formación y aprendizajes de las y los estudiantes. Entender este fenómeno y tomar decisiones para revertirlo es uno de los pilares en el cambio de paradigma en la educación.
El alto abandono docente no siempre fue de esta magnitud. Siempre se hace referencia a la vocación y mística de quienes egresaron de las escuelas normales, siendo Gabriela Mistral una de sus máximas exponentes. Por ello, rescatar a Gabriela Mistral de los estantes y hacerla presente, es un paso para comenzar a rehumanizar la educación en Chile. Se necesitan ejemplos reales y modelos verdaderos a quienes seguir y admirar.
Es bueno traer al presente la carrera de Gabriela Mistral, quien, estando en la cúspide de su carrera docente en Chile, recibió una invitación de México para colaborar en la reforma educacional de dicho país en los años posteriores a la Revolución del año 1917.
Este año se cumplen 100 años desde la llegada de Gabriela Mistral a México, país que ha reconocido su aporte y mantiene vivo su legado con más de 500 escuelas que llevan su nombre.
Como profesora, humanista y poetisa, Gabriela Mistral, humildemente siempre señaló que era más lo que aprendía de su entorno de lo que enseñaba. No pasó por la vida mirando a la distancia, sino que siempre se involucró y vio el rostro humano de quienes tuvo al frente.