Un grupo de militantes, encabezado por Nélida Rey, realizó una recopilación de todas las publicaciones del periódico “El Humanista”, órgano oficial del PH. El trabajo se plasma ahora en un sitio web que permitirá el acceso al archivo completo de la publicación. El Humanista
Por Leandro Sánchez
Había una vez un periódico, no virtual, de carne y hueso. Durante 25 años fue testimonio del desarrollo del organismo político partidario del humanismo siloísta: el Partido Humanista (PH). Hoy retorna, como herramienta de consulta e inspiración, en un formato digital.
A través de sus más de setenta ediciones se documentaron las diversas posturas frente a los acontecimientos nacionales y mundiales, sin desatender a los fundamentos filosóficos que sostenían las acciones de los y las humanistas en el campo de la política. Su aparición nos remonta al retorno de la democracia.
El 8 de marzo de 1984, desde la Secretaría Política de La Comunidad para el Desarrollo Humano, nacía el Partido Humanista y con él una nueva forma de hacer política.
Inspirado en las ideas del pensador Mario Luis Rodríguez Cobos (Silo), reconocía al ser humano como valor central. Por lo tanto, se manifestó contra la violencia no sólo física, sino también económica, racial, religiosa, moral, sexual y psicológica, siguiendo el postulado expresado en su arenga de La Curación del Sufrimiento pronunciada en Punta de Vacas, Mendoza, el 4 de mayo de 1969.
El PH irrumpía con una mística desenfadada, alegre, no violenta, rompiendo los moldes de la política tradicional aportando una nueva mirada basada en la doctrina siloísta. Sus miembros, la mayoría jóvenes de 18 a 30 años, tomaron las calles, las ciudades, sin financiamiento empresarial ni respondiendo a las estructuras de poder instaladas. Su juventud, su fuerza y, sobre todo, su espíritu revolucionario y alegre convirtió al Humanista en un partido que no pasaba desapercibido para los ciudadanos y las élites gobernantes que tejían todo tipo de fábulas para explicar el nuevo proceso.
En la Argentina y el mundo nacía una nueva manera, un nuevo estilo político que desafiaba a los poderosos y los incomodaba, básicamente porque no respondía a sus formas tradicionales, sus dirigentes no se podían comprar y era imposible encasillarlo en sus viejas y conservadoras estructuras. No se definían de izquierda ni de derecha ya que aducían no estar en un plano sino en una esfera y en ese volumen declaraban estar “arriba y al frente”.
Las pintadas, frescas y originales, que denominaban a la democracia formal como una cerdocracia, tenían consignas claras y precisas: “Minga al Fondo”, “No a la Cerdocracia” y se convirtieron en una marca registrada.
El color naranja fue tiñendo todo el país de Ushuaia a La Quiaca. Sus militantes se trasladaban a dedo, en las clases más bajas de los trenes, a veces como polizones, acampaban en plazas y baldíos, se cortaban el pelo para fabricar pinceles, organizaban actos, volanteaban, se mezclaban con el pueblo y levantaban las banderas del ser humano como valor central, la no violencia activa como método de acción, el cooperativismo como sistema económico, el principio de opción, la nacionalización de la banca y el comercio exterior a la vez que se oponían al pago de la deuda externa y a los monopolios, clamaban por el servicio militar optativo, el voto a los 16 años, el divorcio y la democracia directa a través de plebiscitos y consultas populares.
Pero lo que lo hacía único al PH era su doctrina y su espiritualidad. Nunca antes una organización partidaria había planteado un cambio individual y social en forma simultánea y eso estaba representado en su principal símbolo partidario: el infinito, la cinta de Moebius.
Y todo eso tuvo sus testigos. Todo se reflejó en las páginas de su periódico partidario: El Humanista. Con Nélida Rey como directora, Luis Ammann como editor y secretario de redacción, y un equipo entusiasta de redactores, dibujantes y colaboradores, salió a la luz su primer número en noviembre de 1984.
Jóvenes y atrevidos para el sistema imperante, se animaron a desafiar desde sus páginas a los acartonados periódicos políticos de la época. Dibujos y viñetas creativas se alejaban de los próceres y llegaban a los jóvenes con un lenguaje llano y directo sin frases rimbombantes ni sentencias dogmáticas. Sin solemnidades se exponía la doctrina y la mirada humanista en cada uno de los temas que afectaban al país.
Fue el órgano desde el cual se dieron a conocer las propuestas partidarias y allí se publicaron sus documentos fundacionales como las “Bases para un Gobierno Humanista”, “La Hora Actual”, entre otros.
Se alentó y destacó la acción militante y pensante de los miembros del PH, se buscó también llegar al público en general y, cosa extraña en la época, se abrieron sus páginas dando lugar a otras expresiones políticas afines para exponer a través de sus publicaciones. Así participaron en ella figuras políticas y culturales con quienes el PH se relacionaba generando un frente de ideas que marcaría la política de la época.
Con la llegada de los años `90 y la ideología del “Fin de la Historia” y “de las ideologías”, El Humanista fue un faro para quienes resistían las ideas neoliberales, un espacio desde donde se podía continuar luchando en un momento en que la mayoría de las expresiones progresistas comenzaron a bajar los brazos fundiéndose con la ola liberal.
Convencido, con convicciones y mucho esfuerzo, en casas de familia, en locales partidarios, en inmuebles prestados, la redacción de El Humanista siguió dando que hablar sin doblegarse.
Desde sus páginas se bregó por planteos que hoy ya nadie discute: el divorcio, la patria potestad compartida, el servicio militar optativo, el voto y la mayoría de edad a los 16 años, son algunas de esas propuestas.
En El Humanista se imprimieron una mística militante, una propuesta política y espiritual, una nueva visión del mundo y de la historia. Quien quiera recuperar todo eso puede regresar a sus páginas y se encontrará con que todo lo allí escrito y difundido tiene un sentido, una búsqueda, un propósito y refleja la alegría de quienes, junto con todos los miembros del PH, construyeron y aún construyen el Nuevo Humanismo que sigue siendo una aspiración y un sentido.
Y ahora, gracias al trabajo militante de un grupo de nuestros compañeros, esa posibilidad está disponible. No es un repaso de la historia ni un archivo de la memoria, es un regreso a las fuentes.