Asistimos un año más a un gran despliegue de personas y medios para buscar medidas que puedan mitigar el cambio climático. Esta vez se celebra en Egipto, en la zona turística de lujo Sharm el Sheikh, una ciudad balneario repleta de piscinas y lagos artificiales en un país precisamente azotado por la sequía, el hambre, donde solamente se puede llegar en avión ya que se encuentra rodeada del desierto. Existen 12 lagunas artificiales en el entramado turístico donde se alojan las delegaciones de los distintos países que asisten a la COP27, entre las que destaca la más grande del mundo. Un lugar lejos de transportes públicos que puedan facilitar la movilidad. Un rincón donde más de 45.000 funcionarios de las delegaciones del mundo se alojan en sus hoteles de lujo, lo que cuesta en su conjunto millones de euros que pagan los ciudadanos del mundo, mientras sus líderes les exigen que se aprieten el cinturón.
Las COP se han convertido en lugares de vacaciones para miles de personas, en una multinacional que ya está preparando la COP28 para el año que viene, en la que durante quince días, los delegados asistentes tratan de buscar soluciones paralelamente a la feria que en su interior se monta con comidas, canciones, bailes regionales, regalos, grandes salones de descanso para el disfrute de los asistentes, cocteles tras conferencias que se realizan en los pabellones de los países y una infinidad de beneficios para todos los asistentes que raya la impunidad del objetivo por el que están reunidos. Un despliegue bestial que debe ser criticado ya que además no llegarán a ningún acuerdo y, si lo hacen, no se cumplirá, como estamos viendo a lo largo de todas las COPs. A quinientos kilómetros de la capital El Cairo, este lugar privilegiado, con todas las comodidades para los asistentes a esta cumbre, muestra al mundo la hipocresía de los mismos en un derroche impresionante. Más de 400 jeeps privados han llevado a los líderes mundiales a este encuentro, sin importarles en lo más mínimo la huella ecológica que están dejando en este gran negocio de las COP. Solo sirve como lavado verde para los gobiernos y que, de esta forma, parezcan que están preocupados por la lucha contra el cambio climático que ellos mismos están provocando.
De nuevo, las declaraciones del Secretario de las Naciones Unidas son claras y concisas: “Nuestro planeta está enviando una señal de socorro […] el cambio está ocurriendo a una velocidad catastrófica, devastando vidas y medios de subsistencia en todos los continentes”. Pero todas sus advertencias tanto del cambio climático, como de otras cuestiones en cuanto a violaciones de los derechos humanos, situación de los pueblos originarios, las hambrunas, las migraciones, etc., caen en saco roto o en oídos sordos para los responsables de las decisiones políticas mundiales.
¿Qué nos puede deparar este gasto enorme de medios y personal para solucionar el verdadero problema al que nos enfrentamos los humanos? Solo como siempre engaño y mentiras, acuerdos que se firmarán y no se cumplirán, reducciones de gases invernadero que no se consumarán, declaraciones que quedarán en el olvido una vez que acaben sus vacaciones a todo lujo, informes de científicos que los han minimizado y, por supuesto, fracaso de todos los gobiernos que solo actúan con intereses y dirigidos por las grandes multinacionales contaminadoras, sin ahondar en todos los gases de efecto invernadero que muchas otras industrias originan sin que se ponga límite a sus actividades, como las industrias químicas, el empleo de fitosanitarios masivamente, el consumo desproporcionado de carne, entre otras.
En este sentido, más de mil personas vinculadas a las compañías de petróleo, gas, carbón y mineras, están inscritas para participar en la COP27, son “lobistas” que buscan influir en las decisiones de los políticos y presionar para que sus intereses no se vean tocados, maquillando de verde sus nefastas intervenciones contra los recursos naturales, violando en muchos lugares de la tierra los derechos humanos. Solo la Delegación de Emiratos Árabes Unidos cuenta en esta COP con 1.070 miembros que todos sabemos que están vinculados al negocio del petróleo. La COP28 se celebrará el año que viene en Dubái. Además de ellos, 29 países en total tienen grupos de presión de combustibles fósiles dentro de sus delegaciones nacionales. Por lo tanto, está claro que no existe interés alguno en buscar una energía más eficiente o buscar soluciones, sino que desean continuar con el gran negocio del petróleo que a todos los países les interesa.
Pero este lavado de imagen de las empresas, no solo lo afirman investigadores independientes, sino que el Secretario General de la ONU ha pedido acabar con ello, que exista tolerancia cero con la eco-impostura: “El uso de falsas promesas de neutralidad en emisiones de carbono para encubrir la expansión masiva de los combustibles fósiles es reprobable. Es un engaño absoluto. Este encubrimiento tóxico podría empujar a nuestro mundo al precipicio climático. La farsa debe terminar”. Tal vez se olvida el Señor Guterres, que no solo son responsables las empresas, sino también los gobiernos que las cubren y que son manipulados por ellas.
De esta forma, seguiremos abocados a enfrentarnos seriamente con un cambio climático que ya estamos notando y que afectará a millones de personas. El negocio de la COP convertida en una multinacional vacacional para delegaciones de todos los países, se ha transformado, sin duda, en uno de los mayores fracasos y engaños a los ciudadanos del mundo. No hay interés para cambiar. Se buscan soluciones erróneas. Se alteran informes de científicos como el del IPCC del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, para minimizar las conclusiones del mismo. Se organizan eventos internacionales para lavado de imagen. Se crea las COP que son ferias donde los países despliegan sus intereses turísticos. Se firman acuerdos que no se llevarán a efecto. Y no lo digo por decir. He sido representante de la Sociedad Civil elegido por Naciones Unidas en la COP25 celebrada en Madrid y he sido testigo de todo ello. Todas se desarrollan y acaban de igual forma. Dejando asuntos pendientes para la siguiente COP y así alimentar la gran multinacional en la que se ha convertido lo que debería ser una asamblea seria para buscar soluciones serias, a uno de los grandes retos en los que se está enfrentando la humanidad por la irresponsabilidad de los que son elegidos para gobernar el mundo.