18 de octubre 2022, El Espectador
Una obra de arte. Cuatro tomos para tocar, ver, pensar y sentir lo que nos ha pasado en 30 años de vida y muerte. 30 años de un país que no se resigna porque sabe que la resignación es la cuota inicial de la derrota.
Colombia ya tiene dos antídotos contra el olvido: El informe de la Comisión de la Verdad (junio 2022) y El Testigo, “una exposición con alas”, lanzada el jueves en el Instituto de Paz de los Estados Unidos, en Washington. Se trata de un tesoro editorial, una lección de historia, homenaje a los despojados y a su dignidad. El Testigo, es una publicación con 700 fotografías tomadas por el lente y el corazón de Jesús Abad Colorado en 30 años de trabajo, consideración y urgencia por re-humanizar a la gente y a los territorios.
Jesús y la curadora María Belén Sáez de Ibarra lograron que este libro denuncia sea también un libro-esperanza. Y por eso hay destellos poderosos, símbolos de bondad, de esa fuerza vital ¿será ilusión? que se resiste a desaparecer entre los escombros: La niña vestida de rojo, pintando en el tablero de un aula derruida, un bebé en brazos de una guerrillera, la novia entrando a la iglesia de una población arrasada. Una mariposa en el pecho de un combatiente, y otra mariposa que se queda sobre las balas como intentando detenerlas.
Y claro, marchas fúnebres, desplazamientos, una crítica al negocio de las armas, pero muy pocas fotografías de gente armada. Estos libros son un canto a la paz; un canto construido con años de tristezas y violencias acumuladas, en el que cada centímetro de papel honra el valor de la vida.
En “El Testigo” –como en la realidad– cada huérfano tiene nombre, historia y trazabilidad. Cada uno es uno o una, cargando a cuestas un baúl invisible lleno de secuelas.
Los cuatro tomos recobran la identidad de cada individuo, de cada víctima, de cada combatiente soldado o guerrillero, porque en cada uno hay un ser humano. Todos son alguien en la realidad y en los libros, y hay que impedir que su rastro y sus rostros se rompan, como el espejo.
Pasan más de 1300 páginas y pasa Colombia, en un desfile de orfandades, éxodos y renacimientos, de velorios y claveles. Y Jesús reconstruye los trazos, los busca y los acompaña cuando entierran la cruz o cuando cultivan la tierra, y nos invita a seguir, hasta lograr que en Colombia río no sea sinónimo de naufragio, ni campo de camposanto, y no estemos condenados a hundirnos en espirales de violencia.
En lenguaje campesino tierra quiere decir arraigo, y arraigo son los hijos y los abuelos, y el sembradío y dos gallinas y un perro que también tiene nombre. Todo eso lo rescata Jesús Abad con su fusión de alma y cámara. Y vemos pasar la marcha de ladrillos para reconstruir el pueblo; un campesino cargando racimos de banano, campos de flores en vez de campos de minas, el hombre que cambió una ametralladora por una guitarra y desde entonces solo dispara canciones de amor.
Los libros se podrán adquirir a partir del 20 de octubre en http://www.eltestigocoleccion.com/; y el 22 Jesús y María Belén estarán en el Gimnasio Moderno en el 10º Festival Gabo. Gracias infinitas a Noruega, a la Universidad Nacional, a SURA y a Carlos Arcesio Paz, por haber cosido con amor y generosidad el sueño de esta obra. Ahora depende de la ciudadanía, ministerios y escuelas, bibliotecas, embajadas, iglesias, empresas y familias, que esta joya ética y estética, trascienda. El maestro dice que “nuestra vida es frágil y pasajera”, y tiene razón. Intentemos, mientras podamos, ser la mariposa que logre detener la bala.