La invitación a un encuentro cercano entre amigos, no tiene precio. Sentirte querida, esperada, atendida…es de lo mejor.
El dar generoso y el recibir agradecida, es un acto de reciprocidad muy hermoso.
Una noche tibia y ventosa nos acompañó. Le sumamos vinos rojos, salsas deliciosas y trozos pequeños de carne recién asada y en su punto.
Entre estos disfrutes y placeres la conversación fluyo ente lo humano y lo divino.
El buen trato, el respeto por el otro, la risa y la reflexión fue la tónica de la noche.
Los recuerdo iban y venían en cada uno de los participantes, mientras las imágenes de futuro eran compartidas y celebradas entre todos.
“Ama la realidad que construyes y ni aún la muerte detendrá tu vuelo”