Los obispos católicos deben visitar cada cinco años Roma hasta donde yacen los restos de los apóstoles y patriarcas Pedro y Pablo, como muestra de fidelidad espiritual plena hacia El Vaticano. Del mismo modo, los gobernantes de no pocos países del mundo concurren a Nueva York para mostrar su plena comunión con las políticas del imperio estadounidense y aquellas instituciones rectoras del modelo económico neoliberal o del llamado capitalismo salvaje.
Cada año, ante las Naciones Unidas, muchos jefes de estado expresan su sumisión a los postulados de la Casa Blanca en materia política y económica. Solo rompen esta monotonía discursiva aquellos notables mandatarios que desafían las normas imperiales y proponen un orden internacional distinto al que dictaminan los sucesivos gobernantes estadounidenses en concordancia con otras potencias mundiales. De allí que en los anales de este organismo multinacional se recuerden como hitos históricos los discursos rupturistas de un Salvador Allende, de un Che Guevara, Nelson Mandela y otros destacados líderes mundiales.
Este año, burlando la monotonía, le correspondió al Presidente de Colombia, Gustavo Petro, pronunciar una joya oratoria en la que opuso distancia con los grandes intereses de los países hegemónicos y su grave responsabilidad en el que puede ser el inexorable fin de la vida humana en el Planeta. Con bellas y bien pronunciadas palabras el discurso de Petro todavía no es aquilatado en todo su valor al fustigar la codicia económica de las grandes potencias, como su total irresponsabilidad en el fomento de la guerra, el negocio armamentista y tantos otros despropósitos. Así como manifestó su férrea defensa de la integridad de la selva amazónica a merced de los buscadores de petróleo y los enormes recursos naturales de este gran pulmón de la humanidad.
El novel presidente chileno, en cambio, aprovechó esta tribuna para referirse a situaciones internas de nuestro país, hablar del Estallido Social y lanzar la peregrina idea de que su gobierno no puede sentirse derrotado por el inmenso revés electoral del reciente Plebiscito que, como se sabe, rechazó con un 62 por ciento de los votos el texto constitucional que el propio Boric reconoció apoyar en las urnas. Después de haber realizado, como nos constan, intensas acciones proselitistas para conseguir el apoyo ciudadano.
Respecto de su explicación, habría que asumir a partir de las palabras de nuestro mandatario que nunca los gobiernos son derrotados en las urnas por las mayorías ciudadanas, con lo cual quedarían en ridículo esas nobles actitudes de algunos gobernantes que, al reconocer sus traspiés electorales, incluso, hacen abandono de sus cargos. Como fue el caso de un Charles de Gaulle, con todos los honores que la historia francesa y mundial todavía le tributan a su consecuencia.
Sin embargo, discursos más o menos, lo más preocupante de la gira del Presidente a la capital financiera mundial fue la actitud mendicante que demostró nuestra delegación en el objetivo de seducir a los inversionistas extranjeros, los cuales se han demostrado renuentes a traer a Chile sus capitales. Seguramente a raíz de lo que estiman la incertidumbre respecto del futuro institucional del país como también respecto de aquellas leyes prometidas por el gobierno de Boric en materia tributaria, impositiva y salarial, además de exigir la debida protección de nuestro medio ambiente.
Con el ministro de Hacienda, Mario Marcel, como su gran escudero, Boric cumplió con condenar desde el estrado de las Naciones Unidas a aquellos países incómodos a Estados Unidos, como lo son Venezuela y Nicaragua, junto con omitir censura frente a la actitud de países aliados de la gran potencia mundial como lo son Arabia Saudita, Marruecos y tantas otras naciones en que se violan flagrante y sistemáticamente los Derechos Humanos. Tampoco aludió a China, por ejemplo, seguramente para no afectar el destino de nuestras principales exportaciones.
Paradójicamente, para los propósitos de conseguir inversionistas y abrir mercado para nuestras materias primas, el rechazo del Plebiscito resulta estimulante para aquellos que temían la consolidación de un gobierno izquierdista en La Moneda. Tanto así que para el Bank of America el resultado de este referéndum, como el posterior cambio de Gabinete, “impulsarán una moderación de las reformas tributaria y previsional que se propone el gobierno de Gabriel Boric”. Con lo cual, como lo consigna la misma entidad financiera, Mario Marcel “parece tener un liderazgo cada vez mayor en la formulación de políticas…”
De ello podemos deducir que para nuestro Mandatario “no hay mal que por bien no venga”, si se trata de que con el rechazo a la nueva Constitución se pueda recuperar la confianza en Chile como campo fértil para las inversiones. Porque más allá de los protocolos del caso, lo que pudimos observar en Nueva York fueron las intensas reuniones bilaterales de nuestro Presidente y su delegación con otros mandatarios del Primer Mundo y toda suerte de funcionarios de entidades consultoras y clasificadoras de riesgo al servicio de los intereses de las transnacionales. Desestimando, por supuesto, el acercamiento efectivo a aquellos gobernantes latinoamericanos y del mundo en desarrollo con quienes estaríamos llamados a consolidar tratados de libre comercio, inversiones conjuntas y un conjunto de iniciativas que sinceramente alteren lo que ha sido la inercia de nuestras relaciones económicas y políticas internacionales. Logrando con capitales propios cimentar independencia económica, al darle valor agregado a nuestras exportaciones o commodities, como son calificados nuestro cobre, fruta fresca, madera en bruto y productos pesqueros. Los que después recibimos en productos elaborados que incrementan abusivamente su valor.
Hemos presenciado una verdadera visita ad limina ante los principales actores del mundo económico capitalista que ya se sabe están propuestos a impedir cualquier intento de alterar el actual orden económico y político mundial que tanto favorece a las naciones ricas e industrializadas. De esta manera, vemos con preocupación que después de esta gira puedan mutar los propósitos de cambio del actual Gobierno izquierdista y de sus aliados ideológicos. Y nos mantengamos rendidos ante los inversionistas ansiosos de explotar y llevarse solo nuestras materias primas.