Quienes practicamos deporte escolar siempre escuchamos de nuestros profesores de educación física que debíamos ser humildes en la victoria y tener entereza en la derrota. Una lección que se aplica para todas las situaciones de la vida en que uno enfrenta las alternativas de ganar o perder.
El plebiscito de salida no ha sido una excepción y bien vale la pena recordárselo a algunos que, con la soberbia del triunfo, se ríen de los políticos derrotados y llaman a sacarlos fuera, mientras que algunos derrotados se ríen de quienes votaron rechazo como, por ejemplo, de los y las petorquinas que viven acuciantes problemas de abastecimiento de agua.
Esta vez, con participación en torno al 85% de la ciudadanía, podemos decir que fue un triunfo de la democracia. Ya nadie puede decir que interpreta a la mayoría silenciosa que no vota porque ahora sí votaron. Nada más democrático que un plebiscito y espero que la nueva Constitución lo consagre para resolver las encrucijadas que deberemos enfrentar a futuro.
La alta participación se debió a la inscripción automática y el voto obligatorio. Cinco millones más de chilenos y chilenas salieron de sus casas a votar, que en elecciones con voto voluntario.
En Chile, la democracia constituye un valor nacional pero que aún no ha logrado ser apropiado por toda la ciudadanía.
Lamentablemente no tenemos experiencia de participación real y cotidiana. Desde la escuela nos imponen decisiones sin consultar y no desarrollamos la práctica democrática. Somos educados en un sistema jerárquico y autoritario, en que la imposición y obligación se impone por sobre la participación.
La escuela es fundamental en el ejercicio temprano de la democracia. La democracia en la escuela es la participación, en que niños, niñas y jóvenes eligen determinadas cosas, sintiéndose así parte de su proceso de enseñanza y aprendizaje. En el momento en que son conscientes de su derecho a elegir adquieren progresivamente su cuota de responsabilidad por las decisiones que la mayoría ha tomado.
Si no practicamos la participación y la democracia en la escuela no desarrollaremos las habilidades para hacerlo. Y quienes desprecian o no valoran la democracia terminarán afectando gravemente la convivencia.
Democracia y participación son la nueva convivencia, lo que va más allá de un concepto abstracto. Quienes las practican serán humildes en la victoria y con entereza en la derrota. Sólo así construiremos una sociedad más respetuosa, amable e inclusiva.