NOVELA ILUSTRADA

 

 

 

 

Nos fuimos caminando más allá de los montes 

Y todo se hizo claro, la luz nos transformó

Y fuimos luz y canto.

Nos despedimos de Hot y fuimos hasta la barca. De nuevo en el mar, pusimos rumbo norte. La noche era suave como negro terciopelo, el cielo iridiscente de estrellas diamantinas: vibrantes estrellas que no parecían ajenas a nuestra existencia. 

Drainov se estiró en el suelo de madera para poder contemplar mejor el firmamento. Veía caer las estrellas fugaces, las constelaciones aparecían claras, desplazándose lentamente…Recordó aquellas noches de verano en el campo con los seres queridos adivinando formas: caballeros celestes o carros de dioses… Presagiando  atentos a cualquier señal de ese inalcanzable y sagrado espacio. 

-Sí, sí, realmente el universo está lleno de mundos. Sólo es cuestión de tiempo que entren en contacto, observó Alator.

-¿Será para ayudarse o para destruirse?, preguntó Drainov.

-Suponemos que habrá un poco de todo, esperamos que al final gane el sentido común, le respondió Alator.

-Y la mente, ¿cómo se relaciona con el mundo material?, preguntó de pronto Drainov-

-Complementariamente. La mente usa el mundo material como un medio para realizar sus propósitos. Propósitos que verás cuando llegues a dónde vamos, Le aclaró Alator.

Acercamos la barca a una playa de arena fina y clara, echamos el ancla. Respiramos la brisa cálida que movía nuestras ropas, la capa de magos estrellada se hizo visible y se agitaba al contacto con el aire. Las palmeras majestuosas erguidas sobre la arena eran sólo tres, tres palmeras señalando un lugar. Alator y yo nos miramos largamente. Juntamos nuestras manos, nos abrazamos y luego nos despedimos. Alator volvería aquella misma noche a la Ciudad de los Magos. Yo Serva, guiaría a Drainov hasta El Reino Azul. 

-¡Seguimos en contacto!, fue nuestro saludo de despedida-

-Gracias Drainov por tu compañía, se despidió Alator de nuestro amigo.

Vimos descender la burbuja transparente y posarse en la arena. Alator entró y partió hacia arriba, hacia La Ciudad de los Magos.

Saqué mi varita y dibujé un círculo en la arena, pedí a Drainov que mirará en su interior y me dijera qué veía. 

-Una noche mientras dormía soñé que volaba, me acerqué a la ventana y salí volando. Recuerdo la sensación de estar suspendido en el aire…,volé hasta la cima de unas montañas, luego me encontré con unas paredes de roca gigantescas y allí detuve mi vuelo. Me quedé con la sensación de haber volado lejos pero no hasta el final, relató Drainov-

Tomé asiento en la arena y pedí a Drainov que buscará leña para hacer un fuego. Al poco rato volvió con algunas ramas secas que había encontrado.

-Um! qué maravilla que es el fuego…exclamé-.

-Sí, pero también es un poco triste, ¿no?, -Drainov estaba preocupado por algo-. ¿No hay en el fuego como ciertas figuras atrapadas o hechizadas?

-¿Figuras? ¿A qué te refieres exactamente?, quise averiguar.

-Al duende del fuego que si lo miras mucho te hipnotiza y te lleva con él hasta un castillo encantado rodeado de fantasmas y no puedes salir…, narró Drainov, con cierta ingenuidad en la voz.

– Un mago sí que puede salir, un mago sale de cualquier lugar. Por eso es primordial que llegues al Reino Azul, si llegas serás un mago y esos miedos ya no te han de preocupar. Ahora yo te acompañó y tienes mi protección, le aclaré.

Aquella noche dormimos junto al fuego, nuestro buen aliado, bajo las estrellas. Sobre la fina arena, la brisa acariciaba la túnica de mago. El guerrero Drainov dejó su armadura junto al mar, junto a la barca, ahora llevaba ropas claras y livianas.

A la mañana siguiente tras tomar un refrigerio  apagamos las brasas  y nos pusimos en marcha. Caminamos por la arena hasta llegar a las tres palmeras, allí empezaba el camino que iba subiendo por entre dunas bajas en las que crecían arbustos. 

Caminar por la arena puede ser agotador, por eso iniciamos el camino bien de madrugada. Cuando El Sol se situó en el cenit ya habíamos alcanzado el primer oasis. Allí nos repusimos tomando yogurt de cabra, panecillos de sésamo, dátiles y té que nos habían dejado los guardianes del oasis. Descansamos luego en unas hamacas, a la sombra de las higueras hasta la llegada de la tarde.

La tarde parecía una acuarela en movimiento, naranjas, blancos, carmesíes, rojos, grises, azulados…y los dorados. Los pájaros marchando al sol. Y de pronto, El Sol comenzó a agrandarse y sentimos que su energía nos llegaba y nos nutría. Respiramos, mientras su luz cálida  y suave penetraba en nuestras células, concentrando nuestra mente en la imagen que queríamos alcanzar: La cumbre de los dioses, el Reino Azul.

Dejamos unas monedas de oro en el oasis y tomamos unas alforjas que nos habían preparado los guardianes. También nos pusimos ropa de abrigo, gorras, guantes y bufandas de lana.

Seguimos por el camino serpenteante que subía por los cerros, a medida que subíamos veíamos el oasis abajo y a también las palmeras y la barca. El aire era más frío a medida que ascendíamos, pero El Sol aun nos acompañaba, era una larga puesta de sol que nos permitió alcanzar  la siguiente parada. 

La cabaña de madera estaba situada en el centro de una alegre pradera en cuyas proximidades ovejas de lana blanca tomaban la fresca hierba. Un arroyuelo de aguas puras bajaba hasta las terrazas llevándoles vida, nutriendo la tierra fértil que alimentaba el preciado grano.

Entramos en la cabaña ya en la noche, un fuego encendido en la chimenea, en la mesa un jarrón con agua fresca. Nos servimos y brindamos por el futuro, ¡siempre por el futuro! Preparado en la mesa un pan recién horneado, queso de oveja curado y miel. Olivas, manzanas y un rico potaje de verduras, legumbres y algo de carne.

Aquella noche dormimos en colchones de lana y nos tapamos con mantas de colores, tejidas formando dibujos. Todo estaba bien, a lo lejos un perro ladraba contento y sin sobresalto.

A la mañana siguiente nos despertó el canto del gallo. Dejamos todo en orden, tomamos malta calentita y una rebanada de pan con chocolate. Dejamos unas monedas de oro para los guardines y partimos guardando en nuestras alforjas respectivas, un tarro con cerezas en conserva y una tableta de chocolate. 

Cerramos la puerta y vimos como crecía un lirio azul próximo a la entrada.

-La bondad prevalece querido Drainov, le expresé contenta, el lirio azul es un principio del Reino Azul, ahí plantado será protección y guía para esta cabaña.

 Continuamos por el estrecho sendero que subía hacia otras colinas próximas, olía a plantas aromáticas, romero, tomillo y lavanda. Conduje a Drainov a una era  en la que antaño los campesinos trillaban. Aun perduraban los muros de piedra de  antiguas construcciones. Allí, oculto entre esas piedras estaba el cristal verde de forma ovalada. Lo cogí y miré a trasluz  su interior.

-Mira que curioso  Drainov…le dije extendiéndole el cristal-

-¡Oh! , Qué maravilla. Parece que se trate de un baile ritual quizá relacionado con la cosecha- Observo él. Lo bonito es que danzan formando un círculo que se contrae y se expande y luego forman esos pétalos, ¡es bellísimo!

El cristal mostraba una película con las imágenes de esas personas que nos mandaban su mensaje desde tiempos remotos. El mensaje decía claramente: “Hemos estado aquí, hemos bailado y llegado a comprender estas formas universales, las distancias temporales son en cierto modo ilusorias, ya que las mentes se comunican de verdad cuando llegan a los mismos estados internos. Por ello nosotros que estuvimos aquí en otro tiempo os dejamos este baile grabado en esta memoria de cristal para que vosotros, los que llegáis a este punto podáis saber de nuestra existencia y practicar la danza”.

Era

Círculo perfecto

Ser total.

Todo bien, sin fisuras el tiempo

Todo fluye como un río eterno.

Dos miradas, dos mundos

Una tierra y un cielo.

Un jardín de amapolas

En la noche un lucero

Nieve clara, aire puro

Aroma de romero.

Aquí, podemos bailar  la danza de los siete días.

La danza  de los astros, del sol, de la alegría

De la espiga, del viento, de tu mano y la mía.

Detener un momento el fluir de las formas y escuchar el silencio

Respirar esa noche de suave eternidad…

Y regresar al tiempo,  la vida y caminar…

Dejando que el sonido  de otra realidad 

Nos suavice por dentro y nos lleve al lugar

Que vibra en nuestro centro, volando más allá.

 

Capítulo 1.  Los elementos mágicos  Capítulo 2.   La sombra y el unicornio   Capítulo 3. La ciudad de los magos  Capítulo 4.  La ciudad de piedra Capítulo 5.  A través del silencio     Capítulo 8. La isla de la desesperación