Los habitantes del municipio de Chigorodó en la región de Urabá, departamento de Antioquia, celebraron la posibilidad de caminar su territorio sin temor a las minas antipersonal.
Por: Alejandra Cárdenas Quiroz
La Campaña Colombiana Contra Minas (CCCM) entregó el pasado 2 de septiembre un acta al Alcalde de Chigorodó (Antioquia), Eleazar Palacio Hernández, en la que se destaca que el municipio ubicado al occidente del país, está libre de sospecha de contaminación por artefactos explosivos. Esta declaración se da después de un trabajo de más de ocho meses, que terminó el pasado 21 de abril.
El evento realizado en el Parque Fundadores del municipio antioqueño, contó con los representantes de las víctimas del conflicto armado; el Director de Paz y No violencia de la Gobernación de Antioquia Juan David Gómez; las autoridades étnicas del municipio y diversas organizaciones de la sociedad civil y del sector productivo.
El acontecimiento es una muestra de resignificación de este territorio, que se caracteriza por la resiliencia, fortaleza y emprendimiento de sus 80 mil habitantes que vivieron el conflicto armado durante más de 20 años.
Territorios de paz
Las actividades de liberación de tierras en las 35 áreas que fueron catalogadas como zonas de alto riesgo, se hicieron en conjunto con los entes territoriales, las autoridades comunitarias, étnicas y el apoyo del Departamento de Estado de los Estados Unidos. De esta forma se beneficiaron 533 personas del municipio de manera directa, 71.804 indirectas y, de los cuales, 2.978 personas pertenecen a comunidades indígenas y afrodescendientes.
Por ello, el Subdirector nacional de la Campaña Colombiana Contra Minas, Camilo Ernesto Serna indicó:
«para la Campaña Colombiana contra Minas, es muy satisfactorio poder entregar otro municipio libre de sospecha contra Minas, llevamos tres municipios que entrega la Campaña, Algeciras en el Huila, Balboa en el Cauca y ahora Chigorodó, nosotros deseamos y anhelamos que este país esté libre de sospecha contraminas, que los niños puedan ir a la escuela, que el turismo pueda reactivarse. Cada municipio que nosotros entregamos, es volver a dar esperanza a tantos pueblos que han sido afectados no solo por las minas, sino también por la violencia que conlleva el uso de estos artefactos”.
En Algeciras, Huila, el proyecto de desminado humanitario inició en 2017 y finalizó en octubre en 2021 a través de la Campaña Colombiana Contra Minas, quien identificó 48 áreas peligrosas, donde se hallaron 49 artefactos explosivos que posteriormente fueron detonados de manera controlada”, aseguró Gerardo Vargas, Coordinador de la región sur-colombiana de la Campaña Colombiana Contra Minas, en la Radio Nacional de Colombia
Además, las minas antipersonal en este territorio dejaron 69 víctimas, de ellas 6 mujeres y 63 hombres. De la totalidad de afectados 9 eran menores de edad, 13 civiles mayores de edad y 74 personas que hacían parte de la fuerza pública, según datos de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz de la Dirección para la Acción Integral Contraminas Antipersonal.
Por otra parte, en Balboa (Cauca) la Campaña Colombiana Contra Minas entregó a inicios de octubre de 2020, 1.321 metros cuadrados libres de instrumentos explosivos, que son utilizados por 23 familias, compuestas por 29 hombres, 31 mujeres, 10 niños y 11 niñas.
En Colombia las primeras operaciones de Desminado Humanitario iniciaron en 2004 bajo el cumplimiento del artículo 5 de la Convención de Ottawa. La implementación de este acuerdo ha permitido que hasta el 31 de julio de 2022, 484 municipios hayan sido liberados de 8.380 artefactos explosivos, a través de operaciones de Descontaminación del territorio y Consejos Municipales de Seguridad, así lo evidencia el informe de los Resultados de las operaciones para liberación del territorio, publicado por la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, en julio de 2022.
El arte es resiliencia
La entrega simbólica del acta al municipio de Chigorodó estuvo acompañada de arte urbano a través de un mural que representa el aporte del Desminado Humanitario al desarrollo del municipio, de presentaciones artísticas del grupo de bullerengue Danzas del ayer, la Corporación Mukura y un grupo de danza del resguardo Polines.
“El arte viene hace rato haciéndole guerra a la guerra y lo hacemos a partir de nuestras letras, música y cuentos, el arte inmortaliza y cada vez que se pone una pincelada en la pared va quedar un mensaje claro y contundente. El arte y la cultura son la cura y estoy totalmente convencido que si hacemos más arte vamos a tener un territorio lleno de paz en compañía de todas estas entidades que están aportando su granito de arena” Carlos Manco, Director de la Corporación Mukura.
La Campaña Colombiana Contra Minas trabaja por una Colombia libre de minas antipersonal, como un aporte a la paz, pues esto permite el desarrollo de las comunidades a través de la promoción del desarme humanitario y la seguridad humana en los territorios que sufrieron este flagelo de la violencia en el marco del conflicto armado.
Chigorodó sobrevivió a la guerra
El municipio ubicado en el Urabá antioqueño fue testigo de una de las masacres ejecutadas presuntamente por los paramilitares al mando de Carlos Castaño y el Estado colombiano, según información del Centro de Investigación y Educación Popular (Cinep) y el Portal Periodístico Rutas del Conflicto.
Los hechos ocurrieron en la madrugada del 23 de agosto de 1992, cuando 10 paramilitares ingresaron a Chigorodó y asesinaron a seis personas que se encontraban departiendo en una fiesta en una calles de este territorio.
Además, los paramilitares solicitaron los documentos de las personas que estaban en la reunión y dispararon contra quienes no llevaban consigo su documento de identidad o sus nombres estaban en la lista que les había dado Castaño.
Las víctimas eran trabajadores de fincas bananeras o contratistas que pavimentaban la carretera Urabá – Medellín, y sus edades estaban entre los 19 y 33 años. Sus cuerpos quedaron tirados en la calle donde ocurrió la masacre, según el portal periodístico Rutas del Conflicto.
Chigorodó fue un territorio de disputa entre los paramilitares y el Bloque José María Córdoba de la antigua guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC). En la actualidad, los habitantes han reivindicado su hábitat por medio de la siembra y exportación de productos agrícolas como el banano, la piña y cacao. También sustenta su economía por medio de la extracción de minerales preciosos y la venta de las artesanías que producen las comunidades indígenas y afro.