La multinacional Syngenta, productora de semillas transgénicas y agrotóxicos, fue denunciada por impactos en la salud provocados por su herbicida paraquat. Entrevista al toxicólogo y ex empleado de la compañía, Jon Heylings, que detalla los encubrimientos corporativos, la corrupción científica y la complicidad de los organismos de control.
Por Anabel Pomar
“Probablemente esta sea una de las industrias más reguladas que existe en el mundo. Lo que nos pasa es que no estamos confiando en las agencias regulatorias más prestigiosas del mundo, que intervienen con estudios de muchos años para analizar si un producto es o no aprobado”, dice Antonio Aracre, gerente general de Syngenta para Latinoamérica, en una de sus tantas apariciones mediáticas.
Lo que no cuenta es que esas agencias regulatorias y puntualmente para su herbicida estrella, el Gramoxone (base de paraquat), establecen sus recomendaciones en información científica falsa proporcionada por el fabricante. Esto último la denuncia de Jon Heylings, quien fuera por más de tres décadas toxicólogo de la propia empresa Syngenta.
El experto declaró bajo juramento en dos oportunidades, en 2021 y 2022, ante la justicia de Estados Unidos en donde cientos de demandantes acusan al herbicida de producirles Parkinson y buscan la corporación compense esos daños.
Heylings habló con Tierra Viva desde su casa en Manchester (Reino Unido). Alejado de la actividad privada, el toxicólogo sigue siendo profesor universitario en la Universidad de Keele. “Trabajé para la empresa ICI, que se convirtió en Zeneca y luego en Syngenta de 1979 a 2008. En 2008, formé mi propia empresa, Dermal Technology Laboratory Ltd (DTL)”.
“Tengo toda la evidencia sobre el agente emético paraquat, incluidos muchos documentos originales firmados e informes a disposición de la Justicia. Si los tribunales me citan para declarar en el juicio, haré lo que hice la última vez y proporcionaré la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad”, afirma.
Las pruebas contra Syngenta
La documentación presentada por Heylings, conocida como los «Paraquat papers«, reúne notas de su trabajo y su denuncia interna, cuando trabajaba en la empresa, alertando que desde la década del 70 Syngenta comercializó el herbicida Gramoxone, base de paraquat, con una dosis incorrecta del emético PP796, una sustancia que induce al vómito y que debieron agregar en la formulación final del herbicida para prevenir muertes por ingestas accidentales del producto.
Uno de esos documentos es el «informe Rose» utilizado desde 1977 en todo el mundo por las agencias regulatorias para establecer el porcentaje del agente emético en formulaciones del herbicida. Heylings encontró en las notas del también ex empleado (ya fallecido), Michael Rose —de allí el nombre del Informe—, pruebas que confirman que se habían falsificados datos sobre la efectividad del porcentaje de emético que incluye Syngenta, hasta el día de hoy, en el Gramoxone. Algo que Heylings denunció a sus superiores en los 90.
El resultado de esa dosis incorrecta del emético se traduce, para Heylings sin dudas, en muertes que podrían haberse evitado. ¿Por qué se toma esa concentración tan baja y no la que a su criterio sería suficiente? “Para ahorrar costos”, cuenta. “De incluir el porcentaje adecuado el herbicida sencillamente no hubiera sido, ni sería, rentable”.
“En 2020, muchos años después de dejar Syngenta, descubrí que la especificación de la FAO para el emético era incorrecta. Revisé las especificaciones porque mi empresa (DTL) acababa de iniciar un nuevo proyecto de investigación sobre el Paraquat. Para mi sorpresa, después de no revisarlas durante muchos años, encontré que el nivel de emético recomendado es incorrecto. No es efectiva esa dosis en el hombre”, relata sobre su denuncia.
En Argentina los herbicidas de paraquat, como todos los agrotóxicos, están protegidos por secreto comercial, por lo cual no es posible conocer el porcentaje exacto de emético que contienen. Lo que informa el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), es que el piso mínimo que se requiere para su aprobación es de 0,8 g/l pero para el principio técnico concentrado, no para el producto que se termina vendiendo.
Las formulaciones finales hacen que el tema sea más serio. Ese es el caso del Gramoxone. Para ese producto —que Syngenta no vende en la Unión Europea pero que sí comercializa en Argentina—, la recomendación de la FAO y la cantidad de emético, según Heylings, está muy por debajo de lo que debiera. “Prácticamente todas las muertes por ingesta de paraquat son por el Gramoxone SL. Una cuchara de ese producto puede matar a un niño”, afirma.
Los daños de Syngenta y el paraquat
Syngenta vende la cuarta parte del herbicida paraquat que se usa en el mundo. De elevada toxicidad, por ingestión, el paraquat puede ocasionar la muerte del tejido pulmonar de forma irreversible. Es letal de ser ingerido y sin antídoto existente. Además es mutagénico (provoca anormalidades esqueléticas), teratogénico (que produce malformaciones en el embrión o feto), es señalado como neurotóxico y causante de enfermedades como el Parkinson.
En Argentina se usan 140 plaguicidas prohibidos en otras partes del mundo. El paraquat es uno de ellos. Altamente tóxico y persistente, no se permite su registro en 72 países. En nuestro país se puede comprar hasta por Mercado Libre, en cualquier vivero o forrajería y es uno de los herbicidas más usados en el agro.
Según informó el Centro Nacional de Toxicología Hospital Posadas a Tierra Viva, en lo que lleva el 2022, tres pacientes ingresaron con intoxicación de paraquat. Dos fallecieron y el desenlace del cuadro clínico del tercero no figura en los datos que poseen en ese centro de referencia (que solo reflejan lo que ingresa allí).
En el país no existe un registro nacional unificado de intoxicaciones por plaguicidas. Y el Boletín Epidemiológico del Ministerio de Salud no refleja la realidad. La falta de estadísticas, tanto en lo agudo cómo en lo crónico o a largo plazo que permitan conocer los verdaderos impactos de los plaguicidas, siguen siendo una deuda con la salud pública.
“Faltan a la verdad”
¿Por qué eligió hacer su denuncia pública?, preguntó Tierra Viva a Heylings. “La respuesta al ‘por qué’ es simple”, responde con seguridad: “Todavía hay personas, incluidos niños, que mueren por envenenamiento con paraquat. Discutí esto con Syngenta durante más de un año. La empresa rechazó todas mis acusaciones y negó que lo que afirmo, que el documento elaborado por Rose en el que se basa el porcentaje de emético que lleva la formulación y las agencias recomiendan, se basa en información y datos falsificados”.
“La opinión médica experta moderna está de nuestro lado. La FAO/OMS, la EPA de Estados Unidos y otros organismos tampoco han cambiado sus recomendaciones tras las acusaciones de Heylings», dice Syngenta en su sitio oficial.
Para el toxicólogo no hay dudas que esa afirmación falta a la verdad. “Ninguna de estas agencias internacionales quiere saber que hay un problema. Que ha habido un problema durante décadas. Syngenta debe decirle a las agencias regulatorias que la concentración del agente emético PP796 es ineficaz para provocar vómitos en 30 minutos en la mayoría de casos, ya que esto se basa en sus propios datos falsificados”, destaca.
“Ciencia” a medida
La industria química, Syngenta incluida, proporciona sus propios «papers» o investigaciones sobre la seguridad de sus productos. ¿El actual sistema normativo es capaz de velar y garantizar nuestra salud?, le preguntamos al experto. “No”, asegura Heylings categórico. “Ya que es la opinión propia de la empresa y por lo tanto no es independiente. La industria de pesticidas tiene la capacidad de usar solo los informes y datos que quieren mostrar a los reguladores”, denuncia.
Sobre por qué las agencias regulatorias no reconocen el problema, el científico afirma: “Si la FAO cambiara sus recomendaciones ahora, ¿quién sería responsable de todas las muertes por envenenamiento en niños? Depende de Syngenta aclarar esto. ¡Tanto la EPA como la FAO solo tenían los informes que la compañía presentó, incluido el informe Rose!”.
Syngenta también usó el paper de Meredith & Vale (de 1987) para respaldar el desempeño del emético. Heylings remarca, nuevamente, que fue una falsificación de la verdad, ya que esos estudios no se basaron en el Gramoxone, que es el producto que ha causado todas estas muertes en todo el mundo.
Glifosato y paraquat, golpe a golpe
Doble golpe. Así nombran los técnicos a favor del uso de agrotóxicos a la implementación secuencial, previa a la siembra, de dos aplicaciones, comúnmente herbicidas para “controlar las malezas”. Un primer golpe, con un herbicida o combinación de herbicidas sistémicos (glifosato y atrazina, mayormente). El segundo, con herbicidas de contacto cómo el diquat, paraquat o glufosinato de amonio. Ante la resistencia de las malezas, se aplican más cantidades y más tóxicos.
El Senasa autorizó 22 principios activos de paraquat y 118 formulaciones aprobadas para su comercialización. La mayoría clasificados cómo II —moderadamente peligrosos (banda amarilla)— y un menor porcentaje cómo III —ligeramente peligrosos (azul)—. El paraquat como sustancia activa llega mayormente de China. También desde Brasil, Inglaterra y Taiwan.
Syngenta, YPF, Atanor, UPL, Sigma Agro, Prochem Bio, figuran entre las numerosas empresas registrantes de formulaciones base de este peligroso tóxico aprobadas en el país. Syngenta Agro cuenta con cinco a su nombre: Gramoxone Súper, Cerillo, Oderis (2) y Herboxone, a las que hay que sumar las dos registradas por Adama, empresa también de Syngenta.
El regreso de los muertos vivos
El eco-toxicólogo de la Universidad Nacional del Litoral (UNL) e Investigador principal del Conicet, Rafael Lajmanovich, denuncia los efectos del paraquat desde los 90. En 1998 publicó en la literatura científica internacional un paper que muestra las alteraciones del paraquat sobre anfibios de Argentina.
“Lamentablemente el paraquat está más vigente que nunca. Esto se debe a que el glifosato presenta cada vez más resistencias de malezas que lo toleran y entonces vemos cómo estos herbicidas que deberían haber desaparecido, vuelven. Es el regreso de los muertos vivos, los viejos herbicidas vienen a hacer el trabajo sucio que ya el glifosato no puede”, sintetiza.
Los números de las importaciones ilustran ese crecimiento. En 2007 la cantidad de paraquat que ingresaba al país era de 1,3 millón de kilos. En 2014 ascendió a casi ocho millones. En 2021 el total importado asciende a 25 millones de kilogramos (entre paraquat y paraquat+diuron), provenientes desde China y México. Para contextualizar, ese mismo año el total de glifosato importado fue de 58 millones de kilogramos y la atrazina de 25 millones de kilogramos (según datos de la Dirección de Agroquímicos del Senasa).
A contramano del mundo, su uso en Argentina aumenta. Tierra Viva le preguntó a Syngenta ¿por qué venden paraquat acá mientras en Europa no lo hacen? La respuesta nunca llegó.
El profesor Heylings no duda en responder: “Porque ganan miles de millones”.
Mientras, golpe a golpe, el paraquat sigue presente en Argentina.