Desde hace semanas se multiplican en las redes sociales mensajes que denuncian la represión y vulneración de los derechos humanos en Irán. Periodistas, profesores, cineastas, activistas, etc. vienen sufriendo persecución y arrestos, ven sus casas demolidas… o, sencillamente, desaparecen. Entre ellos se encuentran miembros de la comunidad Bahá’í.
El domingo 31 de julio, en diversas ciudades del país, 52 hogares y negocios fueron allanados, requisados, y sus objetos confiscados. 13 nuevas personas fueron detenidas, entre ellas tres de los antiguos miembros del consejo directivo de la comunidad bahá’í iraní, que ya habían sido juzgados y luego encarcelados durante diez años. Ellos son Fariba Kamalabadi, Afif Naemi y la poetisa Mahvash Sábet.
Hablamos de todo esto con dos valientes mujeres bahá’i residentes en España: Clarisa Nieva, directora de la Oficina de Asuntos Públicos de su comunidad en el país y Ryma Sheermohammad, traductora del libro Poemas Enjaulados, de Mahvash Sábet.
Sigue una breve síntesis de lo que expresaron en la entrevista, que puede verse íntegramente en el video que acompaña esta nota.
De qué se acusa a los bahá’ís
La primera acusación es la de ser espías al servicio de Israel. El cargo “se apoya” en que la sede administrativa mundial de la Comunidad se radica en Haifa. Sin embargo esto ocurre desde mucho antes de formarse el estado de Israel y como resultado de que Bahá’u’lláh, fundador de la fe bahá’í, fue desterrado por la dinastía iraní en 1863. Para alejarlo todo lo posible del ámbito de influencia de Irán, se lo envió a la ciudad prisión de Akka –ahora San Juan de Acre–, hoy dentro del estado israelí. Obviamente, este argumento no tiene cabida ni sostén.
También se nos acusa de ser una “secta hereje”, cuando la fe bahá’í es una religión independiente, tiene su propio libro, sus enseñanzas, sus principios.
Sin embargo, y porque la constitución iraní garantiza la libertad de creencias, lo más preocupante son la acusación de espionaje y la de supuesta propaganda de la comunidad contra el régimen, porque bajo estos cargos, las personas acusadas pueden ser condenadas a muerte o a cadena perpetua.
El Ministerio del Interior hizo públicas estas acusaciones como justificación para la nueva detención de Mahvash y otras personas, como si prepararan el terreno para tomar inclusive medidas como esas. Hoy no sabemos el paradero de algunos detenidos ni sabemos cuáles son los cargos para cada uno, por eso tememos por sus vidas y pedimos el apoyo internacional.
El apoyo dentro y fuera de Irán
Los bahá’ís trabajamos por el mejoramiento de la sociedad y sus individuos, promoviendo principios como la libertad de oportunidades, la igualdad entre hombre y mujer, la libre investigación de la verdad, la búsqueda del conocimiento como forma de superarse… Son principios que liberan al hombre y la mujer de un pensamiento manipulador, de una dirección que justamente no permite esa libertad de pensamiento y conciencia.
A pesar de todo esto (o tal vez por eso mismo) desde hace mucho tiempo el régimen iraní se empeña en desacreditar a la comunidad bahá’í frente al resto de la población, en hacer una propaganda bestial para presentarnos como si fuéramos extraños y no verdaderos ciudadanos con derechos.
Sin embargo, frente a esta nueva ola de detenciones y abusos, hubo en las redes sociales una “tormenta” de apoyo por parte de iraníes no bahá’ís, de personas que dicen “nuestros vecinos son bahá’ís y nunca hemos visto nada ilegal”; gente que entiende que nada justifica que 200 agentes arrasen un pueblo donde viven 6 familias, que tiren con grúas las casas que llevaron años construyendo…
También es muy importante el apoyo recibido de activistas y de la prensa iraní que desde fuera del país han recogido y difundido testimonios, videos e imágenes. Y está el caso de una declaración firmada por más de 70 activistas, periodistas, premios Nóbel de la paz que dicen «cuando los derechos humanos de estos ciudadanos están en juego, nosotros también nos consideramos bahá’ís».
Medios de comunicación de todo el mundo han reflejado el tema en sus titulares. Algunos ministros de asuntos exteriores –del Reino Unido y Luxemburgo, por ejemplo–manifestaron su apoyo, como también las oficinas de derechos humanos de países de la Unión Europea.
El apoyo internacional tiene mucho valor porque en su propio país los bahá’ís no pueden hablar ni defenderse.
Por eso mismo, seguramente el gobierno iraní no esperaba que las personas se atrevieran a manifestarse dentro de Irán, cuando ellas mismas ven sus derechos vulnerados.
Cómo ayudar y qué importancia puede tener hacerlo
El primer paso es compartir esta información, que se conozca, difundirla a través de las redes sociales, compartirla con amigos periodistas, con autoridades de cada lugar, generar simples declaraciones personales o colectivas, compartir un vídeo dando apoyo y por supuesto denunciando, llegando a plataformas y movimientos que luchan por los derechos humanos.
Todo esto tiene mucha llegada y mucho impacto en la sociedad iraní. El mismo aparato que fabrica propaganda en contra de los bahá’ís, está monitoreando todos los apoyos y cada uno de esos apoyos es una muestra de que los bahá’ís –y en general los derechos humanos en Irán–, están a la vista de toda la comunidad internacional.
El valor de este apoyo queda claro en un testimonio de la propia Mahvash Sábet . Cuando ella supo que pasaría 20 años en prisión*, le preguntó al juez que la había condenado: “¿No hubiera sido mejor matarme?”. Él le respondió “Quisiera haberlo hecho, pero no encontré las pruebas suficientes”. Ya que eso era lo que él quería, Mahvash se preguntaba por qué luego le redujeron la pena a “sólo” 10 años, por qué salvó su vida y recuperó su libertad. Concluyó que fue así gracias al apoyo de miles de personas, de gobiernos y organizaciones internacionales que pidieron por ella y por otros.
Ahora, nuevamente, ella misma y otras personas están en una situación quizás peor que hace 10 años, y vuelven a necesitar solidaridad y ayuda.
*Mahvash Sábet fue detenida por el gobierno iraní en 2008. Sentenciada a 20 años de cárcel, fue puesta en libertad en 2018.
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