Desde el 6 de agosto, todos los sábados, Lorena Corrias se sienta en la Piazza Verdi de Como en una celda imaginaria de dos por tres metros dibujada en el suelo, vestida con el uniforme naranja de los presos de Guantánamo, y protesta de forma no violenta exigiendo la libertad de Julian Assange. Se ha sumado a la 24 horas por Assange que tendrá lugar el 15 de octubre.
–Lorena, ¿cómo se te ocurrió hacer esto?
–Durante meses quise hacer algo que tuviera un fuerte impacto en la gente; entonces en Instagram vi a una chica de Berlín –Raja Valeska–, que bajaba todos los días a lugares concurridos de la ciudad para protestar con un cartel que indicaba cuántos días llevaba Julian detenido en Belmarsh y dibujaba un rectángulo en el suelo con las dimensiones de la celda de Assange (2 por 3 metros). Me pareció una gran idea, muy impresionante, y por eso intenté aplicarla también en mi ciudad. Además la contacté y hoy seguimos atentas para realizar nuevos proyectos juntas. Ella ha sido mi musa. Su idea y su valentía me conmovieron profundamente.
–¿Qué es lo que te conmocionó especialmente de Julian?
–No puedo enumerar sólo un aspecto.
Me conmovió la injusticia a la que ha sido sometido, pero también su inmensa valentía y su lealtad hacia nosotros: lo arriesgó todo para hacernos saber lo que realmente estaba pasando en el mundo. Desafió a un sistema injusto y corrupto.
Es sin duda un gran héroe, un hombre único, tenaz y de una inteligencia enorme, un ejemplo para todos nosotros.
Luego, por supuesto, me llamó la atención que tuviera una idea tan fuera de lo común, súper innovadora y revolucionaria (WikiLeaks) y que lograra ponerla en práctica. Seguramente a todos nosotros nos hubiera parecido una empresa prácticamente imposible, ¡pero él lo hizo! Durante unos años fue el protagonista de las noticias a las que sólo él, los denunciantes y sus colaboradores tenían acceso; fue el inventor de un mundo nuevo, un mundo justo donde los más débiles ya no estaban ocultos por el secreto y donde todos teníamos acceso a la información que nos imiportaba. Nos dijo lo que los estados querían ocultarnos.
Me impactó conocer la historia de los detenidos en Guantánamo, muchos de ellos inocentes; ver cómo los soldados estadounidenses disfrutaban disparando desde helicópteros a civiles desarmados que simplemente caminaban por la calle… Era como ver a niños jugando a la Play Station (me refiero al vídeo llamado Collateral Murder). Me chocó ver que estados como Estados Unidos, Australia, Suecia e Inglaterra infringen numerosas leyes para dar una lección a una persona inocente, que sólo hacía su trabajo gratuitamente por el interés de la población.
Me dolió ver cómo lo acusaron de violación y cómo, desgraciadamente, mucha gente perdió la fe en él por esta acusación infundada. Después la acusación se retiró, pero nunca fue rectificada en la televisión ni los periódicos con la misma repercusión que cuando lo hicieron parecer un criminal a los ojos de todo el mundo.
–¿Hasta dónde piensas llegar?
–Por el momento he solicitado permiso hasta fines de marzo, pero no descarto prolongar mi protesta el tiempo que sea necesario hasta que Julian sea liberado.
–¿Cómo te sientes durante esas dos horas?
–Experimento distintos sentimientos.
Intento empatizar con su situación pensando cómo se siente ahí dentro, solo, sin ninguna certeza sobre su destino o su futuro. Imagino lo terrible que es estar encerrado en un espacio tan pequeño, oscuro y sin luz natural, y me duele saber que no puedo hacer nada para sacarlo de inmediato de ese infierno.
Y luego están los sentimientos que resultan de las interacciones con los demás. Me gustó la idea de quedarme quieta en un sitio esperando que los curiosos se acerquen, porque parar a la gente suele estar mal visto; la mayoría no quiere ser molestada, tiene prisa, está ocupada. Me decepciona cuando alguien que no conoce a Julián o su historia, no quiere ni siquiera intentar saber por qué yo y tantos otros estamos comprometidos en apoyarlo. O peor aún, cuando piensan que es culpable y que se merece lo que le está pasando, porque desgraciadamente eso también ha ocurrido.
En cambio, cuando se me acercan personas curiosas y con ganas de saber y profundizar, me siento aliviada y satisfecha, porque entonces creo que todavía hay esperanza.
–¿Cómo reacciona la gente, qué dicen tus amigos y seres queridos?
–La mayoría de mis seres queridos me apoya. Algunos amigos me apoyan plenamente, mientras que otros guardan silencio. En cuanto a la gente en general, desgraciadamente la mayoría se retrae ante las personas que se manifiestan, me miran con extrañeza, algunos miran la «celda» con la foto de Julián dentro e intentan leer los carteles, pero luego en cuanto ven que intento hablar con ellos se van. Otros, en cambio, los que quizás son más curiosos o empáticos o los que conocen el caso, me agradecen lo que hago y me hacen preguntas.
–¿Qué quieres decir, en profundidad, con esta iniciativa? ¿Qué mensaje quieres dar?
–Mi mensaje es que no quiero vivir en un mundo en el que Julian Assange esté encerrado en una prisión de máxima seguridad, o sea extraditado a Estados Unidos, o peor aún en un mundo en el que muera en prisión. NO QUIERO VIVIR EN UN MUNDO SIN JULIÁN ASSANGE y no quiero quedarme callada mientras él pasa por esto. Todo el mundo debe saberlo y todo el mundo debe hacer algo para salvarlo. ¡SOMOS MUCHOS! Nunca aceptaré otra solución que no sea su liberación inmediata.
El objetivo de mi protesta silenciosa, sin embargo, es informativa: me gustaría que todos los que se acercan, aunque decidan no hablar conmigo, de todos modos investiguen sobre él y sobre su situación. Si al menos un tercio de las personas que pasan por Piazza Verdi durante esas horas buscaran en Internet quién es Julian Assange, mi protesta no habrá sido en vano.
Por último, creo que es crucial que todo el mundo entienda que este caso afecta al futuro de todos nosotros; todos nosotros podríamos ser tratados como Julian Assange en el futuro.