NOVELA ILUSTRADA

 

 

 

Continuamos navegando, ahora el mar tomaba un color azul y empezaba a salir el sol, los peces plateados saltaban a nuestro alrededor con alegres cabriolas, las velas blancas inflamadas por el viento empujaban la barca con decisión, mientras la espuma de las olas las acompañaba. ¡Olor a sal, rumbo a nuestra ciudad!

El guerrero se desperezaba. –Buenos días, caballero, le ofrecemos un café –

-¿Qué es la magia, exactamente?, nos preguntó.

-Es un poder que se usa para obtener un resultado- Mira a tu alrededor, ¿Por qué vuela un pájaro, por qué nace un niño? ¿Es eso mágico? Dirás que no, que tiene una explicación. Y la tiene pero sólo hasta cierto punto. Todo tiene una explicación, todo puede explicarse y las explicaciones nos ayudan a comprender el misterio que es todo. Pero no nos engañemos, no vayamos a creer que lo que aún no tiene explicación nunca la podrá tener o sólo es cosa de la imaginación, le respondió Alator-

-Quiero aprender a usar el poder, entrenarme, superar las pruebas, vencer a los animales terribles, a los fantasmas de la noche. Quiero saltar sobre el abismo sin fondo, ser capaz de ver su horror sin sentir espanto, porque quiero llegar a la otra orilla. Quiero cruzar el rio. Pero sé que solo con mis fuerzas no podré. Sé queridos amigos magos que, aunque vosotros me acompañáis, soy yo el que debe vencer lo que debe vencer, a mi me corresponde vivir esta aventura y llegar al final, dijo suspirando el guerrero-.

-Empezaremos  por el principio. Iremos a La isla de la desesperación. ¿La recuerdas?, inquirió Alator.

-Sí, claro que la recuerdo, no es un lugar que me guste precisamente, confesó el guerrero.

-La atracción que te produce es directamente proporcional al miedo que te incita, ambos sentimientos te atan a ese lugar. Nunca has sabido por qué, es hora de averiguarlo,  explicó Alator-

Continuamos por el mar rumbo a la isla. Al llegar a sus costas anclamos nuestra embarcación y seguimos el camino ondulante que conducía al Palacio Maldito. Situado en el final del camino se erguía en la punta del islote, suspendido sobre el precipicio. 

Un viento helado corría silbando enfurecido por sus ventanas abiertas, sacudiéndolas, anunciando temidas y sombrías presencias. La puerta oscurecida por los años cedió crujiendo. Subimos unas escaleras hasta el primer piso, seguimos por un pasillo enormemente largo, en el suelo baldosas de colores blancas y negras dibujaban un tablero. De pronto el guerrero se inspiró.

Comenzó a saltar por las baldosas siguiendo una serie de números. Descomponiendo su fecha de nacimiento como a él se le antojaba, contaba las baldosas primero a la derecha, luego a la izquierda, luego para atrás y después para adelante. 

Creía, mientras lo hacía, que estaba resolviendo un enigma y, que sin duda llegaría al lugar exacto al que debía llegar. Pero lo cierto es que seguía en el mismo sitio. Recordó entonces el sueño del cruzar el rio y de cómo pensó que cruzaba para acabar descubriendo que estaba en la misma orilla del principio. Se sentó en la baldosa, pensativo.

-Amigos magos, ¿exactamente que se espera de mi?, preguntó.

-Mira ahí adentro, en una de esas habitaciones se oculta algo o alguien. Ese ser o no ser o lo que sea, igual no es nadie, igual es un fantasma. Igual es un infiltrado, alguien de otro tiempo, de otro mundo, alguien que no tiene por qué estar ahí, alguien que se aferra a ese lugar como un vampiro errático. 

Un guerrero debe afrontar esas cosas. Para un guerrero nada es indiferente. Por eso, querido amigo, no puedes permitir que se instalen aquí seres de esa calaña. Sí, sabemos que le tienes miedo. Le miras a lo lejos, intuyes su presencia, sientes su sed de sangre. Hasta has llegado a presenciar sus extraños rituales en los que despedaza los miembros de sus víctimas. 

Sabemos que de algún modo lo justificas y hasta te inspira cierta simpatía. No te equivoques: Esto es una guerra. No te confundas: Compadecer al que busca redimirse no es lo mismo que justificar al que persiste en su fatalidad teñida de sangre y sed asesina. Un guerrero debe saber en qué bando está, aclaró Alator a nuestro amigo.

El guerrero comprendió y se dijo: -Sé que debo vencer el miedo, esa sombra no podrá detener el fuego, el amor que vibra radiante en mi alma. La vida toda es un entrenamiento o debería serlo. ¡Cuánto tiempo perdido en vano!- Un guerrero debe estar siempre en forma, siempre atento, siempre en lucha contra la oscuridad.

Alator tomo una antorcha y le indicó que nos siguiese por el largo pasillo en sombras. Al alumbrar la entrada de la habitación el guerrero abrió la puerta. Al fondo se veía una ventana abierta cuyos visillos movidos por el viento resultaban escalofriantes.  En el centro, una cama grande y alta de madera, a la que se acercó. 

Valeroso corrió las sabanas pesadas y al hacerlo descubrió una figura momificada con la boca abierta que extendió su mano y atrapó el brazo del guerrero:-Sed, tengo sed, dijo con voz carrasposa, dame agua.- 

El guerrero tomo una jarra que había en la mesita cercana y la acercó a su boca. 

La momia se incorporó: -Es muy difícil que llegues a ninguna parte porque no hay ninguna parte. No hay nada, sólo polvo y tempestad, agonía y más polvo. Polvo y oscuridad. Polvo y oscuridad. -Seguía repitiendo la momia, y mientras lo decía se iba deshaciendo, deshaciendo en un remolino de polvo que finalmente escapó por la ventana,  alejándose como una voz más de la noche.

-Me siento como vacío, dijo el guerrero, que mirando a su alrededor halló la habitación en calma, ya había cesado el viento y los visillos reposaban.

-Ahora nos vamos, queremos enseñarte algo, le dijo Alator.

 

La varita

Abandonamos el palacio y luego el islote para partir rumbo al bosque. Dejamos la barca junto a los verdes castaños que nos acogían. Fuimos al avellano sagrado, tomamos una de sus ramas y se la dimos al guerrero. Este la tomó con reverencia, comprobó su firmeza su suavidad y blancura, su flexibilidad.

-Será desde hoy tu varita mágica, para aprender a usarla sólo tienes que practicar y practicar, pero practicar la acción que todo lo cambia. Esta es la verdadera magia, la magia que ayuda a renacer, la que envía la estrella más alta, la magia del amanecer.- Le explico Alator.

El guerrero guardó la varita entre sus ropas y juntos marchamos hacia una colina próxima. Descendimos hasta una pradera corriendo alegremente y llegamos hasta una cabaña de madera. Una cálida luz se veía a través de los cristales, llamamos a la puerta y salió a recibirnos un hombre corpulento y jovial, vestido con colores vivaces.

-Sed bienvenidos, nos señaló las sillas alrededor de una mesa de roble rectangular. Nos sirvió zumo de manzana y unos trozos de pastel de albaricoque.

-Buenísimo, muchas gracias por tu hospitalidad, le dijimos todos entusiasmados-

-Me llamo Hot, se presentó el anfitrión-

-Nosotros somos Serva, Alator y el guerrero…¿Cómo te llamas guerrero? le preguntamos-

-Me llamo…no sé, lo he olvidado, lo siento pero ahora no logró recordarlo. –Se lamentó el guerrero-

Nos hizo mucha gracia y nos reímos a pierna suelta.-¿Qué tal si miras en tus bolsillos por si encuentras un papel con tu nombre?, le aconsejamos.

-Nada, respondió sorprendido.

Entonces le indicamos que fuese con la varita hasta un claro del bosque y que allí, él solo, hiciese algo para intentar recordar su nombre. 

Asintió y salió de la casa. Llegó junto a un álamo centenario, sacó la varita y se puso a usarla como si fuese un espadachín de esgrima. Le pareció oír que el árbol se reía con una risa noble y antigua. Luego se sentó en el suelo, cerró los ojos y empezó a respirar en silencio. 

Escuchaba el sonido del bosque, los árboles movían las ramas siguiendo una melodía de siglos.

Se preguntó  cómo sería usar la varita para recordar su nombre. -Con la varita se pueden transformar las cosas, pero tratándose de un problema de memoria, no veía el modo. En fin.., se dijo, acercaré la varita al álamo, su corteza rugosa parece querer indicarme algo, quizá si apareciese un signo o una palabra…-

Suave  y reverentemente toco la corteza del álamo y al hacerlo se ilumino ese espacio formando un círculo en cuyo centro aparecieron unos caracteres formando una palabra: Drainov

No sabía bien que significaba aquello pero le sonaba bien, le sugería cosas como el vuelo y la fuerza del guerrero, pensó que ese nombre le iba bien. Dio las gracias al álamo y regresó a la cabaña.

-Entra, te estábamos esperando, decíamos de jugar una partida a las cartas, ¿Te apuntas?, le invitamos.

-Podéis  llamarme Drainov, nos comunicó.

-Yo reparto, dijo Hot.

Las cartas eran de mayor tamaño que las ordinarias y sus colores muy intensos. Estábamos impacientes para ver que nos tocaba, ya que aquella baraja era distinta a cuantas habíamos visto antes.

Hot nos dio tres cartas a cada uno, él no se sirvió, y luego nos dijo que eligiéramos la más alta de las tres y la pusiéramos en la mesa boca abajo. Él las iría levantando y se revelaría la más alta de todas, y esa ganaría.

Miramos las cartas y cada cual eligió la suya, las pusimos en la mesa y Hot  las levantó:-  ¡Gana el palacio de cristal, de Drainov!, anunció.

La de Alator era La Estrella y la mía La Luna. 

Seguimos jugando un buen rato, las cartas eran representaciones de figuras como la dama de la fuente, el gato blanco, el pico del águila, el laberinto de la fortuna, el alfiler de plata, el gallo verde…y otras por el estilo. Las partidas las ganó todas Drainov , que se sentía muy orgulloso de su gesta.

-¡Como eres el campeón te mereces una medalla!- Le dijó euforico Hot, y sacó una de un cofrecito de madera de castaño y se la colocó.

-Gracias, sonrió Drainov. 

La medalla era dorada y completamente lisa. Tan pulida era su superficie, que podía ver en ella el reflejo de su rostro.-Sólo nos tenemos a nosotros mismos, pensó Drainov al reconocerse en ese círculo dorado-.

-A veces nos han preguntado si existe algún tipo de conexión entre los seres. Los magos estamos conectados mentalmente, porque hemos llegado a un lugar en el que se conoce el plan universal, por eso al saber lo mismo sabemos lo que hay que hacer.  En realidad la soledad es también ignorancia o falta de fe en la vida. Pero depende del tipo de soledad, si es un alejamiento voluntario de aquello que distrae o desvía, entonces bienvenida sea. 

Si la soledad es sentirse un pequeño ser encerrado en unas condiciones de existencia en las que no cabe el futuro ni la poesía ni lo imprevisto azaroso, ni la magia, ni la ventana abierta a otra realidad. Una realidad soñada, añorada, amada. El paraíso..! Algo así como un sentirse pleno, libre y en la total certeza de la existencia propia como ser independiente de todo fenómeno externo. ¡Cómo puede describirse la libertad que se alcanza, la inmensa felicidad! Caen los pensamientos como un velo rasgado y entra la luz en pleno…y uno sabe que existe y lo demás es secundario, le dijo Alator. Suavemente, apoyando la mano en su hombro.-

-Queridos magos, dijo Drainov, necesito llegar a la cumbre de los dioses, a la cumbre sagrada, al  Reino Azul, sé que me ayudareis pero, decidme, ¿Estoy entorpeciendo de algún modo mi propia marcha?

-Depende de si quieres llegar en esta vida o lo dejas para otra. Voy a calcular las probabilidades con mi calculadora original. Veamos: ¿Año de nacimiento? – preguntó Alator.

-1721,respondió Drainov.

-¿Enfermedades? Prosiguió inquiriendo Alator

-De momento resfriados y alguna que otra caries, dijo Drainov

-Cada vez te queda menos tiempo, nuestro consejo es que te pongas en marcha ya, sugirió Alator

-Pero  aun tengo cosas que resolver por aquí: Tengo que enfrentarme al vampiro de la isla maldita, pues aquella momia no creo que fuera él. Tengo que encontrar la otra orilla del río en donde se esconde la dama del farol y para ello debo mirar al pozo sin fondo que guarda la imagen más temida, la de la muerte. ¿Y qué más? Bueno creo que eso es todo. Replicó Drainov.

-¡Pretextos!.., le aseveró Alator, no tienes porque hacer todo eso, nadie te obliga. Para ir al Reino Azul, morada de los dioses, debemos partir ya y dejar  atrás todo lo demás, ¿Estás de acuerdo?

-Sí, vayamos ya. Realmente siento que eso es lo más importante y lo que siempre quise hacer, no sé por qué, sin embargo ando metido en otros asuntos creyendo que debo hacer esto o aquello.-reflexionó Drainov.                           

Capítulo 1.  Los elementos mágicos  Capítulo 2.   La sombra y el unicornio   Capítulo 3. La ciudad de los magos  Capítulo 4.  La ciudad de piedra Capítulo 5.  A través del silencio