POEMA
Llega como la tormenta,
sin avisar,
sin hacer ruido,
sin una señal que emane alejamiento.
Llega porque se instala,
se adhiere a tu piel congelada,
se abraza a tu corazón desolado
y tu estómago lo deja vacío.
Se apodera de tu cerebro vulnerable,
lo invade con imágenes que asustan,
lo carga de energías que explotan,
lo atrae y repele al mismo tiempo
y te asusta pero te acerca.
El silencio comienza a producir ruido,
la inquietud tuerce mis piernas,
la acidez maltrata mis tejidos
y los misterios de la noche
se convierten en historia.
La calma se convierte en huracán,
la paz se diluye en guerras internas,
la marea se establece como norma
y color oscurece para siempre.
Duele no dejarse caer
y ser auxiliado.
Duele no sentir el hombro
que un día me sostuvo.
Duele guardar secretos
a quien naturalmente se le hablaba.
Duele no creer
en quién con los ojos cerrados se confiaba.
Duele mirarme
y ya no saber si es verdad o mentira.