Miedo y confianza son dos emociones que están en juego en casi todos los procesos de la vida y cobran especial relevancia en campañas políticas, sean estas para elegir representantes o para expresar opinión en un plebiscito. Lo interesante y novedoso es que las investigaciones científicas han demostrado que miedo y confianza son dos estados opuestos.
El miedo es una de las emociones básicas que experimentan las personas y se dice que tiene un único objetivo que está en el ADN del ser humano desde sus orígenes, la supervivencia. Es por esta razón que el miedo es tan movilizador generando conductas inmediatas y sin mayor discernimiento.
La confianza es la creencia, esperanza y fe persistente que alguien tiene, referente a otra persona, entidad o grupo en que será idóneo para actuar de forma apropiada en una situación o circunstancia determinada. La confianza genera conductas de colaboración.
Investigaciones neurocientíficas recientes han encontrado que el miedo ocupa tres áreas cerebrales y son las mismas redes neuronales que ocupa la confianza. Para el cerebro, o tienes miedo o tienes confianza, pero no puedes encontrarte en ambos estados a la vez.
El miedo y la confianza, al igual que otras emociones, no son racionales, nos llegan cuando nos enfrentamos a una situación real o imaginaria. Surgen en nuestro cerebro sin aviso previo. Los publicistas conocen muy bien estos mecanismos y desarrollan la capacidad de producir eficientes campañas comunicacionales utilizándolos. Éstas se hacen más efectivas cuando mienten, sin valores ni escrúpulos.
En las salas de clases, profesoras y profesores, también conocen, por la práctica, esta realidad. Su misión no es sólo impartir conocimiento, sino que desarrollar en sus estudiantes confianza en sí mismos y en los grupos de referencia en la escuela y en su entorno familiar. Los estudiantes con mayores niveles de confianza tienen niveles de aprendizaje y bienestar mucho mayores que aquellos que viven atemorizados y estresados, tal y como ha sido estudiado y corroborado por la Agencia Nacional de Calidad de la Educación.
La confianza activa mecanismos internos en el cerebro y el cuerpo que producen oxitocina generando impactos físicos positivos y bienestar emocional en cada uno de nosotros, junto con una mejor predisposición a la colaboración. Grupos humanos que muestran mayores niveles de confianza tienen mayores niveles de bienestar emocional y económico. Por el contrario, el miedo y el estrés inhiben la producción de oxitocina con impactos opuestos a los mencionados.
El miedo es tanto o más contagioso que el Covid-19, mientras que la confianza se propaga con mucha más dificultad. Ante una misma situación de vida, no podemos sentir miedo y confianza al mismo tiempo. Las emociones afloran sin control; pero sí tenemos control de las conductas asociadas a cada emoción. Por ello ante diferentes situaciones de la vida, está en nuestro poder tener conductas que propaguen el miedo o conductas que promuevan la confianza.