Publicamos acá parte de las palabras del autor, al presentar su nuevo libro en la ciudad de Rosario, Argentina, el mes recién pasado.
«¿Qué visión tenemos del futuro? Sabemos que estamos en riesgo. Nos parece que la violencia – de todo tipo – crece en todas partes, y que la conducta de los humanos se va volviendo más individualista, menos compasiva y más indiferente hacia el dolor de los demás. En definitiva, creo que la mayoría opina que las cosas están mal, y que van cada vez peor.
Frente a todo esto, el libro de Akop Nazaretián trae una brisa de aire fresco. Nos demuestra racionalmente, con numerosísimos datos de investigadores científicos independientes, que, al menos hasta el momento actual, el ser humano ha sido capaz de aprender de sus errores, y, cosa extraordinaria, ha sido capaz de vencer cada crisis que se le presentó por medio de un salto impredecible y creativo. Esta notable conclusión que luego veremos en detalle, surge del análisis de la evolución del ser humano, dentro de la evolución de la vida, dentro a su vez de la evolución del Universo.
El fundador del Movimiento Humanista – Mario Rodríguez Cobos, más conocido como Silo -, dedicó buena parte de sus escritos y disertaciones a tratar de informar y esclarecer cómo ha sido el proceso evolutivo del ser humano. Para mi sorpresa he encontrado una gran coincidencia entre las explicaciones de Silo y los datos que aporta este libro. Es como si Nazaretián hubiera venido a aportar mayores precisiones y numerosos datos e informaciones que apoyan muchas de las afirmaciones que Silo hizo acerca de la evolución humana durante sus cincuenta años de prédica al respecto. Por ejemplo, los humanistas siempre hemos hablado de la aceleración del tiempo histórico, pero aquí vamos a ver cuál es la magnitud precisa, cuantitativa, de esa aceleración, y cuales pueden ser las consecuencias de esa aceleración en el momento actual.
La última parte del libro presenta una fantástica conjetura: que la humanidad podría llegar a tomar parte en el desarrollo de los acontecimientos físicos universales. Por ejemplo, podría aprender a manipular la materia oscura con el fin de impedir la expansión ilimitada del universo. Esto, que en principio parece desproporcionado, se puede ver bajo otra luz cuando se comprende que los procesos universales están orientados a producir el desarrollo de la conciencia. El Universo espera el desarrollo de la conciencia. Al final del libro encontrarán dos artículos informales y un cuento referido a este extraño tema en cuestión.
Entremos ahora a la descripción de las ideas principales del libro.
El Proceso Evolutivo del Ser Humano
Hace más de dos millones de años, un grupo de primates parecidos al chimpancé, pero con un andar vertical más estable, fueron expulsados hacia las sabanas de Africa del Sur. Lejos de la protección de los árboles, se encontraron a sí mismos en una situación extremadamente difícil. Esto los impulsó a la producción y utilización de instrumentos artificiales, con lo cual se inicia la evolución del ser humano.
Primer indicador de la evolución: el desarrollo tecnológico
La construcción de armas permitió al Homo Habilis superar su natural debilidad física. Desde ese momento se convirtió en cazador y fue aumentando constantemente su poder sobre las demás especies. (breve video que muestra la chispa inicial de ese proceso)
Segundo indicador de la evolución: el crecimiento de la población
A pesar de las guerras, epidemias, crisis y catástrofes, la población de la tierra ha venido creciendo constantemente. Ha crecido también la densidad de la población, lo que a su vez permitió la especialización y el trabajo en equipo.
Tercer indicador de la evolución: el aumento en complejidad de la organización social
El medio del ser humano es el medio social, cuya complejidad creciente permitió el desarrollo de nuevas cualidades mentales y la percepción de nuevos horizontes por parte de su conciencia, siempre en desarrollo.
Cuarto indicador de la evolución: el desarrollo intelectual, individual y social
El rol de la conciencia humana fue creciendo como factor de avance sobre los determinismos y las dificultades que impuso en cada etapa el proceso histórico. Lo fundamental ha sido el crecimiento del flujo informativo entre los humanos, llegando a su máximo histórico en la actualidad, con la aparición de las redes informáticas y los teléfonos celulares.
Quinto indicador de la evolución: la limitación de la violencia física
Es creencia común que la violencia social aumenta a medida que pasa el tiempo. Pero numerosos indicadores muestran que la violencia era un fenómeno mucho más común y extendido en el pasado. En el siglo XX hubo, aproximadamente, 500 millones de muertes violentas. En el siglo XIX, una cantidad similar. Pero como en el siglo XX hubo en el planeta una población varias veces mayor que en el XIX, el índice de derramamiento de sangre resulta mucho menor. Desde un punto de vista objetivo, la violencia disminuye a medida que pasa el tiempo.
Sexto indicador de la evolución: el balance tecno-humanitario y la virtualización creciente
El sostenimiento externo de una sociedad (ante ataques militares o desastres naturales) depende del desarrollo tecnológico. El sostenimiento interno depende del balance tecno-humanitario. Una sociedad donde predomine la tecnología por sobre los reguladores culturales tiende a la autodestrucción. Puede decirse que el conjunto de los reguladores culturales constituye el estado de la conciencia individual y colectiva.
La influencia de las creaciones artísticas y las ideas científicas, religiosas, políticas y filosóficas supera a la influencia de las fuerzas naturales en el curso de los acontecimientos, tanto en la sociedad como en la naturaleza.
Esta es la esencia de la transformación del mundo biológico que nos ha sido dado en el mundo humano del conocimiento. El mundo humano se va distanciando del mundo natural.
Transiciones de fase en la historia y prehistoria de la sociedad
En su desarrollo, la sociedad humana ha debido atravesar numerosas encrucijadas producidas por desproporciones en el desarrollo del intelecto instrumental y humanitario. Así quedan determinadas varias fases o ciclos del proceso evolutivo, con sus etapas de comienzo, desarrollo y declinación. El paso de un ciclo al siguiente está marcado por un acto creativo que genera una nueva condición y permite continuar el desarrollo en un nivel superior.
El período prehistórico Moustier estuvo caracterizado por la producción del fuego, y la construcción de utensilios compuestos, vestidos de pieles y calzados de cuero. En el Paleolítico Superior aumentó la eficacia en la elaboración de la piedra y el hueso, surgieron las armas a distancia y las pinturas rupestres. En el Neolítico surgió la agricultura, que permitió luego la aparición de las ciudades. La revolución axial surgió como respuesta humanista ante el sanguinario incremento de la guerra producido por la aparición de las armas de hierro. Luego cae el Imperio Romano, viene la Edad Media, La Revolución Industrial, los inventos del siglo XIX y la Revolución Informática del siglo XX.
Ampliando la escala a toda la biosfera
Si ampliamos la escala al total de la vida en el planeta (4.000 millones de años), el proceso general de la evolución biológica y el proceso de la evolución social de la humanidad son en realidad un mismo proceso que lleva ya miles de millones de años. La historia social resulta una continuación directa de la evolución biológica.
La primera fase, de 2500 millones de años, corresponde a la formación de la atmósfera terrestre. La atmósfera regula la temperatura y la presión, protege contra los rayos ultravioletas y contra la mayoría de los meteoritos que caerían en la tierra. La segunda fase, de 920 millones de años, corresponde al desarrollo de los nuevos organismos eucariotas, más complejos, cuyas células tienen núcleo y necesitan del oxígeno para vivir. La tercera fase, de 340 millones de años, comienza con la «explosión cámbrica», donde surgen la mayoría de los seres multicelulares complejos antecesores de las especies de hoy. La cuarta fase es el período Mesozoico, donde dominan los dinosaurios, la quinta el Cenozoico, donde se desarrollan los mamíferos y las aves. Luego aparecen los primates, los hominidos y finalmente, el homo sapiens.
Es interesante constatar que efectivamente, se trata de un proceso único: cada fase prepara el medio para el surgimiento de la fase posterior. No hay saltos bruscos, ni discontinuidades. ¿Estaba todo minuciosamente planificado, o será que la vida, ante cada circunstancia, encuentra un modo de seguir adelante? La otra incógnita es: ¿porqué el proceso se acelera?¿porqué avanza cada vez más rápido en la misma dirección?¿Porqué coincide el momento de máxima aceleración con el momento de interconexión total de la civilización planetaria?
El punto donde la aceleración del tiempo histórico se hace exponencial se denomina «singularidad». Alexander Panov, uno de los científicos que han descubierto estas relaciones, ha dicho al respecto:
«La crisis evolutiva que se aproxima, evidentemente no es una crisis evolutiva habitual como las muchas habidas en la historia del sistema-planeta. Es la crisis total de un camino evolutivo de 4.000 millones de años. Puede afirmarse que es una crisis del carácter crítico mismo de la evolución precedente, una crisis de crisis. Es difícil hacer pronósticos precisos del desarrollo futuro de la civilización, pero hay un pronóstico que parece completamente inevitable: en un futuro visible finalizará el efecto de aceleración de magnitud constante del tiempo histórico, expresado en términos de la secuencia de transiciones de fase, ya que nos encontramos en las proximidades del punto en el cual esta velocidad debería ser formalmente infinita. … La historia debe pasar a través del punto de bifurcación y continuar por un camino completamente nuevo».
¿En qué puede consistir este fenómeno de la singularidad? ¿Qué puede suceder? Aparentemente, nadie lo sabe. Pero en el libro deslizo una hipótesis. Se relaciona con la «Teoría de la información integrada» de Giulio Tononi. Según esta teoría, en un sistema complejo formado por elementos capaces de recibir y emitir información, puede emerger el fenómeno de la conciencia si los elementos se relacionan entre sí de cierta y determinada forma. Además, postula que a mayor nivel de interacción entre los elementos, mayor posibilidad de surgimiento de la conciencia.
Como esto último es exactamente lo que está sucediendo con la humanidad, no puede descartarse que aparezca una conciencia humana global, o que ya haya aparecido, pero no nos demos cuenta.
Es sabido que la conciencia surge cuando existen fenómenos de sincronización entre las neuronas. Y recientemente recibí una información al respecto que me gustó mucho. Decía que se ha descubierto que las neuronas emiten una suerte de «canto», y que «cantan en coro». Las neuronas cantan en coro, y entonces, surge la conciencia… ¿no es maravilloso? ¿Cuándo será el día en que los humanos aprendamos a cantar en coro?
El ser humano debe aprender a convivir con sus emociones. Son parte de él, pero a diferencia de lo que habitualmente se cree, las emociones no caracterizan al ser humano (cosa que si podría decirse respecto del desarrollo intelectual). Las emociones son características de los mamíferos en general. Nunca conocí a un ser más emotivo que nuestro perro Frodo, sin embargo nunca nadie dijo de él «¡que humano que es!», como suele decirse a veces de las personas muy emotivas. Es una creencia popular…
Nazaretián se preocupa por la influencia de las emociones en la conducta humana. Las ve como una amenaza a la posibilidad de sobrevivir como especie. Como salida (aunque no le gusta para nada la idea), visualiza una simbiosis entre el cerebro biológico y las futuras formas de la inteligencia artificial. Debido al mismo motivo, propone también la eliminación de las ideologías y las religiones, porque generan antagonismos entre las personas.
Pero las ideologías, como sistemas de pensamiento, señalan una dirección al desarrollo humano, así como obviamente lo hace la propia idea de Nazaretián. ¿Cómo podría continuar el desarrollo humano sin tener una dirección a futuro? Tal cosa no tiene sentido. Respecto de las religiones, es claro que si bien han fomentado la división de la humanidad entre «propios y ajenos», por otro lado han proporcionado al ser humano un ámbito de protección y seguridad frente a la incertidumbre y la inclemencia del medio, y si todavía existen, es porque esa necesidad no ha sido satisfecha por el proceso evolutivo.
Entonces, en lugar de plantear la desaparición de las ideologías y las religiones, lo interesante sería su transformación progresiva hacia formas convergentes de mayor tolerancia e integración, que eliminen todo vestigio de «guerra santa» y que pongan al ser humano como valor y preocupación central. Necesitamos una ideología humanista y una especie de religión interior que esté fundamentada en experiencias internas comunes y no en figuras externas que siempre pueden diferir entre sí.
Una espiritualidad humanista debería generar experiencias internas que fomenten la compasión, la empatía y la solidaridad entre los seres humanos, sin distinciones de ningún tipo. Y una ideología humanista debería poner en marcha procesos que permitan arribar a una sociedad màs igualitaria, a una Nación Humana Universal. Tal proyecto podrá concretarse si «el ser humano» se constituye como valor central en la conciencia de amplias capas de la población, de tal manera que las diferencias étnicas, nacionales, ideológicas, confesionales, de clase social, etc., se conviertan en factores secundarios frente a la esencial igualdad que presupone el pertenecer a la especie humana.
Como se ve detalladamente en este libro, múltiples evidencias señalan que el proceso evolutivo que nos ha traído hasta aquí, está llegando a su fin. Como resultado y sentido de ese proceso evolutivo, entendemos que debe emerger un nuevo ser humano con otros valores, otra sensibilidad y otro nivel de conciencia. Si tal cosa sucede, pasaremos a otro nivel como humanidad, superando la singularidad de este siglo para emprender un nuevo camino: el camino de las estrellas.
El Universo evoluciona desde lo simple a lo complejo. Partimos hace 15.000 millones de años con una explosión de energía sin forma, para luego sintetizar los primeros átomos de hidrógeno. Más adelante se formaron las estrellas, y a partir de ellas, los elementos mas pesados y complejos. Con la expansión y el tiempo, se formaron los planetas, y allí, la complejidad dió un nuevo salto al aparecer la vida. Pero también los organismos vivos comenzaron a avanzar en complejidad creciente, hasta alcanzar en nuestro planeta y en el momento actual al ser humano. Este no es simplemente un ser natural, sino que es sobre todo un ser social e histórico. El ser humano fue evolucionando en la misma medida en que fue transformando el medio natural. Así surge un ser humano en un mundo humano. Los nuevos ejemplares (humanos) resumen en sí el proceso de millones de años previos, y pueden aceptar o, eventualmente, redireccionar lo recibido. Por eso la complejidad del ser humano avanza aceleradamente, porque no es un ser aislado, sino en continua interacción social. Una interacción que hoy mas que nunca se acrecienta y acelera con las nuevas tecnologías de la comunicación.
Llegamos así al ser más complejo del universo conocido: la Humanidad. Más de 7000 millones de componentes (de por si muy complejos) cada vez más interconectados. La Humanidad es un ser sumamente complejo y emergente: un ser no plenamente formado, sino en etapa de integración, en una etapa de complementación creciente. ¿A qué síntesis llegará? ¿Hasta qué nivel llegará su grado de integración? ¿surgirá una Mente humana global, una Mente de otro nivel? ¿Será este un requisito para ser aceptados en el Universo?
La orientación de Silo para todo ser humano individual, también vale para este: la Humanidad necesita despertar y destruir sus contradicciones internas. Necesita eliminar toda forma de violencia y alcanzar la belleza de la Nación Humana Universal.
La Humanidad se apresta para saltar al Cosmos. Ya están dados los primeros pasos. Ahora, es necesario que esta expansión espacial sea acompañada por una expansión de su conciencia. Un nuevo ser humano debe dirigirse a las estrellas. Llevará en sí mismo los esfuerzos, temores, anhelos y esperanzas de miles de millones de semejantes que elevaron su mirada al cielo desde las remotas alboradas de la prehistoria, siempre con la misma pregunta en su conciencia: ¿qué sentido tiene todo esto?.
Tal vez en alguna etapa de nuestra evolución, el sentido del Todo, el Plan que anima todo lo existente, quede expuesto con claridad ante nuestros ojos. Podremos decir entonces que no lo sabíamos, pero que ahora comprendemos porqué estos aspectos del mundo que no nos gustan, tienen que ser así. O tal vez imaginemos una forma distinta de hacer las cosas, y tomemos la decisión de cambiar las reglas para empezar todo de nuevo. ¿Podremos siquiera atrevernos a pensar en algo así? ¿Podremos dejar de vernos como hormigas para pensar que podríamos llegar a ser dioses? Si hemos logrado transformar nuestro planeta y somos capaces de evitar su destrucción, y corregir las desprolijidades y excesos cometidos en el proceso, tal vez podamos hacer lo mismo en nuestro medio cósmico inmediato… para comenzar.
A medida que avancemos, se aclarará nuestra visión. Y cuando demos aquel doble salto, hacia las estrellas y hacia la profundidad de nuestro mundo interno, habremos cumplido con la misión que establece nuestro destino. Y una nueva forma de inteligencia se integrará a la conciencia del Cosmos, solicitando tomar parte en el Plan Universal.»