Este domingo 5 de junio de 2022 el Partido Humanista Internacional (PHI) transmitió en directo a través de su página Facebook Live (https://www.facebook.com/eci.phi) un Conversatorio sobre Humanismo Universalista y Medio ambiente.

En este espacio virtual de reflexión conjunta participaron:

JOSE RAFAEL QUESADA (Costa Rica) del Partido Humanista;

JORGE ROCHA (Argentina) de La Comunidad para el Desarrollo Humano;

IBAR ZEPEDA (Chile) del Centro Estudios Humanistas Alétheia y del PH;

DANIEL ROCCA (Uruguay) Equipo de Coordinación Internacional de la Federación Mundial de Partidos Humanistas – PHI.

Conducido por JUAN LUIS ORTIZ (Chile) del Equipo de Coordinación Internacional de la Federación Mundial de Partidos Humanistas – PHI.

Posicionamiento: Caos destructivo o revolución humanista

El desastre ambiental generado por unos pocos, requiere para superarlo de la unión de todos los humanistas del mundo.

Desde el año 1978 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) celebra el 5 de junio el Día Mundial del Medio Ambiente.

En las tesis que fundamentan la teoría y la práctica de nuestra federación, afirmamos que los seres humanos al nacer nos encontramos en una determinada situación vital que no hemos elegido. Nacemos sumergidos en un medio ambiente natural y  social, con agresiones físicas y mentales, que registramos como dolor y sufrimiento. La tendencia  de nuestra especie es movilizarse contra esos factores agresivos tratando de superarlos.

Los seres humanos ampliamos nuestras posibilidades corporales mediante la producción y utilización de instrumentos, de «prótesis». En nuestro accionar contra los factores dolorosos, producimos objetos y signos que incorporamos a la sociedad y que transmitimos históricamente.

Lo que producimos organiza a la sociedad y en continua realimentación, nuestras sociedades organizan a la producción. Estamos en un medio ambiente natural, social y cultural muy diferente al de los insectos y otras especies que transmiten su experiencia por vía genética.

Existimos en un medio ambiente donde nuestro  propio cuerpo, es parte de la naturaleza y al mismo tiempo existe un medio no natural, sino social e histórico, netamente humano, donde todo lo que producimos y generamos está «cargado» de significación, de intención, de para qué.

La ampliación del horizonte temporal que nos caracteriza como especie,  donde pasado-presente y futuro se articulan concomitantemente en nuestra conciencia,  nos permite diferir las respuestas que damos al medio, elegir entre situaciones y planificar nuestro futuro.

Esta libertad ha permitido que algunos seres humanos se apropien ilegítimamente del todo social, que nieguen la libertad y la intencionalidad a otros seres humanos, reduciéndolos a prótesis, a instrumentos de sus propias intenciones.

Allí está la esencia de la discriminación, siendo su metodología la violencia física, económica, racial, sicológica y religiosa. Evidentemente las minorías violentas han reducido a la humanidad en objetos naturales.

Esa minoría antihumanista que promociona la catástrofe del medio ambiente natural y social está fuertemente concentrada en el gran capital financiero privado y en la cadena de industrias y empresas destructivas, muy  próximas al complejo militar-tecnológico-mediático.

Por mencionar algunos datos que ilustran la situación de concentración en pocas manos del desastre ambiental, sabemos que  entre los años 1751 y 2010 solo noventa empresas fueron las responsables del 65% de las  emisiones acumuladas de carbono.

Las situaciones de deterioro más críticas actuales en el medio ambiente natural, se ubican en la Criósfera con: la fusión del hielo marino en el Ártico, en la  Antártida y en la capa helada de Groenlandia. En la biosfera se hace notoria a gran escala  la violencia contra el medio natural, en la  devastación de los bosques boreales, la selva amazónica, los arrecifes de coral de aguas  cálidas, más el descongelamiento de la capa de suelo permanente congelado: el permafrost y las alteraciones de las corrientes marinas atlánticas (entre el Caribe y el Sahara).

En el campo social, los humanistas señalamos que no necesitamos abundar en argumentos cuando enfatizamos que hace décadas que el medio ambiente social está en condiciones tecnológicas suficientes para solucionar en el corto plazo los problemas de vastas regiones en lo que hace a empleo, alimentación, salud, vivienda, educación. Solo la especulación monstruosa del gran capital lo impide.

En el año 2020 un informe de la Ong OXFAM, sostuvo que los 2.153 más multimillonarios del mundo superan en riqueza,  lo que tenían el 60 % más pobre de la humanidad (unos 4.600.000.000 de personas). La concentración de la riqueza se aceleró con el transcurrir de la pandemia.

Este año la ONU convoca bajo la consigna «Una Sola Tierra». Se enuncia que «la Tierra se enfrenta a una triple emergencia planetaria: el clima se calienta rápidamente; la pérdida de hábitat  está llevando  a que aproximadamente un millón de especies estén en peligro de extinción y la contaminación continúa envenenando nuestro aire, tierra y agua».

Luego concluyen desde la ONU «Salir de este atolladero implica transformar nuestras economías y sociedades para hacerlas más inclusivas, más justas y más respetuosas con la naturaleza. Debemos pasar de dañar el planeta a curarlo. La buena noticia es que las soluciones y la tecnología existen y cada vez son más asequibles».

En coherencia con lo dicho inicialmente en nuestras tesis, discrepamos con las responsabilidades que atribuye la ONU al género humano. Volvemos a señalar que no es toda la especie la responsable del daño  ambiental.  Ni siquiera una mayoría, sino una pequeña minoría opresora que impulsa una cultura materialista,  que ha puesto a la acumulación de riquezas y poder en muy pocas manos y como máximo valor.

En el presente, luego de atravesar la peor etapa de pandemia de Covid 19, que dejó en evidencia la incapacidad del capitalismo de dar respuestas integrales y satisfactorias colectivas a la humanidad, enfrentamos ahora una guerra en Ucrania, entre las cúpulas de Rusia y la OTAN,  con consecuencias destructivas  que finalmente pueden ser devastadoras a escala planetaria.

En los ámbitos de las relaciones internacionales se anuncia que vamos hacia la escasez de alimentos y de probables nuevas hambrunas  en distintas partes del planeta, mientras una  enorme cantidad de recursos humanos y materiales se destruyen y despilfarran absurdamente. Minorías poderosas ajenas al sentir de los pueblos, están poniendo a la humanidad y a la vida en las fronteras de la extinción, cuando surge la posibilidad que la escalada bélica desemboque en el uso de armas nucleares.

Como expresión política del Humanismo Universalista , desde nuestra Federacion de Partidos Humanistas, afirmamos que es necesario crear una nueva visión de futuro que impulse acciones colectivas en dirección revolucionaria para la superación de todas estas expresiones anti-humanistas, anti-vida y anti-naturaleza.

Necesitamos avanzar en la construcción de una Nación Humana Universal, regida por la libertad personal y la solidaridad social,  donde establezcamos -con esa fuerza actuante que es la naturaleza- una relación  equilibrada.

Proponemos una re-conceptualización de la vida humana y de las relaciones del ser humano con su propio ecosistema ambiental natural y social, superando las condiciones de violencia generadas por poderosas minorías hasta el día de hoy. Proponemos la reorientación de los recursos que hoy se destinan a destruir la vida y depredar el medio ambiente natural, para con resolución ponerlos en función de los pilares de la revolución humanista: la salud y la educación integrales.

Enfrentamos la disyuntiva entre el caos destructivo al que nos llevan unos pocos o la revolución humanista que necesitamos construir las mayorías. Se requiere con urgencia una profunda revolución humana que tenga entre sus prioridades,  cambiar las condiciones de la existencia a favor de formas armónicas con el medio ambiente natural y producir simultáneamente una revolución psíquica, social y cultural que nos permita dejar atrás la prehistoria actual y entrar en la verdadera historia humana.

Un creciente poder popular humanista es la fuerza no violenta que necesitamos oponer a la tiranía detentada por el gran capital. Necesitamos en el sentido más amplio de la palabra, la unidad de acción de todos los humanistas del mundo.