“Nuestros muertos no nos dejarán en la desgracia. Nuestros caídos son como centinelas”, cantaba Vladimir Vysotsky, el trovador más popular de la Unión Soviética, en su famoso tema “Él no volvió del combate”. El corazón de la identidad cultural del pueblo de la URSS era nuestra memoria histórica de la Segunda Guerra Mundial, que nos costó 27 millones de vidas y que siempre quedará para nosotros como La Gran Guerra Patria.
Por eso, desde el primer momento de la farsa conocida como “Perestroika”, los medios con un especial empeño se dedicaron a destruir esta parte de nuestro sentir colectivo. Aboliendo la absurda y anacrónica censura que padecía nuestra sociedad, ellos anularon también cualquier criterio, abriendo en los principales medios de comunicación de la ex URSS, el espacio para una verdadera avalancha de todo tipo de fakenews sobre nuestra historia, presentándonos a nuestro país como una desviación histórica que no hizo otra cosa que mentir y amenazar al “mundo civilizado”. De ahí, surge el famoso discurso postmoderno lleno de mala fe e ignorancia, donde “la guerra entre Rusia y Alemania” se presenta como “conflicto entre dos totalitarismos”, porque “el fascismo es igual al comunismo e incluso el comunismo es peor” porque “es ateo, mata más a su propia gente que a los extraños y además no respeta la propiedad privada”. Justamente desde esta mirada se refuerza todo tipo de nacionalismos, se genera el colapso de la URSS y se asegura en sus repúblicas, la llegada al poder de los grupos oligárquicos, controlados por las potencias occidentales y desde ese momento se inicia un vertiginoso retroceso social, cultural y humano en todo el territorio postsoviético.
Los dos únicos gobiernos que en las últimas décadas trataron de revertir, por lo menos en parte, estas tendencias, fueron Rusia y Bielorrusia, cuyos gobiernos casi de inmediato fueron tildados de “dictatoriales” por la prensa occidental. Sin caer en la polémica sobre las virtudes y defectos personales de los señores Putin o Lukashenko, que puede ser eterna, creo que sería suficiente un breve viaje por la región para ver una notoria diferencia en la calidad de vida de los países de la ex URSS. Sin ser libre de todas las contradicciones, injusticias y limitaciones del mundo capitalista, de las que son parte Rusia y Bielorrusia, estos países presentan una protección social muchísimo mejor que la que tienen los ciudadanos de Ucrania, Moldavia o Kazajistán; han creado muchísimos más espacios para la cultura, la ciencia y la educación, y a diferencia de la gran mayoría de los vecinos, conservan sagradamente su memoria sobre la Segunda Guerra Patria.
El 9 de mayo es una fecha absolutamente especial para nuestros pueblos. Es el día de la victoria de la Unión Soviética sobre la Alemania fascista. Hablar de “un triunfo de Rusia” también es una distorsión de los medios de afuera. Fue una guerra que aparte de las innumerables pérdidas humanas en Rusia, también se llevó las vidas de uno de cada cuatro bielorrusos y uno de cada seis ucranianos; Rusia era solo una de las 15 repúblicas de la URSS.
El 9 de mayo siempre ha sido un día, cuando la propaganda oficial del estado soviético más coincidía con el sentir de todo el pueblo, ya que en el país entero no existía una sola familia que no hubiera sido tocada por esta guerra. Además, se luchó no solo por la patria, sino por la humanidad entera, ya que los apetitos nazis de entonces, igual que los de los neoliberales de hoy, eran planetarios. Antes en las manifestaciones del 9 mayo, siempre precedidas por una parada militar, salían los veteranos; en mis recuerdos infantiles de los años 70, aún eran miles, seguramente cientos de miles. Fueron también los que nos daban la primera lección al inicio de cada año escolar, era una hermosa tradición y se llamaba “clases de valentía”. Eran familiares, normalmente abuelos de nuestros compañeros, que llegaban a nuestras aulas para conversar y contarnos sus vivencias en la guerra, historias normalmente más duras y crudas que la versión oficial, mucho más pulida y arreglada. Estos encuentros tenían también otro importante sentido: desde niños entendíamos lo terribles que son las guerras y el fascismo y cuán importante es luchar por la paz. Los veteranos de la Gran Guerra Patria todavía vivían entre nosotros, fueron nuestros familiares cercanos y maestros, uniendo los tiempos y enseñándonos a amar la vida que defendieron.
Por las leyes de la vida, cada 9 de mayo de cada año nuevo en las filas de los manifestantes se veían menos veteranos. Nuestros abuelos partían y ahora, ya quedan muy pocos. Sabíamos que se nos iba nuestra memoria, mientras la prensa y el poder que la controlaba seguían reescribiendo la historia según sus intereses.
En el año 2012, tres periodistas de la ciudad siberiana de Tomsk lanzaron una iniciativa para conmemorar el nuevo aniversario de la Victoria, en una manifestación ciudadana con fotos y nombres de nuestros familiares. Así nació la idea del “Regimiento Inmortal”. El proyecto fue declarado “no comercial, no político, no estatal y ciudadano”. Los primeros participantes en Tomsk fueron más de 6 mil, que llevaron más de dos mil retratos de sus familiares que estuvieron en la guerra. En el 2013 en el “Regimiento Inmortal”, participaron 120 ciudades y aldeas de Rusia y 4 países: Rusia, Ucrania, Kazajistán e Israel. En el 2014 el evento se realizó en 500 ciudades de 7 países del mundo. A partir del 2015, la marcha del “Regimiento Inmortal” se convierte en uno de los principales elementos de la celebración del Día de la Victoria en Rusia, y se realiza en 1150 ciudades y aldeas de 17 países del mundo. En el 2016 se expande a 42 países. Junto con las marchas se realiza un registro de las historias familiares, reuniendo así una valiosísima información histórica, que lleva más de medio millón de materiales. Actualmente se realiza en más de 80 países.
En la marcha del “Regimiento Inmortal” en Moscú, el 9 de mayo del 2022 participaron alrededor de un millón de personas. Era una larga marcha, de varias horas, hacia la plaza Roja, con música de aquella época, sin banderas de los partidos políticos (se admitían solo la rusa, la soviética y la de Moscú), los voluntarios repartían agua e insignias de la marcha y en varios puntos preparaban y entregaban gratis, té caliente para el frío y comida caliente militar de los tiempos de la guerra. Para hacer las pancartas con las fotos de los familiares o los amigos para ir a la marcha, era suficiente solo acercarse con las fotos y los textos unos días antes, a varios centros de servicios estatales de identificación, donde sin costo y bastante rápido se podían imprimir y armar los carteles. ´
Las emociones que se viven dentro del “Regimiento Inmortal” son indescriptibles. Aquí les dejo unas fotos y videos de la marcha del 9 de mayo de 2022, en Moscú.