Con motivo de la Conferencia Asiática sobre la Paz que tuvo lugar el 3 de abril de 2022, el editor de Pressenza, Tony Robinson, realizó una intervención sobre las armas nucleares y la energía nuclear en Asia, así como respecto a la necesidad de eliminarlas. El texto de dicha intervención se publica a continuación para nuestros lectores.

Muchas gracias a los organizadores de este acto por invitarme a intervenir hoy. Saludos a los demás ponentes y a todos los que se han unido de forma virtual para escuchar estas intervenciones, que espero sean interesantes y estimulen la reflexión.

Como se ha dicho ya en la introducción, soy un activista por la paz a través de la no violencia activa y he pasado más de 30 años de mi vida dedicado a ello.

En el año 2006, este activismo se centró en un tema concreto, a saber, los peligros de las armas nucleares y la necesidad de eliminarlas.

Crecí en la campiña inglesa en los años 80, era el momento álgido de la Guerra Fría y estábamos aterrorizados por las perspectivas de una guerra nuclear en Europa. Cualquiera que viera la película Threads en 1984, que muestra los impactos de las detonaciones nucleares en la ciudad de Sheffield, a una hora y media en coche de donde yo vivía, quedaba traumatizado por las imágenes. Fue una película de temática similar, El día después, ambientada en los estados de Kansas y Missouri, en Estados Unidos, la que convenció al presidente Reagan de comenzar a hablar con el presidente Gorbachov sobre el desarme nuclear, y en Islandia, en 1986, casi se llegó a un acuerdo para desmantelar por completo todas las armas nucleares. Si eso hubiera ocurrido, yo no estaría ahora en este panel.

Lamentablemente, eso no ocurrió.

Armas nucleares en Asia

Han pasado 77 años desde que se detonaron las primeras bombas nucleares en las ciudades asiáticas de Hiroshima y Nagasaki, matando a unas 210.000 personas como resultado de la fuerza de las explosiones y los incendios (casi el 50% de la población oficial de esas ciudades en ese momento), y hasta medio millón más de personas murieron en las décadas siguientes por enfermedades fruto de la radiación y diversas formas de cáncer. Esto incluye a los hijos y nietos de aquellos supervivientes iniciales. Ahora, quedan cada vez menos sobrevivientes de esas atrocidades. Los testigos más jóvenes de aquellos sucesos tienen más de 90 años. Todos comprenden ahora todo el horror que producen las armas nucleares.

Sin embargo, hay nueve países en el mundo que poseen estas armas. Seis de ellos están situados en el continente asiático o en sus límites: Rusia, China, Israel, India, Pakistán y Corea del Norte.

Aunque no hay cifras seguras porque los gobiernos se niegan a transparentar su capacidad de asesinar en masa a millones de civiles, lo que los expertos del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo descubrieron en 2021 es que estos 6 países tienen entre todos 7.056 armas nucleares distribuidas de forma desigual entre Rusia (6.255), China (350), Israel (90), India (156), Pakistán (165) y Corea del Norte (40).

Todas y cada una de estas bombas tienen una potencia superior a las lanzadas en 1945. Recordemos que esas dos pequeñas bombas sobre dos ciudades relativamente chicas, mataron a la mitad de la población en el mismo instante.

Consecuencias humanitarias de las armas nucleares

Sin embargo, no hace falta que haya una guerra nuclear para entender intelectualmente lo que harían estas armas en el mundo actual, porque los amigos de la organización Médicos Internacionales para la Prevención de la Guerra Nuclear publicaron un alarmante estudio en 2012 y lo actualizaron un año después, en 2013. El informe se titulaba «Hambre nuclear: dos mil millones de personas en riesgo» y describía los efectos de un hipotético conflicto nuclear entre dos pequeñas potencias: India y Pakistán.

Su escenario imagina que un conflicto entre estos dos países se vuelve nuclear y que ambos bandos utilizan 50 misiles de una potencia similar a los utilizados en Japón, dirigidos a las principales ciudades del otro. Recordemos que ¡ya no se fabrican misiles tan pequeños!

Se calcula que cien misiles sobre cien ciudades provocan 100 tormentas de fuego. 20 millones de personas morirían en la primera semana como resultado de las explosiones, los incendios y la enfermedad por radiación. Esto, de por sí, es lo suficientemente horripilante, pero es sólo el comienzo.

Las tormentas de fuego lanzarían a la atmósfera unos 5,5 millones de toneladas de hollín negro. Esto bloquea el sol, enfría el planeta, lo seca porque hay menos precipitaciones y porque se evapora menos agua, y acorta la temporada de cultivos. Además, la capa de ozono se vería dañada, permitiendo que la peligrosa radiación ultravioleta llegue a la superficie de la Tierra.

El impacto en la temporada de cosechas tendrá un profundo efecto en la producción de alimentos en todo el mundo. No sólo en el sur de Asia, sino en África, América Latina, China, Rusia, Estados Unidos y Europa. Los campos de trigo, los arrozales, los campos de maíz y todo lo demás en un año estarían produciendo significativamente menos alimentos que los que producían antes.

La producción de maíz y soja en EE.UU. caería en un 10%. La producción de arroz en China disminuiría un 20%. El trigo chino caería un 50%, y la lista continúa. Actualmente hay algo menos de 1.000 millones de personas en el planeta que están desnutridas, consumiendo menos de 1.750 calorías al día. Estas personas son las que menos poder tienen para controlar sus propios destinos y acceder a los alimentos. Inmediatamente estas personas correrían el riesgo de morir de hambre y morirían. Pero con este tipo de caídas en la producción de alimentos, cientos de millones más se verían abocados a la desnutrición, luchando por la supervivencia.

Como resultado de esto, la guerra limitada desencadenaría una hambruna mundial que pondría a hasta 2 mil millones de personas en riesgo de morir de hambre. ¡Esto no tiene precedentes en la historia!

Es el fin de la civilización tal y como la conocemos. Todo lo que apreciamos, todo lo que amamos y apreciamos habrá desaparecido. ¿Qué valor tendría el dinero en una situación así? ¿Puedes comértelo? ¿Qué valor tendrían los demás seres humanos para ti, cuando tengas hambre? ¿Quién va a respetar el estado de derecho cuando no sabes si vas a comer mañana? ¿Quién hará cola pacientemente para pagar la compra en el mercado?

Tómate un momento y piensa qué harías cuando te enteres que ha estallado una guerra nuclear en cualquier parte del mundo…

Y si vives cerca de donde se ha detonado una de estas bombas, estás completamente jodido. Tu teléfono móvil ya no funcionará, porque el pulso electromagnético desatado por la explosión derribará las redes de electricidad y telecomunicaciones. Estarás a oscuras y en silencio, literalmente, sin saber qué ocurre en el mundo exterior, sin saber si llegará algún tipo de ayuda humanitaria.

Y en realidad, no habrá ayuda humanitaria. El Comité Internacional de la Cruz Roja informó en la conferencia de 2013 sobre los impactos humanitarios de las armas nucleares que se sostuvo en Oslo, Noruega, que no hay respuesta humanitaria posible que en esa situación se pueda dar.

En Hiroshima y Nagasaki, el 90% de las instalaciones médicas fueron destruidas por las dos bombas. En Hiroshima, de los 300 médicos que había en la ciudad, 270 murieron junto con 1.600 de las 1.700 enfermeras. ¿Qué países enviarán ayuda humanitaria? ¿En qué instalaciones trabajarán? ¿Cómo podrán proteger a sus trabajadores de la lluvia radioactiva que lo cubrirá todo? ¿Cómo accederán a la energía para hacer funcionar sus máquinas? ¿Cómo podrán llevar comida para su propio sustento, sabiendo que los pacientes no tendrán acceso a ella?

Todo esto es impensable y hay que impedir que llegue a ocurrir alguna vez.

Centrales nucleares

Pero esto no es ni de lejos el final del horror que se desatará.

Incluyendo toda Rusia, Asia alberga 174 centrales nucleares operativas: China 53, Rusia 37, Japón 33, Corea del Sur 24, India 23 y Pakistán 5. Además, hay reactores de investigación a menor escala en Bangladesh, Indonesia, Kazajstán, Corea del Norte, Malasia, Vietnam, Irán e Israel. Y otros en desarrollo en Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos.

Las centrales nucleares dependen de un suministro incesante de electricidad para mantener el bombeo de agua con el fin de mantener el conjunto lo suficientemente frío. Como se ha mencionado anteriormente, la interrupción de las redes eléctricas como resultado de los pulsos electromagnéticos de las propias bombas hará que esas centrales se queden sin electricidad de la red. Todas ellas cuentan con sistemas de respaldo que permitirán a los operadores mantener sus instalaciones frías durante un breve periodo de tiempo, pero finalmente las centrales que se queden fuera de servicio no podrán mantener los reactores lo suficientemente fríos y se producirán fusiones y explosiones.

Cada una de las 174 centrales operativas es otro Chernóbil, otro Fukushima a punto de ocurrir. En este caso, sin embargo, no hay nadie que venga a arriesgar su vida para cubrir el combustible nuclear fundido como hicieron en su día aquellos valientes técnicos, soldados, bomberos e ingenieros soviéticos y japoneses. La radiación será arrojada a la atmósfera. Una central típica que genera 1000 MWe contiene 100 toneladas de uranio.

Para ponerlo en contexto, la bomba de Hiroshima, responsable de decenas de miles de muertes por envenenamiento por radiación en las semanas y meses posteriores al bombardeo, sólo contenía 64 kilogramos de uranio.

Incluso una central nuclear fuera de control como ésta tiene el potencial de hacer que todo el planeta sea radiactivo. Para recordárselo a quienes no lo saben debido a que están lejos o porque ha pasado ya tiempo, hay partes de Escocia, a 1.700 millas de distancia de Chernóbil, que durante años no pudieron utilizarse para la producción de alimentos debido a los elevados niveles de isótopos radiactivos presentes en el suelo.

Esto no es ficción ni alarmismo. Hace unas semanas, en Ucrania se produjo una alarma cuando los problemas de suministro eléctrico afectaron a la central Zaporizhzhya, con dos reactores nucleares en funcionamiento. Se estimó que había suficientes sistemas de respaldo para mantener la planta a salvo durante 3 semanas. Para aquellos que hayan perdido el interés, todavía se está librando una guerra en Ucrania. Ucrania tiene 15 reactores nucleares operativos. El daño a cualquiera de ellos, ya sea accidental o intencionado, será una catástrofe absoluta.

Mientras escribía esto ayer, y releyendo estos párrafos, me puse nervioso porque podría asustarlos con esta información, pero en realidad todos deberíamos tener miedo. La tecnología nuclear es peligrosa y además obsoleta. Sería suficientemente peligrosa incluso en un mundo en el que todos los países estuvieran en paz entre ellos. En este mundo, la tecnología nuclear es totalmente aterradora.

En los años 80, un movimiento pacifista formado por millones de personas aterrorizadas fue capaz de movilizarse desde ambos lados del Muro de Berlín y reunir a las súper potencias de la época para poner fin a la Guerra Fría y reducir masivamente las armas nucleares de más de 70.000 a 13.000. Pero, como acabo de explicar, 100 armas nucleares apuntando a las ciudades podrían poner fin a la civilización. Por supuesto, un intercambio de cientos de armas en manos de EE.UU. y Rusia llevará a todas las formas de vida del planeta a un final tremendo y doloroso.

¿Realmente la evolución nos llevó desde un puñado de aminoácidos en nuestros mares primitivos hasta los niveles de conciencia que exhiben los seres humanos, para que todo termine así?

El TPAN

Sin embargo, vamos a noticias mejores. El olvido de la raza humana en un holocausto nuclear no es necesariamente nuestro destino. Hay esperanza por un futuro mejor. Esos signos de esperanza son muy débiles por el ahora, pero están ahí.

A nivel internacional y diplomático, un número creciente de países de todo el mundo está despertando ante los peligros. Como he mencionado antes, en 2013 se inició una conferencia en Oslo para examinar la información más actualizada que existe sobre los impactos de las armas nucleares. Le siguieron otras conferencias en México y Austria y, como resultado, en 2017 122 miembros de las Naciones Unidas acordaron el texto de un tratado para prohibir las armas nucleares. El uso de las armas nucleares y la amenaza de su uso ya era ilegal en virtud de las Convenciones de Ginebra y el Derecho Internacional Humanitario que han estado en vigor durante décadas, pero el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares establece categórica y explícitamente que estas armas están prohibidas. Fue un punto de inflexión en la diplomacia de las armas nucleares. Por supuesto, los nueve países con armas nucleares se negaron a participar, como tampoco lo hicieron la mayoría de sus aliados en las alianzas militares, pero se envió un mensaje y los nueve estados con armas nucleares se quejaron en voz alta y con amargura por ello.

Estos 122 países dieron los primeros pasos para convertir las armas nucleares en un tabú y las estigmatizaron. La opinión pública ha ido cambiando de forma similar, con una encuesta tras otra que muestra que las armas nucleares deberían ser abolidas, incluso y especialmente, en aquellos países que afirman necesitarlas por sus doctrinas de seguridad nacional. Las instituciones financieras han ido retirando su dinero de las empresas que permiten operar a los fabricantes de armas nucleares. Poco a poco está creciendo un impulso para eliminar estas armas, aunque está por verse cuál será el efecto de la invasión rusa de Ucrania en la opinión pública.

El movimiento por la paz avanza

Pero el trabajo del movimiento por la paz tiene que consistir en mover a los gobiernos con armas nucleares para que renuncien a ellas y eliminen gradualmente su poder nuclear. Esto sólo se logrará mediante la creación de conciencia respecto de los peligros de las armas nucleares. Por ello, este Foro Humanista Mundial en Asia es muy bienvenido, ya que sólo a través del acercamiento, la creación de redes y la educación sobre temas importantes como éste, podremos crear el cambio que se requiere con urgencia en la conciencia humana si queremos evitar un invierno nuclear.

Seamos claros: los paradigmas del sistema global en el que vivimos han creado la situación en la que nos encontramos ahora, y no será hasta que esos paradigmas cambien que tendremos la oportunidad de modificar el curso de la civilización humana.

Pero, ¿cuál es el paradigma central en el que se basa nuestra sociedad global? Estoy seguro de que todos lo saben: el valor más importante de esta sociedad es el dinero. La diferencia entre tenerlo y no tenerlo es literalmente la diferencia entre vivir y morir.

Esta es la única razón por la que existen las armas nucleares. Hemos hecho que el dinero deje de ser una simple herramienta de intercambio de bienes y servicios y lo hemos convertido en algo que hay que acumular a toda costa: incluso a costa de nuestro propio bienestar, pero sobre todo del bienestar de todos los demás seres humanos y formas de vida del planeta. Para que algunos puedan tener cantidades ofensivas de dinero, cantidades que tardarían miles de vidas en gastar, deben imponer su voluntad sobre los demás con las formas más fuertes de violencia.

La violencia adopta muchas formas: económica, psicológica, sexual, etc., pero la peor forma es la violencia física. Y la peor forma de violencia física, hoy en día, son las armas nucleares.

Este foro centrado en la región asiática – si va a hacer una contribución útil al movimiento por la paz – tiene que trabajar para cambiar los paradigmas en los que se basan nuestras sociedades.

Y lo que veremos en el proceso es que todas las múltiples formas de activismo social que existen actualmente en el mundo, son expresiones del mismo descontento con el paradigma básico en el que se apoya nuestra sociedad.

La emancipación de la mujer, la pobreza, la destrucción del medio ambiente, el cambio climático, la paz, los derechos de los niños, la lucha por la diversidad sexual y las diferentes sexualidades, la lista es interminable. Todos estos temas reclaman lo mismo: poner la vida humana como valor central, y hacer que el dinero vuelva a ser la herramienta benigna que ha sido durante gran parte de la historia de la humanidad.

No tenemos mucho tiempo para cambiar el curso de la historia. El clima está cambiando a un ritmo acelerado y los países no están haciendo ni siquiera una fracción de lo que podrían para detener esta situación.

Deseo el mayor de los éxitos a este Foro, espero escuchar a los demás ponentes y estaré encantado de aceptar preguntas si el tiempo lo permite.

Gracias.