La ciudadanía de Sri Lanka está haciendo sentir con fuerza su protesta en las calles, jaqueando al gobierno de Gotabaya Rajapaksa y exigiendo su renuncia.
La emergencia económica y sanitaria es total. Faltan medicamentos y gasolina, el aumento de precios, continuos apagones y la carestía de productos esenciales ha encendido los ánimos de miles de manifestantes.
El enojo popular se dirige al poder de la familia Rajapaksa en la política del país. Mahinda, hermano mayor del actual presidente, el teniente coronel Nandasena Gotabaya Rajapaksa, ya ocupó dos veces el máximo cargo entre 2005 y 2015, abriendo un período de prácticas nepotistas y con acusaciones de corrupción.
El gobierno respondió a las manifestaciones imponiendo el estado de sitio durante 3 días, restringiendo las plataformas digitales, arrestando manifestantes y censurando a periodistas críticos. Lejos de atemorizar con estas medidas a la población, la protesta recrudeció y se generalizó, más allá de las líneas partidistas, exigiendo transformaciones radicales.
Mientras tanto, fue informado que varios miembros y aliados de la familia Rajapaksa en importantes posiciones gubernamentales han abandonado el país.
Este sábado los cánticos y los carteles de los marchantes eran más que explícitos. «GotaGoHome» fue coreado nuevamente por decenas de miles de mujeres y hombres en la promenada de la capital Colombo.
El activista de Derechos Humanos Ruki Fernando señaló a esta redacción: «Ayer, 9 de abril, fue la mayor y más diversa protesta popular a la que me uní en Sri Lanka, en el Galle Face Green de Colombo. Fue una sensación especial, y me trajo recuerdos del People Power 2 (EDSA 2) en Filipinas, al que me uní hace unos 20 años.»
Muchos de los que se unieron a las protestas eran jóvenes y estudiantes. Muchas mujeres, ancianos, miembros de la comunidad LGBTIQ, abogados, clérigos, artistas y ex jugadores de críquet han participado en las protestas. La mayoría de las protestas han tenido lugar en los alrededores de Colombo y sus suburbios, pero ha habido protestas en toda Sri Lanka. Además de las calles, las redes sociales han sido un importante campo de batalla, añadió.
Al parecer, los principales grupos económicos que financiaron la campaña presidencial de Gotabaya, también han comenzado a retirar su apoyo al presidente y su familia.
Analistas señalan que el país no ha logrado curar las heridas de la larga guerra civil (1983-2009), que ocasionó la muerte de un número cercano a las cien mil personas y en la que se cometieron de ambos bandos numerosas violaciones de derechos humanos.
Si bien la protesta en esta coyuntura crítica es protagonizada por la mayoría singalesa del país, la población tamil en el Norte guarda también un fuerte resentimiento contra la familia gobernante.
«Hay miedo e incertidumbre por lo que pueda pasar», comenta Fernando, «por la posibilidad de una represión militar, el desvanecimiento de las protestas y la falta de alternativas políticas claras. Muchas preocupaciones a largo plazo, como abordar las causas y consecuencias del conflicto étnico, los derechos de las minorías étnicas, los derechos de otros grupos marginados y vulnerables, la militarización y la privatización, rara vez aparecen en estas protestas.»
«Pero ha sido un momento inspirador, alentador y esperanzador. Ver a tanta gente, especialmente a los jóvenes, levantarse de forma creativa y valiente. Es un momento de despertar político para muchos», concluye.
El futuro espera un nuevo amanecer en Sri Lanka, el presente es de lucha. En eso coinciden todas las comunidades del país.
Las fotografías son de Aruna Shantha Nonis