Por Teresa Ruso

Hay muchas definiciones sobre la salud, uno de ellos podría ser que es el estado que permite el equilibrio entre la vida y la muerte, es el mantenimiento de ese equilibrio inestable entre ellos. La salud es necesaria para que el ser humano pueda desarrollarse en sus aspectos físicos, psíquico, social y también espiritual. 

Durante el siglo 20, murieron más de 156 millones de personas a causa de la guerra, muchas de ellas en territorio europeo y se experimentó con la bomba atómica, en 2 ocasiones, mostrando su efecto mortífero.  

En situación de conflicto bélico las personas que no mueren por acción de las armas quedan en una situación desfavorable para la vida. Sus casas destruidas, sin comida, sin agua, sin electricidad. La atención sanitaria y hospitalaria destruida, falta de medicamentos, aumento de enfermedades por insalubridad. Una cotidianidad tensa y ansiosa donde surgen todos los temores imaginables. Las guerras productoras de destrucción y muerte son incompatibles con la VIDA. 

Siempre se buscan justificaciones para fundamentarlas y que sean creíbles, pero ninguna de ellas se puede justificar y la mayoría de las veces, por no decir todas, están basadas en la mentira y en intereses ajenos a lo que se dice no utilizando al máximo el dialogo y una resolución pacífica de los conflictos.  

Todo ser humano quiere lo mejor para sí y para sus seres queridos, esto ocurre en cualquier lugar del mundo, no importa el color de la piel, ni de los ojos ni del pelo ni la lengua en que se comuniquen. Todos queremos lo mismo, entonces ¿Por qué algunos se adjudican el poder de quitar la vida a otro ser humano? ¿De truncar un proyecto de vida? No tienen ningún derecho y las guerras pertenecen a la prehistoria. 

Hay un clamor de los pueblos que no quieren la guerra, quieren la PAZ, quieren LA VIDA ojalá ese clamor se escuche alto y fuerte. 

El futuro nos llama para que las condiciones de vida mejoren para todos los habitantes de la Tierra ya que está demostrado que las guerras son un desastre y no sirven para nada porque la PAZ no se construye con armas. Para que haya justicia antes tiene que haber paz, sino no es posible. 

Cualquiera de nosotros se podría preguntar ¿De qué nos tenemos que defender para justificar un incremento del presupuesto defensa en detrimento del de sanidad, educación, servicios sociales, etc., cuando actualmente hay un potencial nuclear capaz de destruir el planeta más de 10 veces? Es un argumento tramposo, hipócrita y falso que solo justifica el incremento de las armas, las ganancias económicas que tienen con ellas y aumentar el temor de las poblaciones. 

Me declaro humanista y gran parte de mi vida he trabajado como enfermera, ayudando a promover la salud y a cuidar a los que estaban enfermos. He sido madre trayendo un ser humano a este mundo y como todas las madres queremos lo mejor para nuestros hijos, no queremos que mueran en unas guerras absurdas sino que se desarrollen plenamente como seres humanos y puedan aportar sus cualidades a la construcción común. 

Aspiramos a una salud plena. Aspiramos a que todos los seres humanos se aúnen a favor de la vida en mayúsculas. Aspiramos a un mundo no violento y posibilitador de la diversidad humana. Por lo que exigimos a los gobiernos a que busquen otras formas de resolver sus conflictos que no sean las Guerras

¡Le decimos SI A LA VIDA!