Por: Jhon Gregory Mendez Embús
Ilustración de Portada: Didier Pulgarín – Cortesía de Hacemos Memoria
Para nadie es un secreto que, a través de los años, las problemáticas ambientales han generado un aumento en los impactos negativos que afectan al planeta de manera exponencial. Problemas como la emisión de gases de efecto invernadero, la generación y mala disposición final de residuos, la deforestación, entre otros factores, se han convertido en el ¨centro¨ de atención para la comunidad científica, pues al afectarse el planeta, se pone en riesgo la integridad y la estabilidad de la vida humana como tal.
Día a día se busca, de una y mil formas, métodos o estrategias tecnológicas que permitan hacerle frente a estas situaciones. Sin embargo, no se ha establecido una que permita controlar y regular todo de manera eficiente y sin generar repercusiones. Por lo general, esto sucede porque se desvía la importancia que tiene el cuidado y la protección del medio ambiente y se priorizan los aspectos económicos o los beneficios para algún grupo de personas en particular.
Ahora bien, la cultura indígena es un aspecto fundamental que siempre estará aferrado íntimamente a la historia y al desarrollo de la humanidad. La cosmovisión de algunos pueblos indígenas abre caminos a nuevos conceptos que se relacionan con todos los objetos de estudio científicos y que buscan explicación de los procesos que se llevan a cabo en el planeta. De esta forma, adentrarse en estas culturas supone una nueva metodología de entendimiento e integración social que favorece y enriquece el conocimiento humano.
Un ejemplo claro lo podemos ver reflejado en las costumbres propias del pueblo indígena de los Kággabba (Kogui), comunidad que se encuentra en la Sierra Nevada de Santa Marta y que, según el Ministerio de Cultura de Colombia, este pueblo establece un esquema social que se fundamenta a través de ley de origen, es decir, una norma que dicta los lineamientos de la relación y el comportamiento del hombre-naturaleza.
Territorio de la Sierra Nevada de Santa Marta. Lugar sagrado para los indígenas Kogui
Para los Kággabba (Kogui), todos los ecosistemas en sí, son un ser vivo que hacen parte y componen a la madre tierra; los ríos, las plantas, los animales, la tierra, todo el medio ambiente como tal, hace parte de ese de ese engranaje místico del mundo espiritual que ellos llaman ¨aluna¨. De esta forma los Kággabba (Kogui) mantienen una estrecha relación con la naturaleza desde su nacimiento y a lo largo de toda su vida. De hecho, son considerados los guardianes de la naturaleza y la armonía en el mundo.
Es tanta la conexión que tienen con el ambiente, que son capaces de comprender múltiples procesos naturales, climáticos y ecológicos, sin necesidad de una investigación científica previa. Así mismo, tienen la capacidad de promover acciones que buscan remediar las problemáticas ambientales que se estén presentando. Todo el conocimiento que poseen ha sido adquirido y transmitido desde sus antepasados y mantienen firme su posición de importancia principal a la madre tierra.
Y es aquí donde la mística y cosmovisión indígena juega un papel fundamental a la hora de hablar sobre protección, restauración y conservación del medio ambiente, entendiendo que el planeta es un sistema que merece nuestro total y completo respeto y que, por ende, debemos actuar en pro y beneficio del mismo sobre cualquier otro elemento.
En ocasiones se suele discriminar a las comunidades indígenas y no se tienen en cuenta sus conceptos y sus percepciones a la hora de tomar alguna decisión que involucre una acción directa o indirecta sobre el ambiente, por no tener un respaldo científico. Sin embargo, es algo que debería cambiar progresivamente
porque gracias a los vínculos formados a través de su cultura con el planeta, logran dar soluciones eficientes a problemáticas, sin buscar otro tipo de intereses.
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