Por Marcelo Castillo Duvauchelle*
Al fin el guardián del neoliberalismo terminó su oscuro periodo, en el alma un suspiro de alivio…!! cambio de folio.
Ya es presidente Gabriel Boric. No voy a emitir un juicio respecto al nuevo gobierno, está recién instalándose en La Moneda, dice hacerlo con sello social. Hay que esperar qué señales da en los primeros meses, si vamos o no en el camino transformador que nos lleve a superar el neoliberalismo a ultranza de los últimos tiempos, o -espero que no- seguiremos en la lógica reformista-gatopardista.
Presidente Boric, ¡que le vaya muy bien! La suerte de su gobierno es la suerte de toda/os nosotras/os.
Un presidente joven, con ideas nuevas … pero nunca tanto. Igual en algunos temas esenciales hasta aquí ha dado señales de continuidad, por ejemplo: no se ha comprometido a cambiar el sistema de financiamiento en el sistema escolar, tampoco a terminar con el millonario traspaso de dineros fiscales a los dueños de colegios y universidades privadas (mediante la figura de subvenciones, becas y créditos). En su programa de gobierno se ven intenciones, ajustes, pero no medidas claras y consistentes para fortalecer la educación pública, para sacarla de la profunda crisis de los últimos 40 años, medidas para recuperar el prestigio que tuvo antaño la educación fiscal, donde se educó G. Mistral, V. Parra, R. Matta, C. Arrau o H. Olguín, entre otras/os.
Más allá de educación, Boric ha anunciado varias cosas interesantes en materia de género, de derechos sociales, de cultura y otros, pero seguimos esperando por ejemplo, su cuestionamiento a los Tratados Internacionales de Comercio firmados por Chile, que perpetúan el extractivismo como modelo económico, que sabotean nuestra soberanía e impiden ser un país industrializado. No se ha comprometido a renacionalizar el cobre y la Gran Minería, en el norte chileno lo saben muy bien, en minería llevamos medio siglo de saqueo, robo hiper millonario y contaminación de territorios, dañando la calidad de vida de comunidades enteras. No se ha comprometido a terminar con el abuso del TAG, acabar con el negocio de las Isapres, entre otros abusos, lucros y temas que afectan nuestra calidad de vida a lo largo del territorio.
Como dije al principio, yo y millones de compatriotas estamos con la esperanza de que, si Chile fue la cuna, sea también la sepultura del neoliberalismo en el país y más allá, en la región y el mundo.
Nuevo gobierno, nueva Constitución, esperamos esos cambios que nos encaminen a las transformaciones políticas y sociales que con urgencia necesitamos.
Dicho esto, la experiencia nos ha hecho comprender que los cambios reales no bajan de la esfera del poder, sino suben como una energía llamada mandato popular, que se hace respetar, desde la base social hacia el espacio donde se toman las decisiones. No es ilusión, lo experimentamos con el retiro del 10% de las AFPs (el poder decía que no, pero se pudo), ahora hay que ir por el cambio constitucional, por el cobre, el litio, el agua, el mar, por el valor agregado a nuestros recursos naturales, por la vivienda digna y un gran etcétera.
El desafío no es sólo cambiar la política, también las subjetividades, los mitos y credos neoliberales. Al margen de quiénes nos gobiernen, he aquí el desafío personal, lo tenemos cada una/o de nosotras/os. Si lo logramos, otra será la historia al sur del mundo.
* Humanista, Miembro del Movimiento por la Refundación Gremial y Pedagógica, Miembro de la Coordinadora por el Cobre y la Gran Minería para Chile