Parece que es muy difícil conseguir un mundo en paz. Los medios de comunicación nos hacen enfocar la atención en tensiones que se generan en base a repetir una y otra vez el mantra «que viene el lobo», ya sea en forma de microorganismos, tragedias, peleas. En definitiva, violencia y miedos que nos hacen vivir a la defensiva. No sé si realmente nos defendemos de algo que está en nuestro exterior o en nuestro interior, ¿nos defendemos de nosotros mismos? Ha dos tipos de mentalidades, la que ve una amenaza en cualquier circunstancia o la que siente que la vida te pone desafíos, algunos de ellos son incluso verdaderos alicientes para vivir aventuras que darán lugar a tener experiencias aventuradas, en algunos casos desventuradas, que cuando terminan nos hacen sentir ciertamente bienaventurados.
A fecha de 22 de enero de 2022, cálculos aproximados indican que en el planeta agua en el que vivimos hay aproximadamente 7.840.766.869 de personas. Podemos decir sin equivocarnos que, a lo largo de un día, en todo el mundo, hay más actos de amor que de odio. Cuando estudié periodismo me enseñaron que lo noticiable es lo raro, la noticia no es que un perro muerda a un niño, sino que un niño muerda a un perro. Por eso, como alegato al optimismo confirmo que si en los medios de comunicación general hablan más que nada de malas noticias es porque son las cosas noticiables que pasan en las últimas horas, pero no por ello es lo más extendido o común.
Haciendo un cálculo, tirando a lo bajo para no exagerar y contando con que la mitad de los habitantes del planeta hacen un acto de amor a la otra mitad, en el mundo a cada instante hay al menos tres mil quinientos millones de actos de amor, ¿Te parece poco?
¿Dónde ponemos la atención para vivir en un mundo en paz? Igual para dar respuesta a esta pregunta deberíamos hacer ayuno de información y enfocar la atención en las bellas cosas, por muy pequeñas o efímeras que sean, y sentir esa paz y ese amor que nos rodea.
No se trata de ver que hemos hecho mal sino de ver qué podemos hacer mejor
Aunque no cometemos errores todos los días, cuando ocurren puede pasar que o bien no nos percatamos de ello o bien no los queramos ver. Como ejercicio personal propongo que cada noche, antes de dormir, hagamos un examen de conciencia, eso hará que no nos despertemos a medianoche con pensamientos que nos produzcan insomnio. No se trata tanto de ver qué es lo que hemos hecho mal sino de ver qué cosas podríamos haber hecho mejor para actuar así en futuras ocasiones. Para hacerlo de forma más positiva, si cambiamos la forma de preguntarnos el resultado será más beneficioso. Por ejemplo ¿Qué cosas podía haber hecho mejor?, ¿qué acto he dejado de hacer?, ¿qué cosas podía haber callado?
Siempre hay palabras que quedan por decir, dichas a destiempo o que den lugar a malas interpretaciones. ¿Cómo lo puedo hacer mejor la próxima vez? El mundo está lleno de malas interpretaciones quizás porque vivimos demasiado deprisa en el «ahora he de ir a» en lugar de sentir «ahora estoy aquí y escucho», nos despistamos, no prestamos la atención que nuestros interlocutores y nosotros mismos nos merecemos. Preguntarse cómo lo puedo hacer mejor implica observar nuestras emociones sin sentir culpa por nuestros deslices, no olvidemos que todos hacemos cada cosa lo mejor que sabemos. Observándonos siempre lo podremos hacer mejor.
Que no haya una palabra de amor y gratitud que quede por decir, que no quede un abrazo por dar, bien sea por sentir que quizás a esa persona no la vuelvas a ver jamás o porque ¿a quién no le gusta escuchar una frase bonita o sentir un abrazo de los que te hacen vibrar?
Paremos, observemos y sintamos ese amor tan grande que somos y la manera en que lo podemos aplicar en la vida cotidiana
Vivir la vida desde la paz y la no violencia requiere el esfuerzo de todos. Si no podemos cambiar todo el planeta al menos lo podemos hacer vibrar alto así la frecuencia de la humanidad será más elevada y la percepción de nuestro mundo variará.
Enfoquemos nuestra atención en esas pequeñas cosas que nos dan razones para ser felices pues a pesar de cualquier drama por el que podamos estar pasando, siempre hay algo que despierta una sonrisa. Siempre hay una razón para vivir, amar y compartir.
En el mundo hay más actos de amor que de odio. Compartamos esos momentos.