Las fuerzas de ocupación irrumpieron ayer con violencia en la ciudad de Dajla ocupada, atacando a los participantes en manifestaciones que se han venido produciendo en los últimos días por la desaparición de Lahbib Aghrichi, saharaui.
Estas manifestaciones, pacíficas y bien organizadas, vieron aumentado el número de asistentes desde el 7 de febrero, llegando a sobrepasar el millar, hasta que el día 21 la policía, las fuerzas auxiliares y los paramilitares atacaron, asaltando brutalmente a los congregados con palizas y detenciones, rompiendo los cristales de los coches saharauis, creando el terror. Se oyeron tiros. Crearon redadas para buscar a saharauis concretos, allanando las casas con patada en la puerta, pegando a sus moradores, causando destrozos y bloqueando barrios saharauis. Necesitaron refuerzos de otras ciudades de las zonas ocupadas.
Fue detenido al activista saharaui Rachid Esghayer, antiguo preso del grupo de los 7 de Salé que en una de las manifestaciones alzó la voz para denunciar la corrupción que impera en Dajla, organizada desde Rabat, Tánger y Casablanca. Reveló el peligro de exterminio en que viven los saharauis, arrumbados en guetos, desplazados por los colonos marroquíes. Y denunció igualmente las prácticas de la policía contra los saharauis, como son los abusos sexuales en detenciones a mujeres saharauis.
El origen de estas manifestaciones está en la desaparición del comerciante saharaui Lahbib Aghrichi, el día 7. Tras una semana de manifestaciones, la policía comunicó haber encontrado una bolsa con sus restos mortales, calcinados, de los que sólo quedaban huesos y dientes. Dijeron haber practicado una prueba de ADN asegurando que se trataba de Lahbib Aghrichi.
Los manifestantes reclamaban justicia para Lahbib y las circunstancias de su desaparición. Pedían el cese de la corrupción que ampara la policía. Coreaban eslóganes sobre la desaparición de Lahbib “descansa en paz, continuaremos la lucha” y también consignas políticas que pedían a las autoridades de ocupación que detuvieran el crimen de la colonización y pedían al pueblo saharaui más unidad y cohesión para enfrentar lo que llamaron «genocidio lento». “Uno, uno, uno, el pueblo saharaui unido”.
La familia tuvo intervenciones muy contundentes, indignados ante la corrupción policial: preguntaba cómo apareció torturada y muerta una persona que la policía dijo vigilar, el marroquí Aataoui . Y cómo pudo decir la policía que se había suicidado. Y por qué la policía le endosó la autoría de la muerte de Lahbib. Pedían que se identificase a la persona que aparecía en un vídeo conduciendo el coche de Lahbib Aghrichi. Querían justicia y responsabilizaban a las autoridades de ocupación de la desaparición de su hijo.
Naama Aghrichi, hermano de Lahbib, se preguntaba si, cuando vio a la policía quemando algo, no sería el cadáver de su hermano.
Por un lado, la policía se comprometió a entregar los restos carbonizados a la familia Aghrichi en 24 horas, promesa que no ha cumplido. La familia exigía una autopsia independiente en Canarias, en Europa. El certificado de defunción que las autoridades proporcionaron a la familia no lleva sello oficial ni firma, lo que hace dudar de su autenticidad.
Esghayer dice recoger el sentir de los saharauis que no creen al gobernador al decir que investigará hasta las últimas consecuencias.
Además del activista Esghayer, están detenidos dos hermanos de Lahbib Aghrichi. Por ahora, hay confirmación de otros cuatro saharauis detenidos.