Cada vez más mujeres de diferentes ámbitos y rincones de India y el resto del mundo alzan su voz contra el trato que reciben las minorías religiosas y étnicas en el país asiático.
«La unidad y la seguridad de los ciudadanos es la primera y principal condición de la seguridad de un país», dijo a IPS Roop Rekha Varma, ex vicerrectora de la Universidad de Lucknow, en esta capital del estado de Uttath Pradesh, en el centro norte de India, que se caracteriza por ser una ciudad multicultural y multirreligiosa.
Junto con Ramesh Dixit, antiguo profesor del mismo centro académico, Varma presentó en una comisaría local una denuncia contra los discursos de odio de quienes han amenazado literalmente con matar a los musulmanes en India.
En un caso reciente, se pronunciaron discursos provocadores que supuestamente llamaban al genocidio de los musulmanes en un cónclave celebrado en diciembre de 2021 en Haridwar, una ciudad en el norte del país, situada en la parte india del Himalaya y a 200 kilómetros al norte de la capital india, Nueva Delhi.
«Si 100 de nosotros nos convertimos en soldados y estamos dispuestos a matar a dos millones (de musulmanes), entonces ganaremos… protegeremos a la India y la convertiremos en una nación hindú», dijo en ese encuentro Pooja Shakun Pandey, miembro de alto rango del partido derechista Hindu Mahasabha, según registró una grabación de video.
Pandey, Wasim Rizvi alias Jitendra Narayan Tyagi, Yati Narsinghanand Saraswati y Sagar Sindhu Maharaj se enfrentan a cargos de incitación al odio por sus declaraciones en términos similares.
Varma dijo a IPS que está escandalizada por el aumento en los últimos tiempos de los incidentes no provocados contra los musulmanes, incluidas las mujeres de esa confesión religiosa.
Sunita Viswanath, fundadora y directora ejecutiva de Hindus for Human Rights, una organización de la sociedad civil con sede en Estados Unidos, está igualmente alarmada.
«A las mujeres musulmanas de la India se les prohíbe entrar en la universidad por llevar el hijab. Este es un país en el que el primer ministro (el nacionalista e hindú Nerendra Modi) llegó al poder prometiendo la igualdad de derechos para las mujeres”, aseguró Viswanath.
Y añadió: “Está claro que no todos son iguales. Si esto no es apartheid, por favor, díganos qué es».
La activista se refiere a la polémica que estalló en enero cuando una universidad pública del distrito de Udupi, en el estado de Karnataka, prohibió a las mujeres estudiantes asistir a las clases por llevar pañuelos en la cabeza. El asunto está ahora en manos de la justicia.
Junto con otras 16 organizaciones de la sociedad civil de Estados Unidos, Viswanath organizó dos sesiones informativas en el legislativo Congreso de ese país sobre el trato que da India a los musulmanes.
«Somos ciudadanos estadounidenses de origen indio y tenemos el poder de influir y mover a los legisladores estadounidenses y a la administración (de Joe) Biden para que se pronuncien», afirmó Viswanath en las redes sociales.
Para la activista, el mundo tiene que entender que algo va mal en la India, que esta nación del sur de Asia va por un camino peligroso con el impulso de un nacionalismo hinduista que ha traspasado la discriminación contra otras confesiones, en especial la musulmana y la cristiana, para avanzar hacia prácticas directas de odio, alentadas desde diferentes sectores.
En este país con más de 1300 millones de habitantes, la religión predominante es el hinduismo, y también es considerada tierra santa para el budismo, el yainismo y siijismo.
La religión musulmana es la segunda en número de fieles, 13,5 por ciento de la población, pero también la rival por causas históricas y estratégicas de la mayoría hindú y de sus élites que gobiernan el país, que vienen impulsando junto con un nacionalismo de nuevo cuño una creciente islamofobia.
«El encuentro de la India con el odio está a punto de estallar. La única manera de luchar contra el odio sistemático es defender el tejido secular indio, de probada eficacia», dijo Saumya Bajaj a IPS por teléfono.
Bajaj está ligada a Gurgaon Nagrik Ekta Manch (GNEM), un grupo con sede en Nueva Delhi que aboga por la unidad de los ciudadanos, más allá de su religión o etnia.
«Aterrorizar a musulmanes y cristianos a diario parece ser la nueva norma. Nosotros, como ciudadanos, no podemos permitirnos seguir siendo espectadores silenciosos de esta macabra celebración del odio que nos envuelve», reza una circular en la que se invita a los ciudadanos a decir NO a los incitadores al odio.
El GNEM exige que la policía investigue todos los casos de violencia contra conciudadanos, incluidos los abusos en línea.
Nayantara Sahgal, de 94 años, una galardonada y reverenciada mujer india, asegura que no reconoce la nueva India.
«Hoy, esa India está desapareciendo. Mi país es irreconocible. Parece un país extranjero lleno de odio y exclusión. Hay un profundo deslizamiento de la democracia. Es totalmente desesperante. Sin embargo, no podemos callar. Un escritor tiene que hablar alto y claro», dijo la exvicepresidenta de PEN International en una entrevista
La escritora y ensayista Arundhati Roy, ganadora del británico Premio Booker, teme que el nacionalismo hindú pueda romper la India en pequeños trozos como Yugoslavia y Rusia.
La esperanza, argumenta, es que al final el pueblo indio se resista a lo que ella llama «el fascismo del partido gobernante” de Modi, Bharatiya Janata Party (BJP), o Partido Popular Indio.
Sahgal tiene puestas sus esperanzas en las elecciones que se celebrarán en cinco estados indios, entre ellos Uttar Pradesh, hasta el 7 de marzo.
En ese estado, los matrimonios interreligiosos se han restringido en los últimos tiempos. Los hombres musulmanes casados con mujeres hindúes han sido acosados por turbas de “vigilantes” y a menudo detenidos por la policía. Continúan los intentos de humillar y aterrorizar a las mujeres musulmanas a través de Internet.
Sahgal es hija de Vijay Laxmi Pandit, hermana de Jawaharlal Nehru, primer ministro de la India independiente. También es la viuda del difunto Edward Nirmal Mangat Rai, un cristiano indio. Hoy está preocupada por la seguridad de sus parientes cristianos y amigos musulmanes, ya que los incidentes de odio mayoritario contra las minorías son máximos.
Sabika Naqvi, responsable de comunidad y defensa de The Fearless Collective, afirma que las mujeres musulmanas han despertado en India y se hacen oír.
“El llamamiento a violar y matar a las mujeres musulmanas es rutinario, y los esfuerzos por deshumanizar a las mujeres musulmanas van en aumento”, afirmó.
Para Naqvi, «temen nuestra capacidad de escribir, de hablar, de llevar un diario, de soñar, de articular, de afirmar, de organizar y de luchar ferozmente contra los opresores”.
“Nos sexualizan, intentan hacerse pasar por nuestros mesías o conspiran para matarnos. Pero estamos aquí para conquistar el mundo. Somos abogadas, poetas, periodistas, actrices, activistas, empresarias, académicas y mucho más», dijo la activista musulmana india.
Resaltó que lo que están viviendo las mujeres musulmanas no se trata de una «broma» o de un mero «acoso» individual, sino de un acoso colectivo y diario.
El Fearless Collective es un movimiento que ayuda a los ciudadanos a pasar del miedo al amor mediante la creación de arte participativo en el espacio público.
Naqvi considera que ha llegado el momento de alzar la voz y conseguir que las voces solidarias sean más fuertes que las que apoyan el odio, en manera abierta o soterrada.