Se dice que en toda guerra la primera víctima es la verdad, pero hoy en este juego monstruoso de falsedades, manipulación y simulaciones que se han constituidos en paisajes son el triunfo de la violencia que se exhibe impúdica ante nuestros ojos.
Hace mucho tiempo la verdad ha quedado a la vera de los caminos que transitamos sin su latido de honestidad para construir futuro. El ácido corruptor y disolvente de tristes orientaciones imperialistas con su carga antihistórica y violenta, se ha apoderado de la conciencia epocal como una niebla tóxica que decanta en un barro enfermizo, impidiendo el paso firme hacia la paz mundial.
Nuestra cultura, hoy ya “globalizada” como gusta decir a los alcahuetes economicistas, está montada sobre una gigantesca industria de falsificaciones para la formación de rebaños industriales, que generen utilidad a mansalva a las bancas ocultas del quehacer de nuestras compras.
El instinto de veracidad balbucea incoherente en nuestro propio diálogo. Ya no sabemos que es lo que puede ser cierto y lo que no, obligándonos a tomar posiciones de confrontación ridículas, sin bases ni fundamentos.
Cualquier intento descriptivo en lo que llaman eufemísticamente “la política real de las naciones” es deformado hasta el cansancio por sociólogos y formadores de opinión agrupados por categoría en los medios de comunicación afines y convenientemente financiados por poderes contrapuestos.
Decía Nietzsche que “la opinión pública” no es otra cosa que la suma de perezas individuales y al parecer las redes sociales hoy, ya dan cuenta brutal de tal afirmación. Mañana toda esta basura ya habrá sido “consumida” y reemplazada por un nuevo fenómeno inesperado o fabricado, hasta que la conveniencia nos traiga otra guerra para disfrutar de nuestras insuficientes opiniones.
Cerrar en síntesis con Galeano que lo expresa con la única verdad que se merece la situación actual: “Las guerras siempre invocan nobles motivos, matan en nombre de la paz, en nombre de dios, en nombre de la civilización, en nombre del progreso, en nombre de la democracia y si por las dudas, si tanta mentira no alcanzara, ahí están los grandes medios de comunicación dispuestos a inventar enemigos imaginarios para justificar la conversión del mundo en un gran manicomio y un inmenso matadero.”