Nadie sabe con certeza cuales son los alcances y los verdaderos objetivos que esconde la actual amenaza de guerra en Ucrania. Tampoco si todo terminará en meras amenazas sin trascendencia, en demostraciones de fuerza de uno y otro lado, o si el riesgo es inminente y se teme una guerra nuclear de características apocalípticas.
Lo verdaderamente cierto es que están provocando la alarma, la preocupación y el miedo en toda la población mundial, principalmente en los países más amenazados como Ucrania, Rusia misma y gran parte de Europa, además de los países vecinos de la región.
Se desconoce si las fuerzas de la OTAN temen efectivamente una invasión de Ucrania por parte de Rusia, o si aprovechan esa inseguridad para continuar con su política expansionista de ganar adeptos para la coalición y así cerrar más el anillo sobre Rusia evitando a toda costa su crecimiento. En ese sentido geoestratégicamente, Ucrania es un objetivo codiciado. En ese mismo tenor, Rusia no acepta por ningún motivo perder esa zona de influencia y permitir que la OTAN lo acorrale de esa forma, y ver a Ucrania convertido en un flamante nuevo miembro de esa organización, con bases militares y emplazamientos de misiles en territorio ucraniano apuntando hacia Rusia, cerrando además su salida al Mar Negro. Ni soñarlo.
Estas extremas tensiones que amenazan el futuro de la región, y hasta de la humanidad completa, mantienen en su máximo nivel las utilidades de la industria armamentista. Un conflicto de estas características eleva sus ventas sideralmente, dada la gigantesca movilización de tropas e insumos militares que trae aparejada. Aún más, este ambiente de tensión e inseguridad infunde temor a todos los países, quienes se arman con armamento de punta para conjurar cualquier peligro. Una verdadera locura.
El mundo está viviendo momentos críticos debido al cambio climático y a la pandemia del COVID, y un conflicto armado contribuye a agravar aún más esta difícil realidad, apuntando precisamente en la dirección contraria a la resolución de estos problemas, distrayendo recursos y esfuerzos que profundizan la crisis.
La pregunta que todos debemos hacernos es con qué derecho estos gobernantes mundiales miopes ponen en riesgo a la humanidad completa, a sus hijos y nietos y también a los nuestros. Es que sus ciudadanos los han elegido para que pongan en riesgo sus vidas y la de sus familias en una aventura de poder y de riqueza que es absolutamente contrario a sus verdaderos intereses?
La segunda pregunta es si los gobernantes electos por la ciudadanía son realmente las personas que toman las decisiones de embarcarse en odiosas confrontaciones, o si son las empresas militares y armamentistas las que en definitiva fuerzan las situaciones hacia las resoluciones violentas de los conflictos. Existe grandes zonas grises al interior de los gobiernos que la gente común desconoce, incluso muchas veces los mismos legisladores. Sin duda hay un lobby gigantesco de la industria armamentísta y los denominados “warmongers” (belicistas fabricantes de guerras) que ”compran” a los legisladores inundándolos de dólares para que tomen decisiones en favor de crear un clima de tensión e inseguridad internacionales que llevan a los países al límite de las confrontaciones bélicas, para así hacer millonarios negocios con la venta de toda clase de equipos para la guerra. No se explica de otra manera. Como ejemplo, Finlandia (país báltico igual que Rusia) acaba de comprar una enorme partida de aviones de guerra a Estados Unidos.
Analicemos brevemente el escenario de una posible invasión de Ucrania por parte de Rusia. Cuáles son los intereses que defiende Estados Unidos con su caballo de batalla que es la OTAN? La defensa de los derechos humanos de la población ucraniana? La defensa de la democracia en Ucrania frente al autoritarismo ruso? La defensa de la libertad frente a una amenaza comunista como antaño? Nada de eso. Ucrania es un tesoro codiciado para Estados Unidos para estrechar el cerco a Rusia, convertir a Ucrania en país miembro de la OTAN, acorralar a Rusia, evitar que se desarrolle y tenga un área goestrategica más amplia. Así Estados Unidos y la OTAN consiguen un doble objetivo, expandirse hacia una zona comercial muy interesante con Odesa como gran puerto en el Mar Negro, y contener a Rusia que precisamente quiere conservar ese polo de desarrollo de alto valor en recursos naturales y geopolíticos. O sea, una guerra de intereses y de poder en todos sus términos. Ahora bien, si Estados Unidos y la OTAN no tuvieran un interés expansionista hacia Europa Oriental, nada de esta alta tensión confrontacional se hubiese producido y Rusia ni siquiera habría movilizado sus tropas hacia la frontera ucraniana.
En todo caso, cualquiera de los actores que iniciara las acciones violentas sin haber agotado todos los recursos no violentos disponibles, faltaría a su compromiso establecido en el artículo 33 de la Carta de Naciones Unidas, que reza:
“Las partes en una controversia cuya continuación sea susceptible de poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales tratarán de buscarle solución, ante todo, mediante la negociación, la investigación, la mediación, la conciliación, el arbitraje, el arreglo judicial, el recurso a organismos o acuerdos regionales u otros medios pacíficos de su elección”
Ambos bandos están poniendo la carreta delante de los bueyes, actuando precisamente al revés, las amenazas, las provocaciones, y las demostraciones de fuerza primero, y luego la convocatoria al Consejo de Seguridad, que establece como primer paso el artículo 34 de la misma Carta:
“El Consejo de Seguridad, si lo estimare necesario, instará a las partes a que arreglen sus controversias por dichos medios”.
Este Consejo sesionó hace un par de semanas a instancias de Estados Unidos, en la cual el representante de Rusia dijo que su país no pensaba invadir Ucrania, pero exigía garantías a Estados Unidos en términos del compromiso de no expansión de la OTAN hacia el Este, y que se respetaran los acuerdos de Minsk. Pero sin duda no existe credibilidad recíproca de las partes.
Tampoco el que iniciare el conflicto armado respetaría el Pacto de Briand-Kellogg suscrito por Estados Unidos y gran parte de la Unión Europea y el mundo, que en 1928 acordaron en su artículo 1:
“Las Altas Partes Contratantes declaran solemnemente, en nombre de sus respectivos pueblos, que condenan el que se recurra a la guerra para solucionar controversias internacionales y renuncian a ella como instrumento de política nacional en sus relaciones entre sí”.
Pero como los Estados lamentablemente borran con el codo lo que firman con la mano, este Tratado de renuncia a la guerra ha sido letra muerta como lo atestiguan los conflictos armados sostenidos desde esa época hasta la fecha. Y queda muy claro que los intereses económicos están muy por encima de todos los Tratados que se han celebrado.
Mundo sin guerras y sin Violencia no puede permanecer en silencio ante esta grave realidad que tiene a la humanidad en vilo, y se hace un deber en denunciar la falta de respeto de los actores de este conflicto al anteponer sus intereses económicos y de poder a la seguridad humana de toda la población mundial, y reclamar de parte de los Estados involucrados el respeto al derecho a vivir en Paz que tienen todos los habitantes del planeta. Todo el mundo sabe que un conflicto armado entre dos partes con armas nucleares comprometería la vida de toda la especie humana.
Nuestra organización se fundamenta en la estrategia de la no violencia como herramienta que debe regir las relaciones internacionales y renunciar definitivamente a la guerra como forma de resolución de los conflictos por muy irresolubles que parezcan ser.
Mundo sin guerras y sin violencia ha organizado ya cinco marchas mundiales por la paz y la no violencia, dos mundiales y tres regionales, en donde hemos levantado el estandarte de la noviolencia como la única fuerza que liberará al mundo del sufrimiento producido por la violencia y las guerras, y que puede conducir finalmente a la Nación Humana Universal en donde todos los seres humanos se puedan desarrollar en paz y armonía.
No se comprende cómo las naciones y sus gobernantes no han aprendido las lecciones de la historia que han condenado a sus pueblos al odio, la violencia y la destrucción en función de intereses espúreos que valen mucho menos que la vida humana y su bienestar, y siguen repitiendo las mismas conductas que durante siglos han enfrentado a los seres humanos en guerras fratricidas que han mermado su calidad de vida y su desarrollo pleno como personas.
Mundo sin guerras y sin violencia aspira idealmente a que las esferas de poder de las naciones desarrolladas por fin sienten cabeza, depongan los intereses que los antagonizan y se pongan a trabajar conjuntamente en pro de la humanidad y de los problemas que lo aquejan que ciertamente no son menores.
Las naciones desarrolladas y sus gobernantes están absolutamente fuera de la realidad fabricando y planificando guerras, cuando el mundo se cae a pedazos producto del cambio climático, las migraciones, el narcotráfico, la violencia armada, el COVID y tantas otras lacras.
Mundo sin guerras y sin violencia cree firmemente que otro mundo es posible, un mundo en donde haya verdadera integración de todos los pueblos y sus culturas, en donde haya un real compromiso en trabajar mancomunadamente por el desarrollo de todos los pueblos, deponiendo los intereses nacionalistas que sólo han provocado a través de la historia una competencia malsana con conflictos y enfrentamientos que hoy nos tienen al borde del desastre final. Y nuestra madre tierra ya nos esta enviando sus últimas advertencias.
Sólo esperamos que no sea demasiado tarde para que prevalezca la razón y el buen juicio.