Por Fundipau
El ataque militar ruso sobre Ucrania es absolutamente intolerable y supone el inicio de una guerra de consecuencias imprevisibles y alarmantes. Y en el contexto de la crisis en el Donbass de los últimos ocho años, esta escalada bélica no supone ninguna garantía de mejora de la situación y, en cambio, sí que asegura más destrucción, más vulneración de los derechos humanos y agrava aún más la crisis abierta.
De hecho, el ataque de hoy ya ha producido, además del inevitable sufrimiento de la población de Ucrania, las primeras víctimas mortales y los primeros desplazamientos de ciudadanos que buscan refugio. Por cierto, si Europa quiere mostrar compromiso y solidaridad, no puede girarles la espalda y los tiene que acoger.
Buscar objetivos políticos y geoestratégicos a base de amenazar y atacar a la población es absolutamente inaceptable y eso es lo que está haciendo y expresando Putin de forma clara estos últimos tiempos. Las ansias megalómanas e imperialistas detrás de este ataque, pues, son evidentes y suya es la responsabilidad del ataque de hoy.
Pero, en ningún conflicto, tampoco en este, las cosas son blanco o negro.
En este sentido, no todas las preocupaciones rusas son despreciables y, en todo caso, no todas las opciones preventivas y de negociación se habían explorado. La expansión de la OTAN hacia Rusia es un hecho desde hace años que, ahora, revela su irresponsabilidad. En este sentido, urge una reflexión crítica, seria, valiente y honesta por parte de los países de Europa sobre el papel real que, en términos de promoción de la seguridad, hace un organismo como la OTAN en el continente.
Y es imprescindible una apuesta por una seguridad global, humana y compartida poniendo en el centro a las personas, la justicia global, los derechos humanos y la construcción de paz.
En este conflicto, además, es muy preocupante el peligro nuclear. Hay que recordar, por un lado, que en Ucrania hay varias centrales nucleares y, por el otro, que en caso de una escalada progresiva y descontrolada del conflicto existe la tentación de usar armas nucleares (hecho que el mismo Putin ha insinuado en sus declaraciones), cosa que supondría una auténtica catástrofe humanitaria.
Rusia tiene que parar el ataque. Hay que parar la escalada militar antes de caer en una guerra de proporciones devastadoras. Hay que retirar las tropas y volver al espacio de la negociación, el acuerdo y el diálogo.
Una guerra siempre es un fracaso. Y un crimen que sufre la población. La guerra no es una opción. Hay que redoblar todos los esfuerzos, civiles, sociales, políticos y diplomáticos para hacer posible salir de la guerra.