El anuncio del primer gabinete ministerial de Gabriel Boric no ofreció demasiadas novedades y sus nombres fueron bastante adelantados por los medios de comunicación y los analistas políticos. Se apreció, sin embargo, que su nómina quedara integrada por una amplia mayoría de mujeres, así como por personas muy jóvenes en comparación a lo que sucedía tradicionalmente. En conjunto tienen un promedio de edad que no sobrepasa los cuarenta años, pese a la añosa incorporación de un dirigente socialista de 76 años, que más de la mitad de su vida se desempeñara como parlamentario de la República. Designación que se explica en los arreglos cupulares que, por cierto, siguen manifestando plena vigencia.
Este y algunos otros ministros deben su nombramiento a la necesidad del nuevo Jefe de Estado de consolidar mayorías en el Poder Legislativo, donde la presencia de los ex concertacionistas será todavía relevante para aprobar algunas de las reformas que se propone el nuevo Jefe de Estado. Más que su “experiencia”, lo que se espera y se teme es su adhesión irrestricta al programa de los numerosos referentes del Frente Amplio y del Partido Comunista que conforman el primer círculo de poder del gobierno que asumirá en marzo próximo.
Es vox populi que la administración Boric enfrentará serios desafíos para satisfacer las demandas populares, Ello explica, además, que la importante cartera de Hacienda haya recaído en Mario Marcel, el actual presidente del Banco Central y un economista del cual se dice que tiene sensibilidad social, pero que su nombre ha despertado demasiado entusiasmo de la derecha y el gran empresariado, como también en esta curiosa denominación de “los mercados”. No es baladí que el presidente del Partido Comunista, en la ceremonia de nombramiento, haya soslayado pronunciarse sobre él, anotando algo que, más que raro, es ofensivo en cuanto a que ni siquiera dijo reconocer que lo conoce.
Lo justo es darle tiempo al desempeño de los recién nombrados, sobre todo cuando en ellos se destaca la presencia de personas de regiones y que, por su juventud, se hace muy difícil de pronosticar en su experticia, aunque en materia de títulos y grados académicos se trata de un equipo de mucha solvencia. Aunque como mucho también se dice en estos días “otra cosa es con guitarra”.
Además de administrar una gestión económica en estado deficitario después del gobierno de Piñera, el Ejecutivo que asume tiene poco tiempo para arreglar las pensiones y generar más mano de obra después de una pandemia que nos ha golpeado duramente y que ahora, por el Ómicron, nos tiene con las más altas cifras de contagio de todo este largo tiempo. Sin que se descarte volver a las cuarentenas y otras medidas para mitigar con mayor éxito la emergencia.
Por otro lado, la situación de la Araucanía, en que recrudecen las cifras de la violencia y muertes, será una gran piedra en el zapato de un gobierno que se ha propuesto desmilitarizar la zona e iniciar un diálogo con quienes vienen advirtiendo que entre el nuevo y los anteriores gobiernos no aprecian avances sustantivos. Por lo que se disponen a intensificar sus acciones violentistas tras la autonomía del “pueblo” mapuche, reconocido como tal por el propio Presidente Electo al momento de presentar a sus más cercanos colaboradores.
Boric le dio en su discurso un gran espaldarazo a los trabajos de la Convención Constituyente. Dijo que su ejecutivo respaldará plenamente sus actividades en la esperanza de que el país se dé una nueva Constitución. Una Carta Magna que muy posiblemente exija la renovación antes de plazo del Gobierno, el Poder Legislativo y otras entidades públicas. Pero la confianza del Presidente Electo parece no coincidir con la opinión del pueblo si consideramos los resultados de una reciente encuesta realizada por la Universidad Católica de Chile. En esta, apenas un 14 por ciento de los consultados confía “mucho o bastante” en la Convención. Además de señalar que solo el 20 por ciento de los encuestados cree que a esta entidad le preocupa verdaderamente el bienestar de la sociedad. Así como un muy precario 15 por ciento confía en su integridad y transparencia. Datos que hacen temer que los acuerdos de los convencionales alcancen los dos tercios de apoyo exigidos y que los ciudadanos puedan refrendar en un plebiscito el texto resultante.
En lo anecdótico, parece ser que se inaugura la era de los “sin corbata”. Aunque no se sabe si los ministros más viejos se van a plegar a esta nueva costumbre. En realidad muchos de los protocolos del llamado republicanismo vienen siendo abandonados por las que serán nuestras autoridades
En todo caso lo que nos corresponde es quedar a la expectativa de lo que suceda con un discreto optimismo. Aunque con la irrenunciable exigencia que tenemos los periodistas de ser “testigos acuciosos de la realidad”.