Bajo el título “¡Animarnos a transformar!” el Foro de Comunicación para la Integración de NuestrAmérica (FCINA) dio a conocer un documento conteniendo la lectura de la articulación sobre la coyuntura política actual.
En sus enunciados más generales, el texto señala que “la pandemia mundial profundizó las condiciones de precariedad de las mayorías generadas por la financiarización capitalista” mostrando además las carencias y desigualdades producidas por el orden neoliberal.
“La emergencia sanitaria creó además condiciones” – prosigue la descripción – “para un aumento radical del uso de las tecnologías digitales, lo que multiplicó las ganancias y el poderío de las corporaciones que controlan las principales plataformas que intermedian las relaciones y búsquedas en internet.
De esta manera, indica el comunicado de autoría colectiva, “se acelera la transición a nuevas formas de vida, trabajo, educación, salud, cultura, intermediadas por las tecnologías digitales y caracterizadas por la privatización del espacio público y hasta la vida íntima”.
A continuación se explica cómo las nuevas tecnologías junto a la innovación “verde” son abrazadas por los fondos de inversión y el capital en general como vía de reconversión del capitalismo, teniendo como horizonte programático el plan promovido por el Foro Económico Mundial conocido como “Great Reset”, que contempla, entre otros, un modelo de gobierno mundial tecnocrático dominado por las grandes empresas de la mano con la inteligencia artificial, que supuestamente encontrará soluciones al cambio climático y suplirá a las “deficiencias” del sistema democrático.
Este proceso de reconversión del capital, lejos de traer soluciones ha incrementado la pobreza, la desigualdad y la exclusión de las mayorías, trayendo aparejado un aumento del control y la represión, precisa el análisis. Mientras tanto, aumentan las migraciones resultantes de crisis ambientales, económicas, bélicas o de violencia, incidiendo en los mercados laborales, a la vez que actúan como válvula de escape para las economías deprimidas.
Los comunicadores expresan que en medio de este panorama general “puede observarse una reactivación de la esperanza en las fuerzas populares, con la vocación de generar transformaciones positivas. En el ámbito social y político, emerge el protagonismo de una generación joven y de las mujeres reivindicando espacios y nuevos derechos, a la vez que tiende a generalizarse el reclamo contra la degradación medioambiental, el rechazo a los centralismos y las formas y mandatos verticalistas.”
Por otra parte, consideran que, como reacción a estos avances y a las inestabilidades producidas por las transformaciones vertiginosas, cobran también fuerza las corrientes retrógradas con respaldo confesional, encabezadas por personajes violentos enarbolando proclamas racistas y misóginas.
El contexto geopolítico
En términos geopolíticos, el Foro puntualiza que “el ascenso de China y Rusia como actores en el escenario mundial, ha debilitado la hegemonía unipolar de los Estados Unidos y de Occidente en general, dando lugar a una puja en todos los campos por la conservación de preeminencia o la apertura a un nuevo equilibrio multilateral”, convirtiendo a América Latina y el Caribe en territorio de dicha disputa.
En este contexto, la integración regional de signo soberano, uno de los principales ejes de trabajo del FCINA, “significa no solamente la posibilidad de cooperación en su interior, sino una necesidad de escala para incidir en este nuevo escenario mundial.”
Sobre el contexto político latinoamericano y caribeño
El documento pasa revista a las victorias populares en Bolivia, Perú, Honduras y Chile, antecedidas por las de Argentina y México, las que junto a la resiliencia de los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua y con la excepción de la derrota de la opción progresista en Ecuador, permiten hablar de un entorno sociopolítico más favorable a la justicia social y la integración latinoamericana.
Pero los comunicadores alertan sobre cómo “las tensiones internas derivadas de las relaciones de fuerza entre el bloque oligárquico de poder real y las organizaciones populares”, sumado a los permanentes intentos de injerencia externa vía cooptación de instancias judiciales (lawfare), entre otras maniobras, relativizan el avance y auguran inestabilidad.
En este escenario, adquieren máxima centralidad las próximas elecciones en Colombia y Brasil.
En Colombia, continúa el agravamiento de las situaciones de violencia, el hostigamiento y asesinato de periodistas y defensores de derechos humanos, que por repetida no debe dejar de ser denunciada. Por lo mismo, hacen explícito “el máximo apoyo desde la comunicación a los movimientos populares y al emergente político resultante de la unidad de las fuerzas de izquierda, como posibilidad de superación de los conflictos derivados de la concentración de poder existente.”
Por otra parte en Brasil, fundamental por su peso específico para el balance político y la posibilidad de integración regional, la necropolítica del gobierno actual frente a la pandemia, el aumento de la miseria y el hambre, el desempleo galopante, el aumento de los precios de insumos básicos en la canasta básica alimentaria o el combustible, han generado en las mayorías una nostalgia de la época de gobierno de Lula. Este escenario, junto al empeño y destreza del precandidato del PT para reconstruir un proyecto de país en base a la unidad amplia de fuerzas, lo han convertido en posible ganador en primera vuelta.
No obstante el panorama alentador, continúa el análisis “las fuerzas transformadoras alertan sobre la necesidad de guardar la calma y no caer en la ingenuidad. Hay un pacto de élites y lo que hoy está en el gobierno es un partido militar, cuyos personeros son sus piezas claves, lo que anuncia un duro camino. La batalla de ideas y la necesidad de neutralizar la mentira y el discurso de odio institucionalizado será crucial.”, afirman.
Los espacios de integración regional
En este escenario internacional y regional, el documento asevera que “las iniciativas oficiales de integración soberana continúan con una dinámica atenuada y en todos los casos, sin recuperar o abrir espacios para la participación popular.”
Se menciona el caso de la CELAC, la que pese a su relativa revitalización por la gestión mexicana, adopta crecientemente un estilo de compromisos pragmáticos, como así también la parálisis de la Unasur y la reapropiación neoliberal del Mercosur, fruto de la presencia de gobiernos derechistas en la región.
El ALBA-TCP conserva el carácter de trinchera antiimperialista, siendo sin embargo atravesada por las dificultades objetivas de sus componentes.
El escrito rescata en este campo el surgimiento de iniciativas de integración popular como la Asamblea Internacional de los Pueblos o RUNASUR, “que promueven la participación directa, inclusiva y paritaria de los pueblos en procesos de integración y refundación institucional de carácter soberano.”
La esfera comunicacional y el ámbito digital
La articulación de 40 redes de comunicación, medios y coordinaciones sociales regionales nucleadas en el FCINA, subraya “la fundamental importancia de la disputa de relatos, por lo que la democratización del espectro comunicacional, incluyendo los espacios digitales, continúa siendo prioritaria para el avance de las aspiraciones de los pueblos.”
En el campo de los medios, precisa, “el irrespeto o cancelación de normas legales logradas en ardua lucha por la comunicación popular, la desfinanciación o eliminación neoliberal de medios públicos, la inequitativa distribución de pauta estatal a favor de los medios hiperconcentrados, su progresiva transnacionalización junto a la monolítica cartelización de discursos estigmatizantes contra las alternativas revolucionarias o progresistas afectan la posibilidad de imprescindibles transformaciones que garanticen diversidad informativa y un balance equilibrado en la opinión pública.”
Frente a ello, afirma el texto difundido, los gobiernos populares tienden aún en este campo a la inacción o a la instrumentalización propagandística de la comunicación. En ambos casos, en desmedro de la comunicación popular, comunitaria y plural.”
Por último, se enfatiza en la incidencia de la tecnología digital en casi todos los aspectos de la actividad social y la apropiación monopólica de las lógicas y entornos digitales por parte del capital, lo que hace imprescindible la disputa del campo popular por su re-democratización.
El documento original puede consultarse aquí