El escritor y diplomático mexicano Carlos Fuentes afirmó: “Para crear debes ser consciente de las tradiciones, pero para mantener las tradiciones debes de crear algo nuevo”. Existe una tradición de política exterior en Chile según la cual el Presidente saliente invita al Presidente electo a sus compromisos internacionales, de manera que este tenga la oportunidad de conocer a sus futuros pares. De acuerdo a lo declarado por los participantes en su reunión presencial del pasado lunes, el presidente Sebastián Piñera habría invitado al presidente electo Gabriel Boric a participar en las reuniones de la Alianza del Pacífico y Prosur que se realizarán de manera consecutiva en Colombia los días 26 y 27 de enero. Sin embargo, el Presidente electo declinó la invitación, ¿por qué?
Primero, no se trata de participar en un protocolar cambio de mando o una reunión de la OEA, sino de organismos cuya legitimidad está cuestionada por el alineamiento ideológico que marcó su origen. La alianza Prosur surgió en 2019 como un organismo de coordinación de política exterior entre mandatarios de un mismo signo político, principalmente para abordar la situación en Venezuela. Por su parte, la Alianza del Pacífico surgió en 2011 entre países que tenían Tratados de Libre Comercio entre sí, como un contrapeso frente al Mercosur, que sostiene políticas de corte más proteccionista. Pese a que tienen grandes diferencias entre sí, ambos organismos fueron impulsados y fundados por Sebastián Piñera y ambos tienen una visión ideológica sobre lo que debería ser el regionalismo en América Latina. Una visión que no es compartida por Gabriel Boric.
Segundo, participar de estas cumbres obligaba al Presidente electo a fijar anticipadamente una posición sobre un tema complejo, mientras que no asistir no significa una ruptura. El Presidente electo tomará oportunamente una posición respecto de ambos organismos y posiblemente participe a futuro de alguna de sus cumbres. Sin embargo, ir en este momento, como Presidente electo, lo obligaba a posicionarse antes de asumir su cargo y sin haber hecho pública la designación de quien dirigirá la Cancillería. No es el mejor escenario para su debut internacional. Si bien durante la gira el Presidente electo podría haber intentado actuar con una agenda paralela y apostar a participar sólo de una cumbre o de propiciar las reuniones bilaterales con otros mandatarios, se trataría de una apuesta compleja. Las decisiones de política exterior no sólo se tratan de qué hacer, sino también de cuándo y dónde hacerlo.
La incorporación plena de Chile en la Alianza del Pacífico y en Prosur significaron un quiebre en la estrategia de política exterior para la región, causando tensiones internas y externas. Se trata de organismos que no generaron consenso, sino divergencia. Mucho se habla sobre la necesidad de una perspectiva de Estado en la política exterior. Sin embargo, tener una perspectiva de Estado no significa continuidad automática e irreflexiva. Por esto, es válido que en esta oportunidad el Presidente electo haya decidido no participar de estas cumbres. El proceso que se inicia debe plantearse paso a paso, sin prisa, pero sin pausa.
La política exterior de Chile requiere repensarse de cara a este nuevo siglo y esto implica una mirada de largo plazo. Necesitamos más (y mejor) cooperación regional y multilateral para hacer frente a los grandes desafíos globales del siglo XXI, como la crisis climática, las migraciones o la pandemia. No existen soluciones individuales a estos desafíos. Esto implica instancias de cooperación plural e inclusiva, construidas a partir de las necesidades compartidas, más allá de las afinidades circunstanciales y sin dejar a nadie atrás.