Entre 4.000 y 5.000 refugiados afganos huyen a diario hacia el vecino Irán desde que los talibanes tomaron el control de su país en agosto, declaró ayer el Consejo Noruego para los Refugiados (NRC).
«Muchos refugiados afganos han llamado a sus familiares diciéndoles que están de camino a Irán y muchos quieren seguir hacia Europa, por lo que Europa debería estar menos ocupada con unos cuantos miles [de refugiados] sentados en la frontera polaco-belorusa», dijo el Secretario General del NRC, Jan Egeland, tras una visita a los refugiados en los alrededores de la provincia de Kerman, en el este de Irán.
Según el NRC, se calcula que unos 300.000 han huido de Afganistán a Irán desde la toma del poder por los talibanes.
«No hay economía, hay muy poca asistencia, y hay muy poco refugio y comida para millones y millones de necesitados», dijo Egeland.
Egeland elogió a Irán por acoger a millones de afganos durante las últimas cuatro décadas y dijo que la comunidad internacional debe ahora dar un paso adelante y mostrar su apoyo. «¿Cómo se puede esperar que Irán asuma esta responsabilidad por sí solo?», dijo.
Egeland instó a los países ricos a proporcionar ayuda humanitaria a Afganistán y a los países vecinos «antes del amargo invierno».
Anteriormente, el martes, el ministro del Interior iraní, Ahmad Vahidi, dijo que su país tiene varios miles de personas en su frontera con Afganistán cada día, advirtiendo que una nueva oleada de refugiados afganos podría intentar entrar en Europa si no se proporciona ayuda.
En las últimas semanas, Europa se ha preocupado por el número de refugiados que entran en su territorio desde Bielorrusia. Miles de personas han confluido esta semana en la frontera, donde las alambradas y los soldados polacos han bloqueado repetidamente su entrada. Algunos de los migrantes han utilizado troncos, palas y otros utensilios para intentar abrirse paso.
Se espera que los 27 embajadores del bloque estén de acuerdo en que el creciente número de migrantes que vuelan a Bielorrusia para llegar a la frontera de la UE equivale a una «guerra híbrida» por parte del Presidente Alexander Lukashenko, una base legal para nuevas sanciones a Bielorrusia.
El gobierno de Lukashenko culpa a Europa y Estados Unidos de la situación de las personas varadas en la frontera.
La crisis estalló después de que la UE, Estados Unidos y Gran Bretaña impusieran sanciones a Bielorrusia por su violenta represión de las protestas callejeras masivas que desencadenó la controvertida victoria electoral de Lukashenko en 2020.