A pesar de que observadores internacionales independientes han confirmado y revelado que las elecciones que se llevaron a cabo en Venezuela fueron ejemplares, el establishment insiste en querer estigmatizar al país bolivariano, a través de notas que buscan poner bajo sospecha el proceso electoral en ese país.
Realmente es lamentable cómo algunos grupos se creen dueños del mundo y quieren imponer su cosmovisión, aunque para ello perjudican a millones de personas, como es el caso de la población venezolana, que, durante años, ha sido sacrificada por la arrogancia de quienes no soportan la contienda, el coraje y la confrontación de un gobierno y un pueblo que no aceptan la subyugación.
Lacayos de Washington
El primer tema que debemos enfatizar es el hecho de que, como país soberano, la presencia de observadores internacionales en territorio venezolano para monitorear el proceso electoral es un ultraje. Independientemente de cualquier problema, ni la Unión Europea ni los Estados Unidos o el Reino Unido deben entrometerse en los asuntos internos de ningún Estado soberano.
El pueblo venezolano no es incapaz, no necesita tutela y, por tanto, la mera presencia de observadores ya demuestra un alto grado de soberbia, de un complejo de superioridad del Norte respecto al Sur. Pero, por supuesto, entendemos por qué sucede esto, ya que el pueblo anglosajón siempre se ha visto a sí mismo como “mejor”, como el que está a punto de “llevar la civilización a la barbarie”.
Lacayos de Washington, Bruselas y Londres tienen la misión de crear/difundir narrativas que cuestionen la legitimidad de los procesos electorales llevados a cabo en territorio venezolano, con el fin de legitimar el reproche dirigido a la administración de Maduro (solían hacer lo mismo con Hugo Chávez), porque, a pesar de los intentos, los golpes que ayudaron a realizar no tuvieron los efectos deseados (ver 2002 y más recientemente, el reconocimiento de Guaidó como presidente).
A pesar de todos los intentos de derrocar a un gobierno legítimamente electo, Maduro resiste y demostró, en las últimas elecciones, que la oposición no tiene la fuerza para sacarlo del poder a través de las urnas. Los resultados electorales lo demuestran. Los observadores independientes que se encontraban en ese país el día 21, a diferencia de la Comisión enviada por la UE, no encontraron irregularidades; por el contrario, elogiaron el proceso, especialmente el comportamiento del Consejo Nacional Electoral (CNE).
Anjuli Tostes Faria Melo, observadora internacional de la Asociación Brasileña de Juristas por la Democracia, afirmó que «las garantías electorales se cumplieron de manera plena y transparente». Además, la propia oposición admitió su incompetencia, a través de Capriles, quien atribuyó la derrota del bloque opositor a la “falta de unidad”.
Por tanto, las narrativas de Bruselas y Londres demuestran que la intención es, en realidad, seguir desestabilizando al país sudamericano, apropiándose de más de mil millones de dólares en oro venezolano que se encuentran en el Banco Inglés (el banco central británico); o incluso apoyando a un “gobernante ilegal e ilegítimo”, como Juan Guaidó quien, con el falso argumento de que quiere liberar al pueblo de Venezuela de una supuesta “tiranía”, se apropia de recursos públicos del Estado venezolano sin ningún tipo de vigilancia. y/o inspección, ya que está al servicio de Estados Unidos.
Mientras tanto, los gobiernos de Chile y Colombia, por ejemplo, están cometiendo atrocidades contra sectores de la oposición que se están manifestando. En Colombia, incluso, varios asesinatos han victimizado a líderes sociales que trabajan por la paz, la recuperación de tierras y los derechos humanos. Mientras eso ocurre, no vemos acciones desde Bruselas y Londres. Esto es lógico, porque Duque es aliado de Washington.