Taras Protsiuk fue un periodista ucraniano asesinado durante la invasión militar norteamericana contra Irak junto con su colega español José Couso en el año 2003. Un tanque norteamericano disparó al hotel en Bagdad donde trabajaban estos reporteros, aunque los mandos militares del invasor sabían que en el edificio se encontraban los medios internacionales. Obviamente, nadie se hizo responsable.
Hoy, en 2021, Ucrania es un país ocupado y totalmente controlado por EE.UU.: el gobierno cumple todas las órdenes de su embajada, con los más absurdos de los pretextos se cierran medios de prensa y canales de televisión, y la internet se encuentra totalmente intervenida y censurada. En tiempo récord Ucrania – que hace solo 30 años representaba un tercio de potencial económico y científico de la URSS, el principal productor de acero y el granero de la región – fue convertida en el país más pobre de Europa, con una salud y educación totalmente colapsados. Los paramilitares nazis controlan las protestas callejeras y cada madrugada miles de abuelitos e indigentes buscan comida en los basureros.
El domingo 17 de octubre de este año una treintena de activistas del movimiento “Chervoni” (“Rojos”) y compañeros de otros grupos de izquierda, prohibida en el país por una ley muy particular que iguala el comunismo con el fascismo, pero no persigue a los representantes del segundo, salieron al parque ubicado frente a la embajada norteamericana en Kiev, capital del país, para plantar una avenida de 24 árboles, inaugurando así la Avenida de la Libertad de Expresión Taras Protsiuk. Pasaron cosas curiosas. El gran monumento frente a la embajada en el parque -lugar de nuestro encuentro- está dedicado al poeta popular kazajo Zhambyl Zhabaev (quien tras consultarlo en Google resultó ser un destacado comunista y hasta estalinista), que nos aceptó con una complicidad silenciosa y hasta escuchó su poesía leída allí mismo desde el celular por un compañero inspirado.
En el momento de plantar los árboles, se nos acercaron los guardias nacionales ucranianos, vigilantes de la embajada, y siendo hijos de campesinos voluntaria y generosamente nos asesoraron en esa labor de jardinería. Se abrió la infaltable pancarta con la imagen del compañero Julian Assange y también una bandera cubana exigiendo el fin del bloqueo.
Cada uno de los 24 árboles fue dedicado a los periodistas asesinados y a los medios ucranianos clausurados por los últimos gobiernos. También dedicamos un árbol a los periodistas latinoamericanos, caídos igual que sus colegas ucranianos, ejerciendo su principal deber: decir la verdad al mundo.
Fotos: Oleg Yasinsky