Con la voz entumecida por el cansancio, el primer oficial del barco humanitario Aita Mari, Íñigo Mijangos, aún se muerde la lengua al explicar la reacción oficial a las llamadas de alerta de un pescador maltés que la pasada madrugada divisó un bote con 105 personas a bordo navegando a la deriva. “No recibió respuesta ni de Italia ni de Malta. Nosotros, tampoco”, cuenta en comunicación telefónica desde el buque humanitario anclado ahora en aguas de salvamento maltesas. Reconoce que tanta indiferencia al drama humanitario le abruma, pero la situación no es nueva para él. Lleva cinco años rastreando el Mediterráneo y las ha visto de todos los colores. Por fortuna, los 105 náufragos que ayer, 18 de octubre, encontraron a bordo de la barcaza perdida, todos varones de origen egipcio, excepto un gambiano, estaban vivos y no sufrían graves dolencias. “Están muy cansados tras dos días a la deriva y otros dos más de navegación”. A pocas millas, otro barco humanitario, el Sea Watch 3,de la ONG alemana Sea Watch, lleva también a bordo a 412 personas tras realizar seis rescates en 48 horas. Ambos esperan en alta mar a que las autoridades italianas o maltesas autoricen el desembarco de cientas de personas angustiadas que temen más ser devueltas a Libia que a la oscuridad mortuoria del Mar Mediterráneo.
Por Gorka Castillo/Ctxt
¿Cómo se ha producido el rescate?
A las 3.30 de la madrugada escuchamos por la radio que un pescador estaba alertando a las autoridades de que había un bote a la deriva con muchas personas dentro. Sobre las seis de la mañana llegamos a la posición marcada, en zona de salvamento maltesa, hemos avisado a las autoridades ofreciendo nuestra colaboración pero no hemos recibido respuesta ni de Italia ni de Malta. Y ante la falta de instrucciones hemos procedido al rescate de 105 personas, todos varones y al menos ocho o nueve menores, que eran las que estaban dentro del barco. Pero es difícil concretar las edades porque son todos egipcios, excepto un chico de Gambia, y no tenemos mediador cultural de árabe. Nosotros llevamos un marinero de Senegal, que habla francés, wolof y algunos otros idiomas pero no el árabe.
¿En qué situación han encontrado a los náufragos?
Muy cansados tras dos días a la deriva y otros dos más de navegación. En total llevaban cuatro jornadas en el mar. Había gente tumbada en el fondo del bote, todos muy debilitados aunque sin graves problemas. En estos momentos estamos esperando respuesta de las autoridades maltesas para proceder a su desembarco cuanto antes en un puerto seguro.
¿Cuándo creen que podrán realizarlo? ¿Tienen esperanza de que procedan con rapidez?
No. Imaginamos que volveremos a vivir la triste letanía de otras veces. Nosotros hemos solicitado a Malta un puerto de desembarco y seguramente no nos conteste. Y si lo hace nos dirán que no les corresponde a ellos realizar la labor de desembarco porque no han coordinado ninguna operación de rescate.
Entonces, ¿qué opción les queda?
Pues se lo tendremos que pedir a Italia que responderá que ellos tampoco pueden y que debemos solicitarlo a España. Por lo tanto terminaremos pidiéndoselo a España para que interceda y a partir de ahí podremos proceder al desembarco. Este es el procedimiento habitual y no creo que cambie. En total, tardaremos dos o tres días en realizarlo.
¿De qué país zarpó la embarcación?
Probablemente de Libia.
¿Qué sensación tiene de la política europea hacia esta realidad? ¿Ha cambiado algo desde aquel naufragio de 2015 en el que murieron ahogados 400 inmigrantes y que sobresaltó a la opinión pública?
Después de cinco años de labores humanitarias en el mar, nuestra denuncia es que no solo no se ha producido una mejoría en la respuesta oficial de la Unión Europea hacia esta migración sino que se ha hecho estructural pese a la emergencia humanitaria que se vive. Sigue aplicándose una política de contención, de frenar, de mantener a la gente fuera de las fronteras, de devolverlas a lugares inseguros de Libia y de subvencionar a guardacostas libios para que detengan a las personas cuando se disponen a cruzar el Mediterráneo. En este sentido quiero recordar que un juez italiano acaba de condenar a un año de prisión al capitán de un barco mercante por devolver a Libia a un centenar de migrantes que había rescatado en el mar por violar el derecho internacional y el estatuto del refugiado. Sin embargo, la UE sigue de perfil y deja que cada Estado resuelva sus trapos sucios de cualquier manera con la única demanda de que las fronteras se mantengan cerradas. En Grecia, donde tenemos una misión de asistencia médica, los meten en campos de registro inmundos e incluso llegan a disparar a botes con refugiados, pero Úrsula von der Leyen les da una palmadita en la espalda y agradece a los griegos ser el escudo de Europa. Es una aberración en una tierra que dice respetar los derechos humanos.
En las últimas 48 horas, el barco alemán Sea Watch 3 ha salvado a 412 personas en seis rescates consecutivos realizados en la misma zona donde ustedes se encuentran ahora.
Sí, sí. Lo sabíamos. Cuando hemos llegado al bote rescatado, el Sea Watch estaba muy cerca pero no ha podido intervenir porque iba cargado. En realidad llevaba a 433 personas, pero han evacuado a 21 en Lampedusa por emergencia médica. El flujo desde Libia es constante pero hay una consigna oficial de no informar. Si a la flota civil nos imponen una orden de silencio y una normativa que nos impide salir a navegar, no se puede hacer rescates. Nosotros hemos estado mes y medio en puerto, después de la reparación, porque no nos llegaban los permisos y al Sea Watch le ha ocurrido lo mismo en el Puerto de Burriana porque debían hacerle una inspección que al final no se la hicieron. Estamos siempre así.
¿Cuál cree que es el objetivo de ponerles tantos obstáculos administrativos?
Que no rescatemos personas. En estos momentos le hablo desde la zona maltesa de rescate en aguas internacionales, un lugar del Mediterráneo central donde se producen la mayoría de las devoluciones en caliente. Solo este año unas 20.000 personas.
Las víctimas serán incontables…
El número de muertos se ha reducido significativamente aunque siga registrándose un volumen enorme. Lo que ha aumentado son las devoluciones de personas, muchas de las cuales luego mueren en Libia. Temen más ser devueltos a Libia que arriesgarse a cruzar el Mediterráneo. Y es lógico. Un informe de Naciones Unidas de este mes de septiembre revela que muchos de los inmigrantes que son devueltos a Libia son internados en centros de detención ilegal donde son torturados y extorsionados sin piedad.
¿Cuáles son los planes una vez logren desembarcar en puerto seguro a los 105 inmigrantes?
Probablemente, Italia nos obligará a hacer una cuarentena de 10 días y después podríamos volver a navegar en labores de rescate o regresar a España. Casi con toda seguridad volveremos a España porque el presupuesto de este año lo hemos agotado entre reparaciones y el gasto que ha supuesto estar casi mes y medio retenidos en puerto con la tripulación embarcada.