Un nuevo capítulo de crisis política vivió el Perú el día de ayer. El gobierno del presidente Pedro Castillo Terrones renovó el gabinete ministerial, incluyendo al premier Guido Bellido Ugarte. La decisión del cambio ocasionó la respuesta furibunda del presidente del partido oficialista Perú Libre (PL), Vladimir Cerrón, quien no tuvo mejor idea que reclamar su “cuota de poder”… No era amor al chancho, sino a los chicharrones.
Y es que, desde que asumió el mandato Pedro Castillo, no hubo día de sosiego. El actual gobierno tiene en su contra una oposición “achorada” compuesta por siete de nueve bancadas del Congreso de la República (Fuerza Popular, Acción Popular, Alianza para el Progreso, Renovación Popular, Somos Perú – Partido Morado, Avanza País y Podemos Perú) todos de derecha; y solo cuenta (o contaba) con el apoyo del partido oficialista Perú Libre y Juntos por el Perú, ambos de filiación izquierdista.
El escaso respaldo al Poder Ejecutivo, puede hacernos comprender el por qué el presidente demoró tanto para responder y sacar al ex premier Guido Bellido, quien desde el inicio de su gestión pugnó por un protagonismo y se contrapuso a varias medidas tomadas por el gobierno. Hoy, el ex premier, se incorporará al Congreso y al parecer, lo hará, con ánimo de oposición; además, la bancada oficialista anuncia en bloque que no dará el voto de confianza al nuevo gabinete. Están con la sangre en el ojo.
¿Cambió de ruta?
Más allá del apetito de los políticos a los que ya estamos acostumbrados, el gran temor de las mayorías es que el gobierno de Pedro Castillo cambie la ruta anunciada y por la que llegó a presidir el país, un gobierno para todos los sectores poblacionales, pero en especial para los más vulnerables, con reformas que enfrenten las inequidades de los sectores de salud, educación, vivienda, justicia, trabajo, medio ambiente, entre otros.
Y los temores tienen fundamento. El más reciente fue el gobierno del ex presidente Ollanta Humala, quien anunció la “gran transformación” y luego se acogió a la “hoja de ruta” impuesta por los sectores empresariales, dejándole apenas los programas sociales para las grandes transformaciones que exigía el país; o el caso del autodenominado “cholo sano y sagrado” Alejandro Toledo, quien ahora enfrenta un probable proceso de extradición por presuntos delitos de tráfico de influencias, colusión y lavado de activos, según la decisión consultiva de la Corte Suprema de Justicia (Extradición Activa Nº 21-2018). Ambos contaron con respaldo popular para que realicen las reformas necesarias para el país, y no lo hicieron.
¿Cambiará de rumbo el presidente Pedro Castillo? ¿O logrará encontrar nuevos aliados estratégicos que le otorguen mayor estabilidad política para emprender las reformas esperadas?
Medidas de fondo y paliativos
El presidente por lo pronto, viene cumpliendo con lo prometido. Entre las medidas adoptadas, se encuentra el anuncio del pasado 5 de octubre sobre la Segunda Reforma Agraria que beneficiaría a 3,8 millones de agricultores (el anuncio está acompañado de medidas legislativas que le dan soporte), también incorporó el GLP al fondo de estabilización para disminuir el precio del gas doméstico, y mediante decreto supremo autorizó la transferencia de 299 millones de soles, para iniciar la creación de 260 mil empleos en todo el país.
Además, anunció un paquete de inversión pública para reactivar proyectos en ejecución por el monto de hasta mil millones de soles, y para incentivar las inversiones, acelerará 52 proyectos de inversión equivalentes a 114 mil millones de soles; todo ello en el marco de la pandemia del Coronavirus, al que hasta el momento se viene enfrentando con 11 millones de dosis aplicadas y 8 millones de segundas dosis.
Hay que señalar sin embargo, que dada la complejidad del Perú, a nivel departamental, múltiples necesidades básicas de la población demandan solución inmediata, como la inseguridad ciudadana creciente, el feminicidio y la violencia familiar; además, según la Defensoría del Pueblo, hasta agosto el Perú presentaba 196 conflictos sociales, 139 activos y 57 latentes; y en los últimos días se activó el paro indefinido en la selva peruana (en la Estación 5 del Oleoducto norperuano) y, nuevas contramarchas en el proyecto minero Las Bambas, en la sierra.
El país primero
El presidente se va quedando solo. Si bien tiene el respaldo de los departamentos de la selva central, sierra central y costa-sierra del sur, además del respaldo de las fuerzas armadas y de la comunidad internacional, el presidente Castillo Terrones enfrenta en Lima una fuerte oposición del segundo poder del Estado, el Congreso de la República.
Además, la derecha “achorada” que convocó luego de las elecciones a marchas que enfrentaban a los peruanos, también monopoliza los medios de comunicación y siembra psicosociales para el “veto de los ministros uno a uno” y la anunciada “vacancia presidencial”, para lo cual votarán por insistencia la aprobación de la interpretación auténtica de la cuestión de confianza, mecanismo constitucional de control político que puede utilizar el presidente de la República.
El presidente Castillo anunció que el nuevo Consejo de Ministros será de unidad nacional. Y realmente, ese será el reto de tirios y troyanos. Entender que el cambio de gabinete no es muestra de debilidad por la falta de convergencia, sino evidencia de que debemos anteponer las diferencias y pensar primero en el país, para seguir en el camino de las reformas estructurales que requerimos todos. La población ha dado una nueva oportunidad, ¿Estarán a la altura de los retos nuestros representantes?