La Tierra y Venus nacieron de repetidas colisiones de “golpe y fuga” al desafío de los modelos convencionales de formación, revela un estudio.
De acuerdo con los resultados de una investigación del Laboratorio Planetario y Lunar (LPL) de la Universidad de Arizona publicados el martes, el proceso de la formación de los planetas, en el que se forman planetas nítidos, redondos y distintos a partir de una nube agitada y arremolinada de asteroides y miniplanetas, fue probablemente más desordenada y complicada de lo que la mayoría de los científicos quisieran admitir.
Venus y la Tierra habrían tenido experiencias muy diferentes en su crecimiento como planetas, a pesar de ser vecinos inmediatos en el sistema solar interior.
“Creemos que durante la formación del sistema solar, la Tierra primitiva actuó como una vanguardia para Venus”, afirmó Alexandre Emsenhuber, quien hizo este trabajo durante una beca postdoctoral en el laboratorio de Asphaug.
La joven Tierra habría servido para ralentizar los cuerpos planetarios interrelacionados, haciéndolos finalmente más propensos a colisionar con Venus y unirse a él.
Los hallazgos desafían la visión convencional, en la que las colisiones entre bloques de construcción más pequeños hacen que se peguen y, con el tiempo, las colisiones repetidas acumulan nuevo material en el creciente planeta bebé.