El bando del neoliberalismo estratégico chileno se jugó entero contra el cuarto retiro del 10% de los fondos de las AFP, pero parece evidente que sus bonos van a la baja, y que el horno no está para bollos.
De esa manera, con un voto más de los 93 que exigía el elevado quorum, se aprobó la reforma que lo permite, un golpe especialmente duro para cuatro categorías de perdedores.
Entre los 17 votos de derecha que le dieron la pasada a un misil a la línea de flotación del sistema de AFP, 13 fueron de Renovación Nacional (1), el partido del presidente. Si eso no representa la opinión de la derecha tradicional sobre el gobierno de Piñera, pasa raspando. Cuatro fueron de la UDI (2) y uno independiente de derecha (3).
Entre las nueve abstenciones, se registró una curiosa dispersión: cuatro de la UDI (4), tres independientes incalificables (5), dos «socialistas» (6), uno de Evópoli (7) y uno de RN (8).
Es cierto que en el Senado, eventualmente, la reforma podría perder, por aquello del intento de alineación emprendido por el partido del orden, pero ya no le es posible volver a fojas cero; aparte que, al igual que en la cámara, puede resultar decisivo para los votos indecisos de la oposición, el conocimiento de que el candidato presidencial de la derecha, Sebastián Sichel y otros connotados personajes del mismo sector (9), voceros de la prédica apocalíptica que sobrevendría con el cuarto retiro, habían retirado convenientemente sus fondos, con arreglo a la ley no escrita pero invariable, de que aquello que la derecha censura o critica es válido para los demás, nunca para ellos.
En el peor de los casos, una parte significativa del proyecto se aprobará en comisión mixta. El gobierno dispone del veto, pero así como están las tornas, mejor ni lo intente. Tampoco le queda la carta del ilegítimo Tribunal Constitucional, porque es suficientemente conocido como le fue.
La cueca de los que pierden
Sacadas las primeras cuentas, aparecen, como se dijo, cuatro categorías de perdedores.
El primero es, sin género de dudas, el sistema privado de pensiones. El cuarto retiro implica la reducción del 40% de los fondos, y una pérdida significativa de clientela cautiva.
De acuerdo al reporte de la Superintendencia de Pensiones, hasta el viernes 24 de septiembre, el sistema había cursado 26.696.203 operaciones de pago por los tres retiros de fondos de pensiones, por un total de US$ 49.119 millones.
Con la misma inmoralidad e inconsecuencia de ministros y políticos de derecha, que del discurso hacia afuera condenaron el cuarto retiro porque propiciaría punto menos que el cataclismo económico, lo cual no impidió que ejecutasen sus propios retiros, el Banco Central, guaripola de la campaña del terror, le ocultó a los chilenos que destinó al menos US$30 mil millones para solventar las operaciones de los tres primeros retiros de las AFP.
En el comunicado de rigor, una vez que la indiscreción del diputado Guillermo Ramírez destapó el escándalo, el Banco Central reconoció el uso de esos recursos, pero lo redujo una vez más a la abstrusa terminología técnica que oculta la permanente intervención del Estado en beneficio del sector privado, siempre a pretexto del resguardo de la estabilidad de la moneda, el sistema de pagos y los mercados. O sea, por definición, los chilenos, o «las familias», están condenados eternamente a perder.
Se trató, en palabras del organismo, de un «programa especial de operaciones de compra al contado realizada conjunta y simultáneamente con una venta a plazo, a uno o tres meses, en el mercado abierto, de bonos emitidos por empresas bancarias (Programa CC-VP), por una suma de hasta por US$10.000 millones en cada ocasión»; es decir, US$30.000 millones.
Conforme al comunicado, «las recompras comprometidas han sido cumplidas íntegramente dentro de los plazos estipulados, quedando pendiente solo el saldo correspondiente a la última operación asociada al tercer retiro, y no han afectado el patrimonio de la Institución financiera del Estado».
Era que no. Pero ese no es el punto.
Según Ramírez, el Banco Central le habría dicho a las comisiones parlamentarias, que no quedaba plata para financiar el cuarto retiro, y que por tanto, el descalabro era inminente.
En consecuencia, no se puede afirmar la neutralidad del apoyo del BC a las AFP.
Además, los economistas neoliberales, entre ellos los integrantes del directorio del BC, olvidan convenientemente, el costo de oportunidad; que en otras circunstancias, enarbolan con entusiasmo.
La destinación de US$30 mil millones del presupuesto público para financiar las operaciones de las AFP, tiene el costo de oportunidad de no haber sido invertido en otros usos, probablemente más productivos.
Afirmar que no hubo afectación del patrimonio público, no es sino un nuevo embuste de cuño neoliberal.
Todo esto, por cierto, es impresentable. Por tanto, retornar al 30 de julio de 2020, día en que se publicó la Ley Nº 21.248, que posibilitó el primer retiro; en un escenario político donde una Convención Constitucional se supone redactará un nuevo contrato social, y en el contexto de un probable gobierno de izquierda reformista; más que hercúlea, es tarea imposible.
El sistema de AFP es el pasado. De lo que se trata ahora, es la negociación política del sistema que viene.
El segundo gran derrotado es el gobierno de Piñera.
Para un sujeto que supuestamente sacrificó el disfrute de su considerable fortuna, por mal habida que sea, a la tarea política de apernar el neoliberalismo estratégico, el hecho de que 13 diputados de su partido, es decir el 38,2%, hayan aprobado el cuarto retiro, que firma el acta de defunción del sistema de AFP, es una astilla del mismo palo particularmente dolorosa: representa, a fin de cuentas, el fracaso del político que se hizo millonario para completar la tarea histórica del neoliberalismo, emprendida, entre otros, por el general Pinochet y su hermano José, personajes a los cuales, paradójicamente, admira y detesta.
Sin perjuicio de la letra chica, su débil contragolpe al cuarto retiro, la ley corta de reforma de pensiones, pasó sin pena ni gloria ni impidió la debacle, imagen de la irrelevancia y la irrisión.
El tercer derrotado es el candidato de la derecha, Sebastián Sichel.
Enardecido por el inesperado triunfo en las primarias, se las dio de sheriff del condado y amenazó con vigilar a los parlamentarios de derecha que condescendiesen con el cuarto retiro, ignorando aquella vieja máxima que aconseja al advenedizo abstenerse de patear el avispero.
Paso en falso. Puso en juego su liderazgo y capacidad de ordenar a la coalición, sin ropa suficiente ni el respaldo de títulos académicos, empresariales o profesionales, tan caros a la derecha vernácula.
En resumen quedó en cueros: un aventurero de la política, un hombre de múltiples rostros, la apuesta fuera de tablero de la derecha económica.
Más aún cuando, en un universo neuronalmente interconectado, no podía sino saberse que había efectuado al menos un retiro del 10% de su fondo. En redes sociales se afirma que Sichel sacó $4.199.836 en dos pagos de $2.099.918 de AFP Cuprum, correspondientes al primer retiro del 10%.
Sichel no solo no lo desmintió sino apeló a insostenibles sofismas, del tipo «no voy a caer en ese debate moral», lo cual, naturalmente, profundizó las consecuencias del error.
La paradoja consiste en que el grave, casi decisivo traspié de Sichel, en una campaña de suyo corta, sumado a su menguada performance en el debate televisivo, incentiva las posibilidades del ultraderechista José Antonio Kast, lo cual redunda en beneficio de la antítesis natural de ambos, el candidato de Apruebo Dignidad, Gabriel Boric, que en su programa propone reemplazar el sistema de AFP por un «órgano público, autónomo, idóneo técnicamente, paritario y con representación incidente de los/as trabajadores/as, que invierta esos recursos con reglas de inversión justas y sostenibles».
El cuarto derrotado es la campaña del terror desatada por el neoliberalismo enquistado en diversos niveles del aparato del Estado, bajo la conducción asordinada del Banco Central.
Es posible que sin la metida de pata del diputado Ramírez, pudo, como en otra ocasiones, haber culminado con éxito. Pero por razones que es necesario analizar en profundidad, el encadenamiento de los sucesos derriba una y otra vez las barricadas ideológicas del neoliberalismo estratégico, que, en definitiva, no está dando pie con bola.
Por lo demás, hasta donde se sabe, ninguna de las espantosas predicciones de sus sacerdotes se ha cumplido -ni en pandemia- y por el contrario, hay sólida evidencia de que la economía chilena ha capeado, mal que bien, el temporal de la de la quintuple crisis -sanitaria, política, económica, ética y social-, gracias a los retiros de las AFP.
Es probable que el capitalismo corporativo pierda su principal fuente de financiamiento, el ahorro forzoso de los trabajadores, pero eso no es un problema económico, sino político.
Principales disposiciones
La reforma constitucional permite un cuarto retiro del 10%, incluye a los pensionados de rentas vitalicias, autoriza el retiro del 100% de los fondos de AFP para quienes certifiquen enfermedades catastróficas o de alto costo y resguarda el pago de pensiones de alimentos impagas.
El retiro fija un monto máximo de 150 UF y un monto mínimo de 35 UF. Si el monto es menor a 35 UF, se podrá retirar la totalidad de los fondos.
Quienes padezcan diagnósticos y tratamientos de alto costo, según las leyes 20.850, conocida como Ricarte Soto, y 19.779, de enfermedades catastróficas, podrán retirar el total de los montos acumulados, con tope de 1.350 UF; $40,613.400 a la cotización de hoy,
Como en la anteriores oportunidades, los fondos retirados son intangibles a efecto legal, inembargables y libres de cualquier retención, descuento, compensación legal o contractual o cualquier forma de afectación judicial o administrativa; sin perjuicio de la retención, suspensión y embargabilidad por deudas originadas por pensiones de alimentos impagas
El proyecto incluye un segundo anticipo del 10% para los pensionados por rentas vitalicias o sus beneficiarios por un monto máximo de 150 UF. Los pensionados de rentas vitalicias podrán optar al pilar solidario en las mismas condiciones que los pensionados por retiro programado.
En primera fase, el destino de la reforma en el senado se anticipada oscuro.
Pero si se suman el resultado en diputados, el tropezón de los retiros de ministros, altos funcionarios y parlamentarios de derecha, cálculo electoral y la dirección del viento histórico, no es para nada un desvarío suponer que allí la reforma también terminará por ser aprobada.
De ser así, empezarían a sonar los primeros acordes del réquiem para el sistema privado de pensiones, uno de los principales pilares del modelo neoliberal.
Fuente: Red Digital
Notas
(1) Bernardo Berger, Eduardo Durán, Jorge Durán, Ramón Galleguillos, Camilo Morán, Francesca Muñoz, Paulina Núñez, Erika Olivera, Pablo Prieto, Jorge Rathgeb, Hugo Rey, Alejandro Santana, Frank Sauerbaum
(2) Pedro Pablo Alvarez-Salamanca, Álvaro Carter, Nora Cuevas, Rolando Rentería
(3) Virginia Troncoso, excluida de la UDI por apoyar la los proyectos de ley de eutanasia y e impuesto a los súper ricos
(4) Joaquín Lavín, Celso Morales, Cristhian Moreira, Gastón Von Mühlenbrock.
(5) Los tránsfugas y camaleónicos José Auth, Carlos A. Jarpa y Pablo Lorenzini.
(6) Marcelo Schilling, Jaime Tohá.
(7) Sebastián Alvarez
(8) Miguel Mellado
(9) Rodrigo Cerda, Ministro de Hacienda; ministra de Medio Ambiente, Carolina Schmidt; candidato presidencial Sebastián Sichel; Kathy Martorell, portavoz del comando de Sichel; Jaime Mañalich, ex ministro de Salud; Marcela Cubillos, constituyente; Teresa Martinovic, constituyente; Ximena Ossandón, diputada; Diego Shalper, diputado, entre los conocidos hasta ahora.