Tiene razón Gabriel Palma. No se puede disociar una agenda económica, de lo social, del medioambiente, de los derechos personales, de los asuntos de género, de la descentralización del país (El Mostrador, 21-09-2021). Por ello, preocupan algunas afirmaciones del asesor económico de Boric, Diego Pardow, quien señala que no es el propósito del nuevo gobierno “diversificar la matriz exportadora, ni agregar valor a los productos exportados” (La Tercera, 21-08,2021).
Hay que reconocer que el programa presidencial del candidato de la izquierda se inicia de forma original. Destaca, en su primer capítulo: “Nuestro Gobierno y su programa tendrá tres perspectivas transversales que recorren cada una de nuestras propuestas y que marcan nuestro proyecto político enmarcado en la búsqueda de justicia social y desconcentración del poder: feminismo, transición ecológica justa y descentralización”. Esas tres perspectivas transversales (que quizás sea mejor llamar ejes transversales) son, sin duda, de gran importancia y recuperan temas que la ciudadanía y variados movimientos sociales vienen reivindicando a lo largo de los últimos años, con especial fuerza a partir del 18-O. Ello es muy valorable. Sin embargo, resulta ineludible incorporar un cuarto eje transversal: la “diversificación productiva”, porque sin ésta difícilmente podrá haber justicia social y desconcentración del poder. Incluso, sin transformación productiva tampoco pueden hacerse efectivas la descentralización, el feminismo y la transición ecológica.
En efecto, la matriz económica actual, extractivista, fundada en los recursos naturales y generadora de rentas para el 1% de los más ricos, al eludir la industrialización y la agregación de valor a esos recursos naturales, se concentra territorialmente en la minería en el norte, el desarrollo forestal en zonas del sur y la pesca en ríos y mares. Y ello tiene incidencia en lo social, lo educacional, lo medioambiental y lo político.
En primer lugar, al no haber un despliegue de actividades económicas a lo largo y ancho del país se hace imposible la desconcentración del poder. No basta con la descentralización política del Estado para redistribuir el poder político Es imprescindible la desconcentración de la economía tanto territorialmente, como también con la multiplicación de agentes económicos (pequeños empresarios) para avanzar hacia un desarrollo democrático y equitativo del país. Ello al mismo tiempo es lo que permitirá generar nuevas fuentes de crecimiento y mejorar la alicaída productividad.
Segundo. Con centros productivos basados en recursos naturales la oferta de trabajo es limitada y especializada. Sólo la industrialización o, si no gusta esta palabra, la diversificación productiva, con agregación de valor, es la que podrá entregar mayores oportunidades de trabajo y mejores salarios, fundamento para mayor justicia social.
Tercero. Una perspectiva feminista de la economía y la sociedad tiene varios componentes, pero su base material se sustenta en “avanzar hacia formas de trabajo remunerado no precarizadas, que sean compatibles con la calidad de vida” (como lo dice el propio programa). Pero, para asegurar un trabajo remunerado no precarizado es indispensable una nueva matriz productiva que despliegue su actividad más allá de los centros productores focalizados de recursos naturales.
Si no se multiplican las actividades productivas, y no se despliegan a lo largo y ancho del territorio nacional, más allá de los recursos naturales, resulta también difícil generar un cambio radical en la estructura de la oferta de trabajo en favor de nuestras mujeres, que son las que tienen menores oportunidades en la vida.
Finalmente, ya sabemos que la industria forestal, la minería y la acuicultura son las principales fuentes contaminantes. Dice bien el Programa de Boric que “el sistema extractivista es el que está destruyendo los ecosistemas por doquier, mientras que desarrolla también relaciones laborales precarias, empobrece a las comunidades donde esta dinámica se expande y contamina sus vidas. Esta dinámica ha creado zonas de sacrificio a lo largo de nuestro país”.
En suma, la “diversificación productiva” o el cambio en la matriz productiva y exportadora debe ser un eje principal del proyecto transformador, como un cuarto eje transversal. En efecto, la calidad del trabajo, una mejor sindicalización, la educación en sus distintos niveles, las iniciativas en ciencia y tecnología y la descentralización, entre otros temas, se encuentran determinados por la estructura productiva de la economía, por la base material de la sociedad. Por tanto, ese eje transversal debe recorrer toda la propuesta programática y hacerse presente en los temas económicos, sociales y en la política exterior.
Pardow, en su entrevista de La Tercera se muestra reacio a cambios productivos sustantivos, y sigue la misma argumentación de Sebastián Edwards, cuando sostiene que no podemos cambiar la matriz productiva y exportar nuevos productos ya que razones de lejanía hacen difícil competir con países más cercanos a los demandantes de bienes industriales transformados. Se olvidó Pardow de China, cuya lejanía no le ha impedido exportar todo tipo de manufacturas urbi et orbi. Además, entrega un mal ejemplo, el del litio. Digo mal ejemplo porque, más allá de lo discutible sobre el asunto de la distancia, estamos muy cerquita de Argentina y Brasil, grandes productores de vehículos y que, como el resto del mundo, apuntan a la electromovilidad.
Así las cosas, preferimos quedarnos con los argumentos de Ahumada y Petersen, quienes sostienen que para “…para avanzar hacia nuevas fuentes de crecimiento – superando el carácter extractivo de nuestra matriz productiva y exportadora– necesitamos diversificar y sofisticar lo que producimos, y para esto, es clave replantear la estrategia comercial seguida en las últimas décadas” (La Tercera, 02-09-2021). Aquí si estamos de acuerdo y estos economistas también están comprometidos con la campaña presidencial de Boric.
En consecuencia, una verdadera propuesta transformadora, que otorgue fundamento económico a los cambios sociales, regionales, medioambientales y de género, no puede ofrecer más de lo mismo; no puede persistir en lo extractivo, ni tampoco “con la misma fobia a industrializar el sector exportador y seguir regalando las rentas de los recursos naturales” (Gabriel Palma, El Mostrador, 21, 09,2021).