Los científicos llevan siglos intentando dar respuesta a una de las preguntas más complicadas para la ciencia: ¿cómo se formó el universo? En Dubná, cerca de Moscú, en el marco de un proyecto internacional, se está construyendo el NICA, un nuevo tipo de colisionador de iones que permitirá recrear en condiciones de laboratorio el momento de formación de la materia inmediatamente posterior al Big Bang. Los investigadores rusos pueden estar más cerca que nunca de conocer el origen del universo.
Los científicos han intentado explicar el origen del universo y la naturaleza del mundo material a nuestro alrededor durante siglos.
Con ayuda de herramientas como el colisionador del proyecto ruso NICA (acrónimo inglés de Instalaciones de Colisionador de Iones basado en Nucleotrones) — que se construye en el Instituto Central de Investigaciones Nucleares (ICIN) de la ciudad de Dubná, provincia de Moscú—, los investigadores serán capaces de ‘viajar’ en el tiempo 14.000 millones de años atrás recreando el comienzo del universo tras el Big Bang.
El colisionador consiste de un acelerador de partículas. En su interior, contiene partículas cargadas que se desplazan desde direcciones contrarias hacia el encuentro y colisionan a una frecuencia de 7.000 por segundo. Pero por más grande que pueda parecer esta cifra, lleva meses o incluso años de trabajo estadístico para llegar a conclusiones profundas y acabadas.
Un ejemplo de semejante titánica tarea son los bosones, un tipo de partícula de la mecánica cuántica que fue predicha por el físico británico Peter Higgs en 1964 y cuya existencia solamente fue demostrada varias décadas más tarde, en 2012.
Pero a diferencia de los experimentos sobre la partícula de bosón, el proyecto NICA apunta a una escala más grande. Con su ayuda, los expertos esperan estudiar la materia en la forma que ellos creen que existió inmediatamente tras la Gran Explosión que dio inicio a nuestro universo.
Hasta el momento, el colisionador es una de las más poderosas herramientas para estudiar la física de partículas. Es por ello que los físicos del ICIN en Dubná se sienten optimistas sobre su construcción. Se prevé que las obras finalicen el año que viene y que esté en pleno funcionamiento en el 2023.