Las nuevas generaciones le van a enseñar a las viejas generaciones cómo es el amor, cómo es el trato. Serán las nuevas generaciones las que comiencen a enseñar a los adultos con un nuevo afecto y una nueva comprensión. Silo

 

Se está terminando el mundo tal cual lo conocemos, pero ¿hasta cuándo van a extenderse los estereotipos y modelos de la civilización patriarcal? Un nuevo mundo que ya nació se está desplegando, todo está quedando a la luz, ya nada queda oculto ni escondido.

El modo de expresarse y construir el mundo del patriarcado era (o es) a través de la violencia, pero ahora ya todo se ve, en este tejido de lo nuevo todo quedó al descubierto. De esta manera, se van creando nuevas formas de comunicación, de interrelación entre los seres humanos. Esta reflexión no es un planteo ni una mirada ingenua. Los problemas que existen en este momento son graves. Hay que exponer lo que desde nuestro punto de vista estamos experimentando, porque esa vivencia puede implicar una puerta más que se abre.

Estas formas creativas de comunicación también tienen que ver con el intercambio entre las mujeres de distintas generaciones. Cada vez más, la brecha entre jóvenes y “viejas” es menor. Cada vez más, la diferencia entre lo que hacen las jóvenes y las “viejas” se va reduciendo notablemente.

Hay algo atípico que está pasando en la historia de la humanidad: por primera vez, las “viejas brujas” les piden a las más jóvenes que les cuenten qué viene, cuando en realidad la historia describe que “el motor” de las acciones son las luchas generacionales. Este modo, entre las mujeres, está dejando de funcionar. Nosotras como la “generación de las viejas”, nos cruzamos con las jóvenes, intercambiamos sobre el modo de ver el mundo sin discriminación, sin diferencias, sin negar que el proceso nuevo lo llevan ellas.

Nosotras estamos escuchando y aprendiendo de generaciones que siempre fueron prejuzgadas y perseguidas por las que tenían privilegios. Esto que está pasando lo vivimos en las charlas con las más jóvenes de los grupos, en los conversatorios donde ellas interpelan todo. Si bien volvemos a las formas originarias de intercambiar, lo distinto es que las jóvenes tienen un rol preponderante, no hay jerarquías, es horizontal. Entre todas experimentamos otro tipo de encuentros intergeneracionales. Vamos transformando las creencias que tenemos de esos límites. El intercambio es independiente de la edad: todas podemos aprender de todas. Se dice que el modelo viejo es una referencia y yo discuto con eso. No estamos negando el intercambio ni lo positivizamos exageradamente, sino que afirmamos el entendimiento colectivo sin competencia, ya que “los conjuntos mejoran a los individuos”.

Es en este momento de la historia cuando el feminismo viene a mover el avispero, en esta posibilidad de comunicar de otra forma en lugar de estar opinando desde las alturas, desde las jerarquías intelectuales, hablando con conceptos abstractos o difíciles. Esto es de las jóvenes. Este hilo femenino de unión, de reunión, de pensar, de pensarse, es también novedoso. Estamos brujeando, conspirando para un mundo más humano y no-violento. No dejemos de escuchar la diversidad de voces y propuestas. No dejemos de multiplicar la mirada y compartir nuestras experiencias de vida.

La nueva civilización que está naciendo tiene este componente. Es algo insólito, pero se ve, se ejercita. No es verdad que no está pasando nada nuevo en esta crisis. Es una mirada del mundo lo que estoy experimentando y me hago cargo mientras lo escribo.