POEMA
Estoy al borde del abismo
en este precipicio ajeno
en este largo camino
de penumbra y espera,
ya nada me ata
nada me sujeta,
he de encontrar la sonrisa
aquella lágrima perdida
en las dunas de Negyir
donde mi abuelo
me enseñó el viento del mar
aquella brisa húmeda
que se perdió
en el eco de una tarde.
Estoy rodeado
de cada momento
de cada instante
en busca del pozo
donde descansan las palmeras
las tumbas anónimas
que se quedaron sin nombre
cuando alguien
decidió dejarlas
en la tierra de las colinas
lejos del viento del mar.
Estoy al borde del abismo
en busca de la niebla
que descubrió mi abuelo
cuando observaba el mar
en el vuelo de una gaviota.