En 1999, la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 12 de agosto como el Día Internacional de la Juventud. Busca promover el papel de los jóvenes como socios esenciales en los procesos de cambio y generar un espacio para generar conciencia sobre los desafíos y problemas a los que estos se enfrentan. Uno de ellos es que el miedo aún está presente en las aulas de clases.
Muchos son los desafíos que enfrentan las juventudes, pero hoy, me centro en aquel que busca superar la cultura del miedo que impera en las aulas producto de un sistema de educación jerárquico, autoritario y con fuerte sesgo machista que se enfrentan con generaciones que valoran la participación, la libertad, el pensamiento crítico y la creatividad.
Se estima que hoy existen aproximadamente 1.800 millones de jóvenes entre 10 y 24 años de edad. Nunca antes este grupo etario había sido tan numeroso ni tan preparado. Es una generación abierta al mundo, a otras culturas, a nuevas tecnologías y a un planeta que se acerca al límite de su propia sostenibilidad. Un mundo que cambia constantemente y sin embargo la brecha generacional en el sistema escolar se hace cada vez más profunda.
Recuerdo hace más de 20 años haber sido llamado por alguno de los profesores de mi hijo para quejarse por su pelo largo, su personalidad cuestionadora y su “indisciplina” porque no se sometía a la norma. Afortunadamente era valorado por un gran pedagogo del mismo establecimiento que decía que eran personas como él quienes cambiarían el mundo.
Más de 20 años han pasado y escuche a mi hija quejarse de que mi nieto fue amonestado por estar con las manos en los bolsillos mientras su profesora le hablaba. No fueron las manos en los bolsillos, fueron sus preguntas incómodas que buscaban profundizar y entender la materia que estudiaban en vez de memorizar sin razonar.
Cada día que pasa, las juventudes están más empoderadas y las y los profesionales de la educación continúan siendo parte de un sistema superado por la realidad. La imposición del poder jerárquico y la cultura del miedo ya no dan resultado porque, como le dijo Séneca a Nerón: “Tu poder radica en mi miedo; ya no tengo miedo, tú ya no tienes poder”.
Lamentablemente esta realidad se interpreta como que las juventudes ya no tienen respeto por nada ni nadie, y en Fundación Semilla sabemos muy bien que eso no es así. Para lograr acortar brechas es indispensable que el sistema educacional priorice la educación socioemocional y las correspondientes habilidades.
Para que el miedo deje de estar presente en el aula todos debemos entender que las habilidades socioemocionales no se enseñan como las materias tradicionales porque son de carácter transversal. Si las y los formadores fueron capaces de reinventarse por la pandemia, ahora tienen el desafío de priorizar la educación socioemocional porque sus estudiantes vienen con daños importantes y necesitan de sus maestros y maestras para recuperar su equilibrio.