Los refugiados y desplazados no son parias ni ilegales
Hoy es el día que la ONU ha fijado desde el año 2001, para visibilizar especialmente, la situación de los refugiados y desplazados en el mundo. Fecha establecida en conmemoración al 50 aniversario de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951. ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), es el organismo creado para atender, proteger y promover soluciones a la población que está en esa situación de supervivencia y de opresión extrema.
Los refugiados se encuentran entre las personas más brutalmente oprimidas del mundo. La Convención sobre el Estatuto de los Refugiados y su protocolo de 1967 constituyen los instrumentos internacionales, que amparan formalmente su protección.
Los derechos contenidos en la Convención de 1951 incluyen: el derecho a no ser expulsado, salvo bajo ciertas condiciones estrictamente definidas; a no ser castigado por entrada ilegal en el Estado adherido al tratado; al empleo remunerado; a la vivienda; a la educación pública; a la asistencia sanitaria pública; a la libertad de religión; al acceso a los tribunales; a la libertad de circulación dentro del territorio, a obtener documentos de identidad y de viaje.
Entre los derechos que contiene lo que impulsa la ONU – ACNUR y la realidad cotidiana de decenas de millones de personas hay una distancia abismal.
Los campamentos de refugiados, son asentamientos inicialmente temporales donde pueden llegar a vivir cientos de miles de personas. Generalmente están bajo administración de ACNUR, o de ONG como la Cruz Roja Internacional
Más allá de las declaraciones y formalidades , las condiciones de higiene, vivienda y respeto a los derechos humanos, distan mucho de lo afirmado por el multilateralismo. Algunos campamentos como en Líbano (refugio de palestinos y sirios) llevan décadas de instalación, otros como en Uganda, Cisjordania y Jordania se han convertido en precarias ciudades donde campea la miseria y el hambre.
Las principales causas que generan la condición de refugiado y de desplazado son: la invasión neocolonial de territorios, las dictaduras que practican genocidios y terrorismo de estado, y las poblaciones forzadas a migrar por el desastre socioambiental natural.
ONU suele enfocarse en lo que ocurre en el Mediterráneo europeo y en la frontera entre EE.UU y México, pero los refugiados y desplazados, existen en todas las regiones del mundo. Los refugiados instalados en Kenia, Tanzania, Etiopía, Líbano, Jordania, Irak, Irán, Pakistán o Bangladesh no reciben la misma atención del organismo internacional.
Los hechos registrados muestran que más del 80% de las personas desplazadas lo hacen dentro o hacia otro país pobre. No llegan al 20% los refugiados y desplazados que buscan alivio desde un país subdesarrollado a uno desarrollado.
Al comenzar la pandemia que atravesamos actualmente, más de 25 millones de personas se encontraban por motivos políticos, desplazadas de sus lugares de origen. Los países donde se origina el conflicto que reunía las 3/4 partes de los refugiados por causas políticas eran Siria, Palestina, Sudán del Sur, Somalia, Myanmar y Afganistán. ACNUR estima que en este año en curso, rondan en más de 80 millones las personas actualmente desplazadas y refugiadas.
En el continente africano se concentran mayoritariamente los refugiados y desplazados, la mayoría huye hacia países vecinos. Cínicamente los medios masivos (parte de las grandes corporaciones económico-financieras), suelen atribuirles a quienes viven en ese continente expoliado por el norte occidental, desde siglo y medio atrás, la responsabilidad de la crisis internacional de refugiados. Es una parte minoritaria la que puede buscar una vida mejor en Europa, intentando cruzar el Mediterráneo donde muchos pierden la vida.
Según ACNUR hacia el año 2014 el 50% de los refugiados del mundo eran niños y mujeres, frecuentes víctimas del tráfico para la explotación sexual.
La misma organización estimó en cerca de 20 millones las personas que tuvieron que huir de sus hogares a consecuencia de lo que suele llamarse “cambio climático” durante el año 2018. El 80% de ellas habitaban en los países con mayor pobreza extrema, El aumento en la intensidad en las últimas dos décadas de inundaciones, ciclones, huracanes, sequías, incendios y un mayor nivel del mar son las principales causas. El cambio negativo en el ambiente natural está íntimamente ligado a la destrucción del ecosistema. A la construcción de grandes infraestructuras (represas), al uso arbitrario de tierras, a la contaminación de las fuentes de agua, a la extracción y producción de recursos energéticos, mineros e industriales nefastos por sus niveles de contaminación.
Según datos del Centro de Monitoreo de Desplazamientos Interno (IDMC), que forma parte del Consejo Noruego para los Refugiados, 7 millones de personas se vieron obligadas a desplazarse por razones climáticas en los seis primeros meses de 2019. Esta misma fuente, sostiene que en 2017 se contabilizaron cerca de 18,8 millones de desplazamientos internos de personas a causa de eventos naturales en 135 países, más de 8 millones por inundaciones y 7,5 millones por ciclones.
El Banco Mundial, uno de los promotores de las deudas externas que someten a los países empobrecidos y que cofinancia las represas que afectan a los ríos más importantes de África, sostiene que, a menos que se tomen medidas urgentes de acción climática, para el año 2050, en África al sur del Sahara, Asia meridional y América Latina más de 140 millones de personas podrían verse forzadas a migrar dentro de sus países.
Los desplazamientos provocados por los efectos del desastre socio-ecológico, encuentran su causa de raíz, en el sostenimiento y despliegue del actual modelo socioeconómico capitalista, depredador, racista, que acumula recursos que necesitan muchos, basado en la desposesión de bienes y de servicios en las zonas empobrecidas del planeta para el enriquecimiento y mantenimiento del bienestar de unos pocos. Un sistema que reclama la libre circulación de los bienes, los capitales, el lucro y al mismo tiempo restringe cada vez más la libre circulación de los seres humanos,
Las y los humanistas sostenemos que el problema de los refugiados requiere respuestas basadas en otra escala de valores, la continuidad del sistema actual solo hace prever más refugiados y más crisis de inhumanidad (crisis humanitarias).
Urge en términos puntuales e inmediatos, una estrategia efectiva de reasentamiento para los campamentos de refugiados donde los centros de poder que generan la catástrofe se hagan cargo del perjuicio que realizan y aporten los fondos a escala mundial, imprescindibles para la protección social y la infraestructura que cubra las carencias que padecen los refugiados en los países que los reciben.
Urge invertir drásticamente la dirección de la cultura materialista dominante que cosifica al refugiado, al desplazado y al migrante; que somete a los pueblos de la mayor parte del mundo. Por otra parte, no debería plantearse este tema desde el paternalismo o la caridad, sino en términos de lucha por los derechos fundamentales que las personas poseen por el simple hecho de nacer.
La humanidad avanza velozmente dentro de un proceso de mundialización donde es necesaria la convergencia cultural y el respeto por la diversidad étnica, religiosa, de usos y costumbres.
Los refugiados no son parias, son como todas las personas “ciudadanos del mundo”, es hora de propiciar la hermandad humana, de tender puentes entre los pueblos, teniendo en claro que es una ínfima minoría cupular violenta y racista, la que promueve la xenofobia y la creación de chivos expiatorios para desviarnos de los temas de fondo.
Las y los humanistas propiciamos una mayor instalación de este tema en la agenda internacional de las organizaciones anticapitalistas impulsando su tratamiento en todo foro, encuentro o espacio de intercambio.
Hace décadas que propiciamos el fin del neocolonialismo, la devolución de la banca mundial de los pagos por las deudas contraídas a espaldas de los pueblos, el reconocimiento de la multiculturalidad mundial y la convergencia de las diversidades locales en dirección hacia una cultura planetaria no violenta.
Hace décadas que propiciamos el derecho a vivir en un medio ambiente socio -natural que brinde calidad de vida a las actuales y a las futuras generaciones. Un mundo donde se abran las fronteras, los hospitales, los centros de estudio.
Pero entre las mejores aspiraciones de avanzar hacia una nación humana universal, regida por la libertad personal, por la solidaridad, por la igualdad de derechos, y oportunidades, por la no discriminación y por la no violencia, se ha levantado un muro anti-humanista que muestra en la situación de los refugiados y desplazados unas de sus caras más crueles.
Ese muro solo puede ser derribado en el sentido más amplio de la palabra, por la unidad en la acción de todos y todas las humanistas del mundo.
Las aspiraciones humanistas serán posibles, si crece en los pueblos con fuerza y con resolución la lucha a favor de la construcción de la democracia real y de la cultura de la no violencia.
Equipo de Coordinación Internacional
Federación de Partidos Humanistas
20 de junio, 2021