A pesar de las amenazas de Marruecos, la Unión Europea a través de su Parlamento rechazó el uso de la inmigración y de los menores de edad durante la actual crisis diplomática con este país.
El historial de Marruecos es antiguo en lo relacionado al tema de los derechos humanos y su permanente vulneración. Hay que recordar que entre los días 11 y 12 de noviembre de 2010, Marruecos quemó el campamento saharaui de Gdeim Izik provocando varios muertos y heridos durante el asalto. Fueron 2000 jaimas quemadas y 20 mil saharauis desalojados en la madrugada delante de la misión de las Naciones Unidas en el Sahara Occidental. El Consejo de Seguridad durante aquella crisis se quedó como un mero espectador y solo México se atrevió a convocar una reunión extraordinaria. A pesar de la insistencia del antiguo embajador del Frente Polisario Bujari Ahmed de que se llevara una investigación sobre aquellos hechos, Francia vetó cualquier posibilidad de enviar una delegación de parte del organismo internacional y solo permitió en la resolución final que se deplorara la violencia contra los civiles sin señalar al culpable.
En lo relacionado a la votación de la Eurocámara y a pesar de la gravedad con la que actuó Marruecos al enviar a más de 8000 personas a la ciudad de Ceuta con 2000 menores, hubo 85 votos en contra, 196 abstenciones y 397 votos a favor de su reprobación. En ningún momento Europa quiso mencionar la palabra condena e invitó a su vecino del sur a reforzar la cooperación en las fronteras. Canarias recientemente sufrió una llegada masiva de inmigrantes en su mayoría marroquíes llegados desde las costas del Sahara Occidental, a los que hubo que alojar en algunos hoteles. La pregunta que uno se hace cuando analiza estos hechos es por qué la Unión Europea no muestra más firmeza frente a un país que usa los seres humanos como mercancía ¿O acaso Europa espera otra Marcha Verde por parte de Marruecos para reaccionar con más determinación?
Las ayudas que se otorgan para el desarrollo deben repercutir en las poblaciones más vulnerables, en el derecho de los niños a la educación y la salud. Yo recuerdo allá por los años 70 y 80 cuando Cuba acogió a miles de niños africanos y latinoamericanos, sin recibir ningún tipo de ayuda. Sin embargo, ese país les proporcionó educación y salud. Marruecos no es capaz de superar la injusticia social que sufren sus ciudadanos. El actual monarca, Mohamed VI, tiene una fortuna estimada en 5000 mil millones de euros, con varios palacios que no usa durante todo el año. Un país cuyo jefe de estado acumula esta riqueza, no debería recibir más ayudas para hacer de freno contra la llegada de los inmigrantes irregulares.
La verdadera lucha tiene que partir de un uso humano de la riqueza, de proteger a los más vulnerables y ofrecer oportunidades al pueblo marroquí. La ocupación del Sahara Occidental tiene el coste de mantener a más de 100 mil soldados a lo largo un muro militar de 2700 kilómetros. Este es un ejemplo claro de la ceguera y la inmoralidad del Gobierno de Marruecos. Esta situación no se arreglará sin una solución justa a las legítimas reivindicaciones del pueblo saharaui y su lucha por la libertad.
La política de paños calientes y apaciguamiento a la larga no funciona, solo un verdadero apoyo al pueblo marroquí y sus sectores más desfavorecidos ayudará a Europa a tener menos tensión en sus fronteras. El derecho de la región del Rif a vivir con dignidad es un ejemplo claro. El corrompido majzén no nos puede vencer en esta batalla, ni puede seguir amenazando desde la extorsión. Los marroquíes merecen otra fórmula de gobierno que les devuelva la autoestima y les ayude a salir de los conflictos que mantienen con los países vecinos.
La Eurocámara ha de revisar su política de forma profunda frente a Marruecos. Primero debe dejar claro que los recursos naturales del Sahara Occidental son del pueblo saharaui representado por el Frente Polisario. Segundo, debe defender a la misión del ONU en el Sahara mediante un mecanismo de derechos humanos y, por último, proteger a los niños marroquíes no acompañados con políticas sociales efectivas en su lugar de origen.
El Marruecos actual esconde muchas sombras y se aleja cada vez más de sus vecinos y aliados. Su actual deriva puede tener consecuencias impredecibles. La no solución del conflicto del Sahara Occidental puede suponer su colapso como país.
Europa debe ayudar a su vecino del sur a acatar el derecho internacional y respetar la autodeterminación del Sahara Occidental. Solo eso nos puede salvar de una futura crisis que puede desestabilizar el norte de África y el sur de Europa.
La independencia del Sahara Occidental será una solución digna que ayudará a Marruecos y a Europa a borrar aquella infame acción de la Marcha Verde que derivó en el Acuerdo Tripartito de Madrid.