Colombia, estamos apoyando las movilizaciones, solidarizándonos con sus causas, denunciando las violaciones de derechos humanos y con la esperanza de que haya caminos más luminosos. Por lo pronto, tenemos a Alejandro Mantilla de la revista La Siniestra y del colectivo La Creciente para dimensionar la complejidad de lo que sucede y las perspectivas que hay.
Alejandro gracias por acompañarnos. Comencemos con un breve recuento del origen de las movilizaciones y luego profundizamos.
Gracias. El origen de la actual movilización es la presentación del proyecto de reforma tributaria del gobierno de Iván Duque. Sin embargo, es claro que la reforma fue solo un acelerador de un proceso mucho más general de descontento, tanto con el gobierno nacional, como con el régimen político, como con el modelo económico. Así como en Chile, el catalizador fue la subida del pasaje del metro; en Ecuador fue el decreto del alza del combustible; en Colombia fue el proyecto de reforma tributaria, pero desde hace varios años, vivimos un momento de descontento generalizado. Y ahí aparece una reforma tributaria que se presentó como una transferencia de los más ricos a los más pobres pero que en la práctica gravaba a la clase media dejando intacto los capitales de los magnates, algo gravísimo en una sociedad de las más desiguales de América Latina y del mundo. El descontento es mucho más generalizado.
¿Qué acumula el descontento? Describe lo más profundo del descontento.
En primer lugar, en Colombia no hemos tenido un gobierno progresista, de izquierda, democrático o populista, como queramos llamarlo, eso que se ha vivido en otros lugares de América Latina, en Colombia no lo hemos tenido. Y esto ha generado que la larga noche de políticas neoliberales se hayan aplicado de manera estricta y que no haya habido ningún esfuerzo estatal de gran escala para reducir la desigualdad o para generar una política social basada en derechos. O sea, lo que se ha vivido en otros países de América Latina con inversión social fuertes, en Colombia no lo hemos conocido. Esto ha generado una permanente situación de desigualdad y pobreza y, en ese orden, de una sensación entre la gente mas joven es una especie de no futuro, muchachos que no tienen oportunidad de ir a la universidad, ni trabajar o sin garantía de seguridad social y eso genera extrema desesperanza en la sociedad colombiana, pero esas desesperanza tiene un origen y es el modelo económico neoliberal de los ultimo 30 años.
Segundo, las posibilidades abiertas con los Diálogos de Paz entre el gobierno de Santos y las FARC, hoy Partido Comunes, fueron esperanzas cortadas por el gobierno de Iván Duque. En 2016, hubo expectativas de unos Acuerdos de Paz que generara cambios y lo que vimos fue un incumplimiento de los Acuerdos de Paz y un recrudecimiento de la violencia. Lo que aumenta el descontento de la sociedad.
Tercero, la poca capacidad política y de diálogo y la ausencia de liderazgo del actual gobierno. Las elites en Colombia no están acostumbradas a negociar y cuando negocian tienden a incumplir tanto a los movimientos sociales como con las insurgencias. Y este sector que hoy está en el gobierno en Colombia es el más retardatario de esas elites, entonces este sector no está acostumbrado ni a negociar, ni a transar ni a generar reformas. ¿Entonces, que pasa? Hoy vemos un rechazo el modelo económico, al régimen político, a los incumplimiento de los Acuerdos de Paz, agravado por el COVID y por un gobierno abiertamente impopular y que ya no tiene respaldo, a diferencia de hace 10, 15 años, el respaldo de la clase media o de sectores populares.
En la agenda de las movilizaciones está la reforma a la salud, es una evidencia de la calidad de los sistemas públicos y de protección en salud hay en la región. Y además hay una reforma en curso en el congreso que también es objeto de críticas y se pide que se elimine. Explícanos esto.
En el año 93, se aprobó una política pública en salud abiertamente privatizada que está en las instituciones centrales que son las EPS o entidades promotoras de salud que son un intermediario financiero. Todas las personas deben afiliarse en una EPS, que son privadas y son contraladas por capital financiero. Entonces para ir al hospital o tener atención, primero pasas por una EPS y luego vas al hospital. Esto ha generado gran dificultad de que se gocen de servicios reales de atención. Y además, el gasto estatal en salud tiende a crecer, pero la gente está peor, porque el gasto va a parar a las EPS. Es un modelo calcado del de Chile pero más ineficiente. La reforma en contravía de lo que se necesita y se exige, busca profundizar dar mas poder a esos intermediarios.
Alejandro, la respuesta del gobierno ha sido dura, violenta, con violaciones de DDHH crecientes. Cuéntanos cómo está siendo.
Llevamos ocho días de movilizaciones en Colombia, hasta ahora hay al menos 37 muertes reportadas, que es una cifra muy alta comparada con el levantamiento ocurrido en Chile o las protestas Black Lives Matter en EE.UU. Aquí hay más represión en un lapso menor. Muchas de las cifras las recogen las organizaciones en Bogotá, a partir de noticias y en redes sociales, pero no sabemos qué pasa en lo rural, donde la represión ha ido sobre todo a los campos y donde el paramilitarismo se está reorganizando. Muchos pensamos que la situación es más grave. A lo que hay que sumar que el gobierno no tiene contrapesos: la Defensoría del Pueblo, la Procuraduría, el Ministerio Público, la Fiscalía… están alineadas al gobierno. Así que no hay entidad estatal que tenga ni voluntad ni ganas para generar cifras reales. O sea tenemos represión y dificultad para establecer la magnitud de la represión.
Cuéntanos la situación en el Senado donde abre sus puertas a dirigentes del paro,
Aquí hay una situación de movilización descentralizada y auto convocada, como ha ocurrido con otros procesos en otras parte del mundo. El comité del paro es un acuerdo político entre centrales sindicales y movimientos sociales. Pero la realidad diaria de las movilizaciones es gente joven auto organizada, autoconvocada y eso ha generado que muchos sectores movilizados, populares, barriales de las ciudades no vean con simpatía el comité del paro. Hay una ruptura generacional y de agendas. Mucha gente joven ven a los sindicalistas con su propia agenda que no interpelan las necesidades de los niños, las niñas y los jóvenes. En esos momentos hay múltiples conversaciones para ver cómo se genera interlocución para dar salida a la crisis, pero la naturaleza descentrada de la protesta dificulta eso. El gobierno se rehúsa a generar una mesa de negociación y la crisis se prolonga más. Tenemos un gobierno con respaldo del consejo de los grandes empresarios y las fuerzas militares y con eso cree que puede gestionar la crisis, no se quiere sentar a negociar y su respuesta es represiva.
Para cerrar, perspectivas a cortísimo plazo, qué se puede esperar en los próximos días.
Estamos en un escenario tan inédito que estamos en la absoluta incertidumbre. Hay un escenario es el desgaste de la movilización sin negociación política de transición, a punta de violencia, represión y desgaste volvamos a una especia de normalidad con un gobierno debilitado, en el gobierno incluyo a Álvaro Uribe Vélez que es el poder real en estos momentos. Es Uribe al frente de la situación. Otro es que la movilización gane más fuerza y el gobierno se vea arrinconado y haya una salida autoritaria. Tercero, que el gobierno le toque ceder y haya algún tipo de transición. En el centro político e intelectuales hablan de hacer reformas del modelo económico, del régimen político. Este gobierno no dialoga, es impopular y tiene el escenario de movilización más fuerte reciente en el país, pero [al frente están] militares y clases dominantes, y eso dificulta mucho la situación.